Escuchar el programa Viernes, 5 ene
(RV).- Iniciamos nuestras reflexiones con el tema de la familia política: los hermanos
de mi esposa, las esposas de nuestros hermanos, las parejas de nuestros hijos, los
padres de mi nuera y así una cantidad de personas con las cuales vamos adquiriendo
relaciones y confianza gracias a las relaciones que nuestra familia establece o que
nosotros mismos hemos establecido y que no siempre son fáciles de llevar.
Después
de la relación con nuestra propia familia, la segunda más importante es con la familia
de nuestra pareja. ¿Por qué? Porque esperamos un trato similar hacia nuestra propia
familia.
Las cosas pueden sonar un poco complicadas, pero es más complicado
aún cuando no hay relaciones amigables entre todos los involucrados. Si hay nietos
y sobrinos de por medio que pueden sufrir la consecuencia de una relaciones con la
familia política difíciles, en una familia donde existan problemas entre la abuela
y la nuera, entre cuñados y entre los miembros de la familia en general, entonces
realmente todos sufren.
Veamos por ejemplo una de las relaciones más comentada:
entre suegra-nuera. Las mamás siempre quieren preservar el sistema de organización
que implantaron en sus hogares, y aunque sus hijos tengan 50 años ellas los seguirán
viendo como sus hijos adorados.
De ahí que las discusiones con las nuevas
porque no hacen las cosas en los hogares de los hijos como las hubieran hecho las
mamás son las más comunes. Frases como: · Tienes que saber hacerle la sopa como yo.
· Él tiene que visitarme todos los días. · Después de mí, tú eres la mujer más importante
para él. · Nadie lo entiende como yo, por eso todo me lo consulta a mí primero. Estas
son expresiones claras de esa idea de continuidad que las mamás tienen sobre sus hijos,
pese a que ellos hayan construido sus propios hogares. Un esposo debe evitar que
ambas partes se conviertan en contrincantes. Cuando existen estas desavenencias es
porque el hijo no las ha resuelto. No es la nuera la que debe enfrentarse a la suegra.
Madre e hijo deben ser honestos y ubicarse en su nuevo rol y en los contextos de cada
familia.
El esposo debe dedicarle tiempo a su madre, pero por supuesto
no con la misma frecuencia porque ahora su nueva familia necesita también de tiempo.
Si no que la suegra refresque la memoria de cómo ella dejo su casa de soltera para
formar un nuevo hogar. Y eso es lo normal.
Cuando se inician las competencias
entre suegra y esposa es consecuencia de un esposo a quien le cuesta dejar su estrecho
vínculo con su madre y tiene miedo de que si se aparta de ella lo dejarán de querer
o que la madre podrá no sobrevivir sin su querido hijo. Ojo con esto porque entra
el juego de la manipulación en donde algunas suegras se enferman con tal de que el
hijo las llame o visite diariamente.
Aquellos esposos que permiten este
tipo de situaciones deben reflexionar en qué tipo de relación mantienen con su madre
antes de dejar de apoyar a sus esposas.
No cabe duda que las relaciones
con la familia política son siempre importantes. Llevarse bien con los suegros y los
cuñados, tener una relación de cordialidad –por lo menos- con los esposos o esposas
de sus hijos permite que la vida cotidiana fluya, que los niños puedan disfrutar de
la presencia y el amor de sus abuelos y tíos, que puedan generar complicidades entre
los primos y que realmente la familia sea un unión de amor y armonía. De lo contrario,
serán difíciles las relaciones, poco entendimiento y sobre todo la pérdida para los
niños será siempre mayor.