Febrero: Intención General para el Apostolado de la Oración
Jueves, 1 feb (RV).- «Para que los bienes de la tierra, dados por Dios a toda la humanidad,
sean usados con sabiduría y según los criterios de justicia y solidaridad». Es la
Intención General que presenta Benedicto XVI para el Apostolado de la Oración en este
mes de febrero.
Ante la pobreza, ante el escándalo del hambre que hace sufrir
a un número demasiado grande de pueblos en el mundo, el Papa invita a consolidar nuestra
esperanza para comprometernos aún más en el servicio a la paz y al desarrollo, en
el respeto pleno de la dignidad humana. Cómo no recordar las palabras con las que
en su discurso al cuerpo diplomático ante la Santa Sede, con motivo del intercambio
de felicitaciones de comienzo de este año 2007, Benedicto XVI destacaba que esta tradicional
ceremonia «no es una simple formalidad»: «Se nos invita a mirar la situación internacional
para examinar los retos que debemos afrontar juntos. Entre las cuestiones esenciales,
¿cómo no pensar en los millones de personas, especialmente mujeres y niños, que carecen
de agua, comida y vivienda? El escándalo del hambre, que tiende a agravarse, es inaceptable
en un mundo que dispone de bienes, de conocimientos y de medios para subsanarlo. Esto
nos impulsa a cambiar nuestros modos de vida y nos recuerda la urgencia de eliminar
las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial, y corregir los
modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente
y un desarrollo humano integral para hoy y sobre todo para el futuro. Invito de nuevo
a los Responsables de las Naciones más ricas a tomar las iniciativas necesarias para
que los países pobres, que a menudo poseen muchas riquezas naturales, puedan beneficiarse
de los frutos de sus propios bienes. Desde este punto de vista, es también motivo
de preocupación el retraso en el cumplimiento de los compromisos asumidos por la comunidad
internacional en los años recientes.
El Papa señaló que sería, pues, de desear
la reanudación de las negociaciones de la cita de Doha de la Organización Mundial
del Comercio, así como la continuación y la aceleración del proceso de anulación y
reducción de la deuda de los países más pobres, sin condicionamientos perjudiciales
para las poblaciones más vulnerables.
«La humanidad vive actualmente una paradoja
preocupante: junto con avances siempre nuevos y positivos en las áreas de la economía,
de la ciencia y de la tecnología, se asiste a un aumento continuo de la pobreza».
El Apostolado de la Oración evoca este mes de febrero las palabras que Benedicto
XVI dirigió a los participantes en la XXXIII Conferencia de la Organización de las
Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (24 de noviembre de 2005). Una
de las innumerables veces en las que el Santo Padre puso de relieve la urgencia de
que el corazón de todos se abra cada vez más a todas las personas que en nuestro mundo
carecen del pan de cada día.
Exhortando a impulsar una lucha valiente contra
el hambre y la pobreza, el Papa hizo hincapié en la preocupación de la Iglesia sobre
la cuestión de la reforma agraria y el desarrollo rural. Con una atención particular
hacia los pequeños agricultores que representan una parte significativa de la población
activa, en especial en los países en vías de desarrollo, Benedicto XVI exhortó a hacer
todo lo posible para que las poblaciones rurales cuenten con los recursos y los medios
que necesitan, comenzando por la educación y la formación, así como con estructuras
organizativas que salvaguarden las pequeñas haciendas familiares y las cooperativas.
En
el contexto del reconocimiento del papel esencial de la familia rural – guardiana
de los valores y agente natural de solidaridad en las relaciones entre las generaciones
– el Santo Padre instó a apoyar también el papel de la mujer rural y de asegurar a
los niños, no sólo la alimentación sino también la educación básica.