El Papa lamenta que el año que termina permanece en nuestra memoria con la profunda
huella de los horrores de la guerra en Tierra Santa y del peligro de un enfrentamiento
entre culturas y religiones
Viernes, 22 dic (RV).- El Santo Padre en su discurso a la Curia Romana con motivo
de la Navidad ha reflexionado sobre las riqueza espirituales que ha podido probar
a través de sus cuatro viajes apostólicos a Polonia, Valencia, Alemania y Turquía
durante este año 2006.
Benedicto XVI con motivo de las felicitaciones de
Navidad, se ha reunido esta mañana, en la Sala Clementina del Vaticano, con los miembros
de la Curia Romana a quién ha dirigido un denso discurso. “El año que está terminando
permanece en nuestra memoria con la profunda huella de los horrores de la guerra en
Tierra Santa y del peligro de un enfrentamiento entre culturas y religiones”. “El
problema del camino hacia la paz -ha dicho el Papa- se ha convertido en un desafío
de primera importancia para todos aquellos que se preocupan por el hombre”. La paz
sobre la tierra no será posible sin la reconciliación con Dios, sin la armonía entre
el cielo y la tierra. Y esta correlación del tema “Dios” con el tema “paz” es el aspecto
determinante de los cuatro Viajes Apostólicos de este año, sobre los que el Santo
Padre ha basado su discurso.
“La visita pastoral a Polonia, país natal de nuestro
amado Papa Juan Pablo II, ha sido para mí un íntimo deber de gratitud por todo lo
que él, durante un cuarto de siglo de su servicio, me ha dado a mí personalmente y
sobre todo a la Iglesia y al mundo”.
Su don más grande para todos nosotros
ha sido su fe inquebrantable y el radicalismo de su entrega. “Totus Tuus” era su lema:
en él se reflejaba todo su ser”.
Benedicto XVI ha dicho que por todos los lugares
que recorrió en Polonia pudo encontrar la alegría de la fe. “La gente ha visto en
mí -ha afirmado-, al sucesor de Pedro al cual le ha sido confiado el ministerio pastoral
para toda la Iglesia. De esta manera la visita a Polonia ha sido para mí, en el sentido
más profundo, una fiesta de la catolicidad”. Cristo es nuestra paz que reúne a los
separados: Él es la reconciliación, más allá de todas las diferencias de épocas históricas
y de culturas. Y es mediante este ministerio petrino que experimentamos la fuerza
unificadora de la fe. Por esta particular experiencia de catolicidad ha dado las gracias
a la Iglesia en Polonia.
El Papa también ha querido recordar su visita al campo
de concentración de Auschwitz-Birkenau “lugar de la barbarie más cruel” “donde se
intentó exterminar al pueblo de Israel y con él al Dios de la historia”. “Para mí
fue -ha señalado- motivo de gran consuelo ver aparecer en el cielo el arco iris mientras
delante del horror gritaba hacia Dios, turbado por el miedo y por su aparente ausencia
y al mismo tiempo seguro de que incluso en el silencio Él estaba a nuestro lado. Y
el arco iris fue como una respuesta”.
Benedicto XVI seguidamente se ha detenido
sobre su viaje apostólico a Valencia, marcado por el tema del matrimonio y la familia.
“Ha sido bonito escuchar el testimonio de cónyuges de todos los continentes con sus
hijos. Hablaron de sus respectivos caminos en el sacramento del matrimonio y desde
el interior de la familia numerosa. Testimonios de profunda alegría, no de una alegría
superficial, sino de una dicha madurada en el sufrimiento, de una dicha que llega
a lo más profundo del hombre y lo redime verdaderamente.
Y esta realidad contrasta
con la Europa que no quiere tener hijos le llegó al alma del Pontífice, como él mismo
ha manifestado. “Son hijos que sin duda cuestan fatigas de tipo social y financiero.
Son muchas las preocupaciones y los problemas diarios y la dedicación necesaria que
hay que aportar a los hijos para abrirles caminos de futuro”. Hablando de estas dificultades
el Papa ha afirmado que “se pueden ver claras las razones del porqué a tanta gente
el riesgo de tener hijos les parece demasiado elevado. El niño tiene necesidad de
amor y esto significa que debemos darles nuestro tiempo y nuestra vida, pero esta
“materia prima” hoy parece que escasea cada vez más.
El tiempo que tenemos
a disposición apenas basta para la propia vida; ¿Cómo podremos darlo a otra persona?
Tener tiempo y poderlo darlo es para nosotros una manera concreta para aprender a
darnos a los demás, a perderse para encontrarse a sí mismo”.
