2007-02-02 15:51:36

Benedicto XVI agradece el servicio "fiel y generoso" del cardenal Antonio María Javierre Ortas en la misa de exequias celebrada en la Basílica de San Pedro


Viernes, 2 feb (RV).- Su Santidad Benedicto XVI ha presidido este mediodía en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro las exequias del cardenal español Antonio María Javierre Ortas, fallecido ayer en Roma, a la edad de 85 años, tras sufrir un infarto. El purpurado era Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. En su homilía el Papa ha recordado que “el venerado y querido cardenal, hijo espiritual de san Juan Bosco, falleció, precisamente, un día después de la celebración de la memoria litúrgica del Fundador de los Salesianos”.

“A su familia religiosa se une hoy la oración coral de sufragio de la Curia Romana, de los familiares y amigos, en el día en el que la liturgia recuerda la Presentación del Señor al Templo. Las palabras del anciano Simeón que aprieta entre sus brazos al Niño Jesús, resuenan en esta circunstancia -ha dicho el Pontífice- con particular emoción: “Nunc dimittis servum tuum Domine, secundum verbum tuum in pace” (Ahora deja, oh Señor, que tu siervo vaya en paz, según tu palabra). “Es la oración que la Iglesia eleva a Dios cuando baja la noche, y es significativo recordarla hoy pensado en nuestro hermano, llegado al ocaso de su vida terrena”.

Nacido en Siétamo, provincia de Huesca, el 21 de febrero de 1921, él ha tenido el don de una larga existencia, animada desde su juventud por un acentuado espíritu misionero. Siguiendo el ejemplo de don Bosco -ha señalado el Papa- hubiera querido vivir su vocación de salesiano en directo contacto con la juventud, en tierra de misión, pero la Providencia lo llamó a otros quehaceres. Ha sido apóstol en los ambientes de la Universidad y de la Curia Romana, sin perder nunca, la ocasión para desarrollar una intensa actividad espiritual en el ámbito teológico y en el de la cultura, sobre todo animando a grupos de profesores y religiosos, y como capellán universitario. El suyo fue un servicio eclesial, fiel y generoso”.

Benedicto XVI ha explicado que ayer pudo tener entre las manos algunas cartas que el cardenal Javierre Ortas había dirigido al Papa Juan Pablo II. De ellas emerge la referencia privilegiada que la Eucaristía tuvo siempre en su vida, como por ejemplo en 1992, tras ser nombrado Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cuando escribió: RealAudioMP3 Huelga repetir en esta ocasión mi voluntad incondicionada de servicio. Cuente, Santidad, con mi esfuerzo sincero de conducir a término el cometido que se me ha encomendado. Lo imagino gravitando por completo en torno a la EUCARISTIA. Todo gira en torno a ese baricentro.

“Lo mismo sucedió -ha proseguido Benedicto XVI- en ocasión del 50 aniversario de su ordenación sacerdotal, en la carta de agradecimiento al Santo Padre”, en la que expresaba su alegría de revivir los mismos sentimientos de su ordenación en Salamanca, conciente de que en la Eucaristía, sacramento del sacrificio, Cristo actualiza en plenitud su único Sacerdocio”.

“El cardenal Javierre Ortas ha querido que su existencia personal y su misión eclesial fueran un mensaje de esperanza: a través de su apostolado, siguiendo el ejemplo de san Juan Bosco, se esforzó en comunicar a todos que Cristo está siempre con nosotros. “Él, que era hijo de la patria de Santa Teresa y de san Juan de la Cruz seguramente había rezado muchas veces estos versos”, ha dicho el Papa: RealAudioMP3 “Nada te turbe, / nada te espante. / Quien a Dios tiene / nada le falta / … / Solo Dios basta”.

Y precisamente porque estaba habituado a vivir apoyándose en estas convicciones, el cardenal Javierre Ortas, en el momento de dejar su cargo en la Curia -ha recordad el Pontífice-, pudo escribir nuevamente al Papa Juan Pablo II palabras llenas de esperanza: RealAudioMP3 “No me resta sino impetrar que el Señor utilice – en registro divino – la bondad de su Vicario cuando en la tarde de la vida – no lejana – suene para mi la hora del examen sobre el amor”.

Finalmente, Benedicto XVI ha mencionado la profunda devoción a María que tenía el purpurado español fallecido. “De la amada y venerada María intentó imitar el estilo de un servicio discreto y generoso” y habiendo dejado el cargo en su dicasterio, se dedicó de lleno al servicio que nunca hay que abandonar: la oración.








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