Lunes, 20 ene (RV).- Desde el año 1954, el último domingo de enero, se celebra en
diferentes países del mundo el Día Mundial de la Lepra. Esta jornada tiene como objeto
denunciar la preocupante presencia que esta enfermedad milenaria tiene aún en países
de Asia, América Latina y África, y la sensibilización de la sociedad sobre este tema,
ya que a pesar de que existe un tratamiento de cura para la lepra desde el año 1982,
aún sigue habiendo obstáculos para hacerlo llegar a tiempo a los afectados. De tal
forma, que no siempre se consigue evitar las discapacidades. Esto, unido a las numerosas
personas que se les diagnosticó la enfermedad antes de que existiera un tratamiento,
se traduce en más de dos millones de discapacitados en todo el mundo.
En su
mensaje del pasado año, dirigido a la Jornada Mundial contra la Lepra, el cardenal
Lozano Barragán, expresaba, entre las necesidades que debemos afrontar hoy, además
del desarrollo de la organización y de canales más eficientes y garantizados para
la distribución gratuita de los medicamentos, y el atento cuidado de la higiene, está
la necesidad de preparar, sobre todo en los diversos países y en las zonas donde está
más presente la lepra, grupos de agentes socio-sanitarios que puedan actuar en el
territorio diagnosticando a tiempo la presencia de la enfermedad y de curarla tanto
en la fase inicial como en su desarrollo. De aquí se deduce, por un lado, la necesidad
de proyectos formativos debidamente programados y, por otro, la necesidad de tener
un conocimiento más preciso de la realidad y de las zonas no suficientemente servidas
o aún no alcanzadas por varios programas sociales y terapéuticos.
Ese fue
el llamamiento que quiso lanzar también Benedicto XVI a los fieles durante las celebraciones
del pasado año: "La lepra es síntoma de un mal más grave y más vasto, que es la miseria.
Por eso, como hicieron mis predecesores, renuevo el llamamiento a los responsables
de las naciones a fin de que unan sus esfuerzos para superar los graves desequilibrios
que aún perjudican a gran parte de la humanidad".
Y es que la lepra sigue
siendo en numerosos países un problema de salud pública y aunque se han reducido considerablemente
los índices de prevalencia de la enfermedad, el número de casos detectados por año
permanece prácticamente estable. Por este motivo la ONG ANESVAD desarrolla proyectos
para facilitar el correcto proceso de integración de la lepra dentro de los sistemas
de salud nacionales y así desestigmatizar la enfermedad y acabar con el tradicional
aislamiento de los pacientes afectados por la enfermedad.
Asimismo se promueven
campañas de detección precoz de la enfermedad y búsqueda activa de casos en zonas
con altos índices de prevalencia. La formación técnica sobre la lepra para el personal
médico y promotores de salud es también uno de los componentes principales desarrollados
en los proyectos de ANESVAD. Igualmente se apoyan centros de referencia donde los
pacientes con graves lesiones puedan ser atendidos y se apoya la rehabilitación física
y económica de los afectados. La India es uno de los países que sigue sufriendo la
lacra de la lepra, ya que en este país se han registrado más de la mitad de los nuevos
casos de lepra en el mundo en 2005. Aun así, para el Gobierno del país y la Organización
Mundial de la Salud (OMS) consideran que ya no es un problema de salud pública.
La lepra es una enfermedad ligada a la pobreza. Aunque no está claro cuál es la
vía de transmisión de la bacteria, se sabe que el hacinamiento, la malnutrición y
la falta de higiene favorecen el contagio. Queremos finalizar el programa de hoy dedicado
a la próxima Jornada Mundial contra la lepra que se celebrara este domingo, recordando
las palabras de Juan Pablo II para una de estas celebraciones: Queridos hermanos y
hermanas, ¡cuántos sufrimientos desaparecerían o, por lo menos, se mitigarían, si
disminuyeran los egoísmos y creciera la solidaridad! El objetivo de esta celebración
no consiste sólo en solicitar el apoyo material y espiritual indispensable para todos
los que están afectados por esta enfermedad sino también en sensibilizar la opinión
pública acerca de las condiciones dramáticas de pobreza e injusticia en las que se
encuentra gran parte de la humanidad. Es preciso vencer, ante todo, la indiferencia,
verdadera lepra del espíritu.