El problema se
presenta difícil porque no estamos seguros de las normas que tenemos que transmitir;
porque no sabemos cuál es uso justo de la libertad; cual la manera justa de vivir;
cuál sea moralmente el deber a seguir y qué cosa es inadmisible. El Papa ha dicho
que el espíritu moderno ha perdido el sentido de la orientación, y esta falta de orientación
nos impide ser, para los otros, indicadores de la recta vía. El hombre de hoy está
inseguro ante el futuro, por eso ve como un riesgo el tener hijos. “Sólo podemos transmitir
la vida de manera responsable, si somos capaces de transmitir algo más que la simple
vida biológica, un sentido que sea más fuerte que las nubes que oscurecen el futuro”,
ha dicho el Santo Padre. Si no aprendemos de nuevo los fundamentos de la vida y no
descubrimos de manera nueva la certeza de la fe, será cada vez más imposible confiar
a los otros el don de la vida.
Seguidamente Benedicto XVI ha mostrado su preocupación
por las leyes sobre las parejas de hecho. “Cuando vienen creadas nuevas formas jurídicas
que relativizan el matrimonio, -ha dicho- la renuncia a la unión definitiva conlleva
un sello jurídico. En tal caso cuesta todavía más decidirse, casarse es todavía más
difícil. A eso se añaden las otras formas de parejas que relativizan las diferencias
de sexos y que confirman “las teorías funestas que marginan el perfil masculino y
femenino de la persona”. El Papa ha recordado que cuando se dice que la Iglesia no
debería intervenir en estos asuntos, entonces nosotros podríamos responder sólo una
cosa: “¿Quizás el hombre no nos interesa?... ¿No es en cambio nuestro deber intervenir
para defender al hombre? Aquella criatura que, en la unidad inseparable de cuerpo
y alma, es imagen de Dios. El viaje a Valencia se ha convertido para mí, ha finalizado
diciendo el Papa, en un viaje a la búsqueda de lo que significa ser hombre.
El
gran tema del viaje a Alemania fue en cambio el tema de Dios. “El gran problema actual
que tiene Occidente es el olvido de Dios. Es un olvido que se difunde. En Alemania
viven una gran mayoría de personas no bautizadas para los cuales el cristianismo y
el Dios de la fe parecen cosas pertenecientes al pasado”. Dios está presente y es
determinante para los hombres en el mundo. Donde falta Él no queda nada del mensaje
de Jesús:
Por esto Jesús es el Reino de Dios en persona: el hombre en el cual
Dios está en medio de nosotros y a través del cual nosotros podemos tocar a Dios y
acercarnos a Dios. Donde esto acontece, el mundo se salva.
Relacionados con
Dios, Benedicto XVI ha hablado de dos temas más que marcaron su viaje a la Baviera
natal: el tema del sacerdocio y el del dialogo. “El verdadero fundamento de la vida
sacerdotal, -ha dicho el Papa- es Dios mismo y esta teocentricidad de la existencia
sacerdotal es necesaria precisamente en nuestro mundo totalmente funcional”. El sacerdote
debe conocer a Dios verdaderamente desde su interior, y ofrecerlo a los hombres: es
este el servicio primordial que hoy la humanidad necesita.
Respecto al verdadero
fundamento del celibato el Santo Padre lo ha sintetizado en una frase: “Dominus pars”,
“Tu eres mi tierra”. El celibato debe ser un testimonio de fe: la fe en Dios se concreta
en una forma de vida que sólo a partir de Dios tiene sentido. Fundamentar la vida
en Dios, renunciando al matrimonio y a la familia significa acoger y experimentar
a Dios como realidad y poderlo llevar a los hombres.
En lo referente al tema
del dialogo, Benedicto XVI ha destacado su visita a la catedral de Ratisbona donde
se encontró con muchos representantes de la ortodoxia y del cristianismo evangélico
durante la celebración de las Vísperas ecuménicas. Y más tarde en la Universidad de
Ratisbona donde pudo evidenciar la urgente necesidad que hoy tiene el mundo de diálogo
entre fe y razón.
Finalmente, el Pontífice ha aludido a su viaje apostólico
a Turquía que le ha ofrecido la ocasión de ilustrar públicamente su respeto por la
religión islámica, un respeto que el Concilio Vaticano II ha indicado como planteamiento
obligado.
El contenido del diálogo entre cristianos y musulmanes será en este
momento sobre todo el de compartir el compromiso por encontrar soluciones justas.
Nosotros cristianos nos sentimos solidarios con todos aquellos que, precisamente
en base a su convicción religiosa de musulmanes, se empeñan contra la violencia y
por la sinergia entre fe y razón, entre religión y libertad.
En Estambul el
Papa pudo vivir también una feliz proximidad ecuménica en el encuentro con el patriarca
Bartolomé I, “donde experimentamos ser hermanos -ha señalado- no solamente a nivel
de palabras, sino desde la profundidad del alma, unidos en la fe común de los apóstoles
y donde rezamos juntos, para alcanzar cuanto antes la unidad plena. Finalmente Benedicto
XVI ha felicitado a todos los miembros de la Curia las inminentes navidades.