2007-02-13 14:53:47

El Papa retoma la reflexión sobre eros y agapé de la encíclica, en su mensaje cuaresmal


Martes, 13 feb (RV).- El mensaje cuaresmal del Papa ha sido presentado esta mañana en la sala de prensa de la Santa Sede por mons. Paul Josef Cordes, presidente del Pontificio Consejo "Cor Unum"; el secretario y subsecretario del dicasterio y don Oreste Benzi, presidente de la Fundación "Juan XXIII". Desde 1973, ha sido confiado a Cor Unum la tarea de presentar cada año el Mensaje de Cuaresma del Santo Padre. El breve texto sirve de guía a los fieles en el período cuaresmal en preparación de la solemnidad de la resurrección del Señor.

“La liturgia de la Iglesia en este tiempo de Cuaresma, -ha dicho Mons. Cordes- es una ocasión única para hacernos recordar nuestro bautismo y ayudarnos a combatir el pecado. En la perspectiva de la fe estamos llamados a redescubrir en los otros a nuestros hermanos, hijos del mismo Padre en los cielos”. A partir del concilio Vaticano II, celebrado hace 40 años, se subraya en la oración y en la predicación más fuertemente el compromiso social de los cristianos hacia los mas necesitados”. No puedo ser cristiano mirándome sólo a mí. La fe nos obliga, pues, a buscar el bien y la justicia para todos los que sufren.

“Los mensajes cuaresmales de los Papas giraban en torno a las obras de caridad en el sentido del compromiso social de los cristianos y de las necesidades de la familia humana. En cambio, si damos una breve ojeada al texto de 2007, -ha señalado Mons. Cordes- observamos que se distingue en modo evidente de los precedentes mensajes. Porque pone en el centro a Dios Padre Jesucristo. Un acento no antropocéntrico sino teocéntrico”.

Este cambio de pensamiento se puede observar en general en la predicación de Benedicto XVI. En las catequesis de los miércoles al tratar los Evangelios en torno a la llamada de los discípulos, el Pontífice habla siempre de la persona de Jesús. El gran tema de sus mensajes es siempre Dios. Y esa observación se pone en evidencia en su encíclica “Deus Caritas est”, que no es un impulso inicial de su pontificado, sino que tiene el rango de una declaración programática.

De hecho, la encíclica sobre la caridad nos invita a ver a Dios como fuente y modelo de caridad. El Papa retoma la reflexión sobre eros y ágape de la encíclica y ve como estas dos formas de amor encuentran su plenitud en Cristo crucificado. El Papa dice: “sólo el amor en el que se unen el don gratuito de uno mismo y el deseo apasionado de reciprocidad, infunde un gozo tan intenso que convierte en leves incluso los sacrificios más duros”.







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