El Papa elogia la labor del patriarcado copto en la educación humana, espiritual y
moral de los jóvenes a través de una red escolar y catequética de calidad
Viernes, 15 dic (RV).- Benedicto XVI ha mantenido un encuentro esta mañana con Su
Beatitud Antonios Naguib, el nuevo Patriarca de Alejandría de los Coptos (de Egipto).
En su discurso el Santo Padre ha mostrado su dicha por este momento de comunión fraterna
y de unidad de la Iglesia copta católica con la Sede apostólica. El Papa ha aprovechado
la ocasión para saludar también a Su Beatitud el cardenal Stephanos II, patriarca
emérito de Alejandría.
“Es en la celebración de la Divina Liturgia en donde
se manifiestan la comunión en Cristo, que ha hecho de nosotros, hermanos. Es en la
celebración en donde se expresa en plenitud la comunión entre todos los católicos
en torno al Sucesor de Pedro”, ha afirmado el Papa. Sois Beatitud, el Padre y jefe
de la Iglesia católica de Alejandría, una sede prestigiosa honrada en el curso de
los 5 primeros siglos como primer patriarcado después de Roma.
Vuestra comunidad
patriarcal es portadora de una rica tradición espiritual, litúrgica y teológica -la
tradición alejandrina, ha dicho el Papa- en donde los tesoros forman parte del patrimonio
de la Iglesia. Iglesia que ha sido beneficiada por la predicación del evangelista
san Marcos, intérprete del apóstol Pedro; una relación particular de fraternidad,
pues, une vuestro patriarcado a la sede de Pedro.
El Pontífice ha asegurado
su oración y ha dado su apoyo “por el cargo particular” que el Concilio ecuménico
Vaticano II ha confiado a las Iglesias orientales católicas: “hacer progresar la unidad
de todos los cristianos, sobre todo de los cristianos orientales” especialmente con
vuestros hermanos de la Iglesia copta ortodoxa. Del mismo modo es muy importante el
diálogo interreligioso entre cristianos y musulmanes.
Benedicto XVI ha saludado
con gran estima la atención que presta el patriarcado copto a la educación humana,
espiritual y moral de los jóvenes a través de una red escolar y catequética de calidad
que constituye un servicio para toda la sociedad, una sociedad que tiene gran necesidad
de este entusiasmo y de esta esperanza. Hablando de las vocaciones en la vida consagrada,
finalmente el Santo Padre ha deseado que la pobreza la castidad y la obediencia sean
testimonio y ha hecho un llamamiento a la santidad para el mundo de hoy.