El Papa indica la pobreza, justicia, paz, ecumenismo y diálogo interreligioso como
apremiantes desafíos urgentes para construir un mundo fraterno y solidario, sobre
todo en África que sufre sangrientos conflictos
Jueves, 8 feb (RV).- Los Movimientos, en comunión con el Papa y los obispos, testimonian
la alegría y belleza de la fe cristiana. En su cordial bienvenida a los prelados amigos
de los Focolares y de San Egidio el Papa ha señalado la pobreza, justicia, paz, ecumenismo
y diálogo interreligioso como apremiantes desafíos ante la urgencia de construir un
mundo fraterno y solidario, en África que sufre sangrientos conflictos.
«Queridos
amigos, la peculiar fraternidad que existe entre vosotros y los Movimientos de los
que sois amigos os impulsa a ayudaros ‘mutuamente a llevar vuestras cargas’ (Gal 6,
2), como recomienda el Apóstol, sobre todo por lo que concierne a la evangelización,
al amor hacia los pobres y a la causa de la paz. Que el Señor haga cada vez más provechosas
vuestras iniciativas espirituales y apostólicas. Yo os acompaño con la oración y de
corazón os imparto la Bendición Apostólica a los que estáis presentes, al Movimiento
de los Focolares y a la Comunidad de San Egidio, así como a los fieles encomendados
a vuestros cuidados pastorales».
Benedicto XVI ha sellado con este anhelo su
cordial encuentro, de esta mañana, con los más de 190 prelados de todo el mundo venidos
a Roma, algunos para participar en la cita anual de los obispos amigos del Movimiento
de los Focolares y, otros, para tomar parte en el Encuentro de obispos amigos de la
Comunidad de San Egidio.
En su audiencia a todos ellos, el Papa ha destacado
el apostolado del Movimiento de los Focolares, subrayando su carisma y su servicio
en favor del ecumenismo y del diálogo interreligioso. Asimismo, el Santo Padre se
ha referido al anhelo de la Comunidad de San Egidio, que «centrando su existencia
en la oración y la liturgia, está al lado de los que sufren pobreza y marginaciones
sociales»:
«Para el cristiano, el hombre, aunque esté lejos, nunca es un extraño.
Juntos es posible afrontar con gran impulso los desafíos que nos interpelan de forma
apremiante en este comienzo del tercer milenio. Pienso en primer lugar en la búsqueda
de la justicia y de la paz y en la urgencia de construir un mundo más fraterno y solidario.
Empezando por los países de donde provienen algunos de vosotros y sufren sangrientos
conflictos. Me refiero en especial a África, continente que llevo en mi corazón y
que espero que pueda conocer finalmente un tiempo de paz estable y de verdadero desarrollo.
El próximo Sínodo de los obispos africanos será seguramente un momento propicio para
mostrar el gran amor que Dios reserva a las amadas poblaciones africanas».
Haciendo
hincapié en la importancia de los Movimientos y de las Nuevas comunidades, que su
venerado predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, presentó como «un don providencial
del Espíritu Santo a la Iglesia para responder de manera eficaz a los desafíos de
nuestro tiempo», Benedicto XVI ha reiterado su profundo aprecio por «el valor de su
dimensión carismática». En este contexto, el Santo Padre ha evocado la «extraordinaria
Vigilia de Pentecostés del año pasado que vio la coral participación de muchos Movimientos
y Asociaciones eclesiales: «Sigue viva en mí la conmoción que sentí al participar
en la Plaza de San Pedro en una experiencia espiritual tan intensa. Os repito lo que
dije entonces a los fieles llegados de todo el mundo. Las múltiples formas y la unicidad
de los carismas y ministerios son inseparables en la vida de la Iglesia. El Espíritu
Santo quiere las múltiples formas de los Movimientos al servicio del único Cuerpo
que es precisamente la Iglesia. Y ello lo realiza por medio del ministerio de aquellos
que Él ha colocado para guiar la Iglesia de Dios: los obispos en comunión con el Sucesor
de Pedro.
Tras destacar que, precisamente «esta unidad y multiplicidad del
Pueblo de Dios se manifiesta también hoy, al estar reunidos con el Papa numerosos
obispos amigos de dos Movimientos eclesiales distintos, caracterizados por una fuerte
dimensión misionera, el Papa se ha referido al testimonio de fe y de caridad de los
Focolares y de la Comunidad de San Egidio: «En el rico mundo occidental donde, aunque
esté presente una cultura relativista, no falta, sin embargo al mismo tiempo, un difundido
anhelo de espiritualidad, vuestros Movimientos testimonian la alegría de la fe y la
belleza de ser cristianos y la gran apertura ecuménica. En las amplias zonas pobres
de la tierra los Movimientos comunican el mensaje de la solidaridad y se hacen pobres
con los pobres y están al lado de los débiles con aquel amor, humano y divino, que
he querido volver a proponer a la atención de todos en la Encíclica Deus caritas est.
De la comunión entre obispos y Movimientos puede brotar, por lo tanto, un válido impulso
para un renovado compromiso de la Iglesia en el anuncio y en el testimonio del Evangelio
de la esperanza y de la caridad en todos los rincones del mundo».