Ángelus: Llamamiento a las familias en dificultad para que sepan resistir los embistes
disgregadores de una cierta cultura contemporánea que mina las bases de la institución
familiar
Domingo, 31 dic (RV).- A mediodía, Benedicto XVI se ha asomado a la ventana del Palacio
apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los miles de fieles congregados en la
plaza de San Pedro. En su breve alocución previa a la plegaria mariana, el Santo Padre
ha aludido a la celebración de hoy, de la Sagrada Familia de Nazaret y con alegría
ha dirigido un saludo a todas las familias del mundo, deseándoles la paz y el amor
que Jesús nos ha dado viniendo entre nosotros en Navidad.
Seguidamente el
Papa se ha referido al Evangelio de hoy, en el que encontramos “un acontecimiento
que vale más que toda palabra: Dios ha querido nacer y crecer en una familia humana”.
De esta manera la ha consagrado como primero y ordinario camino de su encuentro con
la humanidad. También ha recordado que Jesús en Nazaret honró a la Virgen María y
al justo José, a quienes obedeció durante su infancia y adolescencia. “De esta manera
ha evidenciado el valor primario de la familia en la educación de la persona –ha señalado
el Obispo de Roma- Por María y José, Jesús fue introducido en la comunidad religiosa,
frecuentando la sinagoga de Nazaret. Con ellos aprendió a peregrinar a Jerusalén,
como narra el evangelio que hoy la liturgia propone para nuestra meditación”.
Seguidamente
el Papa ha aludido a la última parte del Evangelio de hoy referente a la permanencia
de Jesús en el Templo y hace comprender a sus padres que debía “ocuparse de las cosas
de su Padre”, es decir de la misión que Dios le había encomendado. “Este pasaje evangélico
revela la más auténtica y profunda vocación de la familia: es decir la de acompañar
a cada uno de sus componentes en el camino de descubrir a Dios y de su designio que
Él ha predispuesto respecto a cada uno”.
Benedicto XVI después ha recordado
que María y José educaron a Jesús en primer lugar con su ejemplo: “en sus Padres,
Él ha conocido toda la belleza de la fe, del amor por Dios y por su Ley, así como
la exigencia de la justicia, que encuentra pleno cumplimiento en el amor”. También
ha subrayado que de ellos, Jesús aprendió en primer lugar, que era necesario hacer
la voluntad de Dios, y que la unión espiritual vale mucho más que la unión de la sangre.
La sagrada Familia de Nazaret es verdaderamente el “prototipo” de toda familia cristiana
que, unida en el Sacramento del matrimonio y alimentada por la Palabra y la Eucaristía,
está llamada a realizar la estupenda vocación y misión de ser célula viva no solamente
de la sociedad, sino también de al Iglesia, signo e instrumento de unidad para todo
el género humano.
El Pontífice ha finalizado su alocución invocando, junto
a los fieles presentes en la plaza de San Pedro, la protección de María Santísima
y de san José para todas las familias, especialmente para aquellas que se encuentran
en dificultades. Para que las mantengan y sepan resistir a los embistes disgregadores
de una cierta cultura contemporánea, que mina las bases de la institución familiar
y que ayuden a las familias cristianas a ser, en todas las partes del mundo, imagen
viva del amor de Dios. Y tras el rezo del Ángelus y el responso por los fieles difuntos
el Papa ha saludado en varias lenguas. Estas han sido sus palabras en español: “Doy mi bienvenida
a los peregrinos de lengua española que participan en el rezo del ángelus, en este
domingo en el que celebramos la Sagrada Familia. Pidamos por todas las familias del
mundo para que en sus hogares se viva y transmita la fe, siendo así testigos del amor
en el mundo. ¡Feliz día del Señor!”.
Saludando a los peregrinos de lengua polaca
el Papa ha dado gracias a Dios por su peregrinación a Polonia. Ha recordando el itinerario
que realizó siguiendo las huellas del Siervo de Dios Juan Pablo II y el testimonio
de fe manifestado por los polacos.