El Papa lamenta el actual contexto cultural, marcado por el relativismo y el positivismo
jurídico, que considera el matrimonio como una mera formalización social de las relaciones
afectivas, privándole incluso de su índole heterosexual
Sábado, 27 ene (RV).- Benedicto XVI, recibiendo a los miembros del Tribunal de la
Rota Romana, ha manifestado que hay que subrayar ante todo que el Concilio describe
ciertamente el matrimonio como íntima comunidad de vida y de amor, pero que semejante
comunidad es determinada, siguiendo la tradición de la Iglesia, por un conjunto de
principios de derecho divino, que establecen su verdadero sentido antropológico permanente.
Benedicto
XVI ha recibido esta mañana, a Mons. Antoni Stankiewicz, decano del Tribunal de la
Rota Romana y al Colegio de los prelados auditores del mismo Tribunal. Seguidamente,
en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa ha asistido a la inauguración
del Año Judicial del Tribunal de la Rota Romana.
Al saludar a los prelados
auditores, a los oficiales, a los colaboradores del Tribunal de la Rota Romana el
Santo Padre ha manifestado su alegría por este nuevo encuentro con ocasión de la inauguración
del año judicial. Después de saludar cordialmente al Colegio de los Prelados auditores,
comenzando por su decano, mons. Antoni Stankiewicz, a quien ha agradeció las palabras
con las cuales ha introducido el encuentro, el Papa también da saludado a los oficiales,
a los abogados y a los demás colaboradores de este Tribunal, así como también a los
miembros del Estudio rotal y a todos los presentes.
El Pontífice ha aprovechado
esta ocasión para renovar la estima y para reafirmar, al mismo tiempo, la importancia
del ministerio eclesial que ejercen en un sector tan vital como es la actividad judicial.
Y tras afirmar que tiene muy presente el precioso trabajo que están llamados a desarrollar
con diligencia y escrúpulo en nombre y por mandato de esta Sede Apostólica, el obispo
de Roma ha afirmado que su delicada tarea de servicio a la verdad en la justicia está
sostenida por las insignes tradiciones de este Tribunal en el que cada uno de ellos
se siente personalmente comprometido.
Benedicto XVI ha recordado asimismo que
el año pasado, durante su primer encuentro con ellos, trató de explorar los caminos
para superar la aparente contraposición entre el instituto del proceso de nulidad
matrimonial y el genuino sentido pastoral. Y afirmó que en esta perspectiva, surgía
el amor a la verdad como punto de convergencia entre la investigación procesal y el
servicio pastoral a las personas. Naturalmente, el Papa les dijo que no se debe olvidar
que en las causas de nulidad matrimonial la verdad procesal presupone la “verdad del
matrimonio” mismo.
Y ha explicado que la expresión “verdad del matrimonio”
pierde relevancia existencial en un contexto cultural marcado por el relativismo
y el positivismo jurídico, que consideran el matrimonio como una mera formalización
social de las relaciones afectivas. En consecuencia – ha dicho el Papa- este no sólo
se vuelve contingente, como pueden serlo los sentimientos humanos, sino que se presenta
como una superestructura legal que la voluntad humana podía manipular a gusto, privándola
incluso de su índole heterosexual.
El Papa ha agregado que esta crisis de
sentido del matrimonio se hace sentir también en el modo de pensar de muchos fieles.
Y ha dicho que los efectos prácticos de lo que él ha llamado “hermenéutica de la discontinuidad
y de la ruptura” acerca de la enseñanza del Concilio Vaticano se advierten de modo
particularmente intenso en el ámbito del matrimonio y de la familia. Además Benedicto
XVI ha destacado que, en efecto, a algunos parece que la doctrina conciliar sobre
el matrimonio, y concretamente la descripción de este instituto como “íntima comunidad
de vida y de amor” deba llevar a negar la existencia de un vínculo conyugal indisoluble,
porque se trataría de un “ideal” al que no pueden ser “obligados” los “cristianos
normales”.
El Pontífice también ha destacado que se ha difundido en ciertos
ambientes eclesiales la convicción según la cual el bien pastoral de las personas
en situación matrimonial irregular exigiría una especie de regularización canónica,
independientemente de la validez o nulidad de su matrimonio, es decir, independientemente
de la “verdad” acerca de su condición personal. Y ha afirmado que la vía de la declaración
de nulidad matrimonial es considerada de hecho como un instrumento jurídico para alcanzar
semejante objetivo, según una lógica en la que el derecho se convierte en la formalización
de las pretensiones subjetivas.
Al respecto, y entre otros conceptos, el Papa
ha manifestado que hay que subrayar ante todo que el Concilio describe ciertamente
el matrimonio como íntima comunidad de vida y de amor, pero que semejante comunidad
es determinada, siguiendo la tradición de la Iglesia, por un conjunto de principios
de derecho divino, que establecen su verdadero sentido antropológico permanente.