2007-02-08 16:29:23

El Papa indica la pobreza, justicia, paz, ecumenismo y diálogo interreligioso como apremiantes desafíos urgentes para construir un mundo fraterno y solidario, sobre todo en África que sufre sangrientos conflictos


Jueves, 8 feb (RV).- Los Movimientos, en comunión con el Papa y los obispos, testimonian la alegría y belleza de la fe cristiana. En su cordial bienvenida a los prelados amigos de los Focolares y de San Egidio el Papa ha señalado la pobreza, justicia, paz, ecumenismo y diálogo interreligioso como apremiantes desafíos ante la urgencia de construir un mundo fraterno y solidario, en África que sufre sangrientos conflictos.

«Queridos amigos, la peculiar fraternidad que existe entre vosotros y los Movimientos de los que sois amigos os impulsa a ayudaros ‘mutuamente a llevar vuestras cargas’ (Gal 6, 2), como recomienda el Apóstol, sobre todo por lo que concierne a la evangelización, al amor hacia los pobres y a la causa de la paz. Que el Señor haga cada vez más provechosas vuestras iniciativas espirituales y apostólicas. Yo os acompaño con la oración y de corazón os imparto la Bendición Apostólica a los que estáis presentes, al Movimiento de los Focolares y a la Comunidad de San Egidio, así como a los fieles encomendados a vuestros cuidados pastorales».

Benedicto XVI ha sellado con este anhelo su cordial encuentro, de esta mañana, con los más de 190 prelados de todo el mundo venidos a Roma, algunos para participar en la cita anual de los obispos amigos del Movimiento de los Focolares y, otros, para tomar parte en el Encuentro de obispos amigos de la Comunidad de San Egidio.


En su audiencia a todos ellos, el Papa ha destacado el apostolado del Movimiento de los Focolares, subrayando su carisma y su servicio en favor del ecumenismo y del diálogo interreligioso. Asimismo, el Santo Padre se ha referido al anhelo de la Comunidad de San Egidio, que «centrando su existencia en la oración y la liturgia, está al lado de los que sufren pobreza y marginaciones sociales»:

«Para el cristiano, el hombre, aunque esté lejos, nunca es un extraño. Juntos es posible afrontar con gran impulso los desafíos que nos interpelan de forma apremiante en este comienzo del tercer milenio. Pienso en primer lugar en la búsqueda de la justicia y de la paz y en la urgencia de construir un mundo más fraterno y solidario. Empezando por los países de donde provienen algunos de vosotros y sufren sangrientos conflictos. Me refiero en especial a África, continente que llevo en mi corazón y que espero que pueda conocer finalmente un tiempo de paz estable y de verdadero desarrollo. El próximo Sínodo de los obispos africanos será seguramente un momento propicio para mostrar el gran amor que Dios reserva a las amadas poblaciones africanas».

Haciendo hincapié en la importancia de los Movimientos y de las Nuevas comunidades, que su venerado predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, presentó como «un don providencial del Espíritu Santo a la Iglesia para responder de manera eficaz a los desafíos de nuestro tiempo», Benedicto XVI ha reiterado su profundo aprecio por «el valor de su dimensión carismática». En este contexto, el Santo Padre ha evocado la «extraordinaria Vigilia de Pentecostés del año pasado que vio la coral participación de muchos Movimientos y Asociaciones eclesiales: «Sigue viva en mí la conmoción que sentí al participar en la Plaza de San Pedro en una experiencia espiritual tan intensa. Os repito lo que dije entonces a los fieles llegados de todo el mundo. Las múltiples formas y la unicidad de los carismas y ministerios son inseparables en la vida de la Iglesia. El Espíritu Santo quiere las múltiples formas de los Movimientos al servicio del único Cuerpo que es precisamente la Iglesia. Y ello lo realiza por medio del ministerio de aquellos que Él ha colocado para guiar la Iglesia de Dios: los obispos en comunión con el Sucesor de Pedro.

Tras destacar que, precisamente «esta unidad y multiplicidad del Pueblo de Dios se manifiesta también hoy, al estar reunidos con el Papa numerosos obispos amigos de dos Movimientos eclesiales distintos, caracterizados por una fuerte dimensión misionera, el Papa se ha referido al testimonio de fe y de caridad de los Focolares y de la Comunidad de San Egidio: «En el rico mundo occidental donde, aunque esté presente una cultura relativista, no falta, sin embargo al mismo tiempo, un difundido anhelo de espiritualidad, vuestros Movimientos testimonian la alegría de la fe y la belleza de ser cristianos y la gran apertura ecuménica. En las amplias zonas pobres de la tierra los Movimientos comunican el mensaje de la solidaridad y se hacen pobres con los pobres y están al lado de los débiles con aquel amor, humano y divino, que he querido volver a proponer a la atención de todos en la Encíclica Deus caritas est. De la comunión entre obispos y Movimientos puede brotar, por lo tanto, un válido impulso para un renovado compromiso de la Iglesia en el anuncio y en el testimonio del Evangelio de la esperanza y de la caridad en todos los rincones del mundo».







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