2006-12-14 16:49:39

El Papa y el arzobispo de Grecia firman una Declaración conjunta en la que piden el respeto de la vida en todas sus fases y la defensa de las raíces cristianas en Europa


Miércoles, 14 dic (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana a Su Beatitud Christodoulos, Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, en la primera visita al Papa y a la Iglesia de Roma, que realiza el primado ortodoxo griego.

El pontífice y el arzobispo de Atenas han firmado una declaración conjunta donde piden el respeto de la vida en todas sus fases y la defensa de las raíces cristianas en Europa. Otros puntos fundamentales de la Declaración han sido los derechos humanos, una mayor atención de los países ricos hacia los pobres, la difusión de un espíritu de solidaridad que acompañe los progresos de la tecnología y de la economía.

Los derechos humanos, una mayor atención de los países ricos hacia los pobres, la difusión de un espíritu de solidaridad que acompañe los progresos de la tecnología y de la economía. Son algunos de los puntos principales de la declaración común firmada esta mañana por Benedicto XVI y el primado ortodoxo griego Chistodoulos. Europa ocupa un lugar particular en esta declaración, a quien se pide una mayor sensibilidad en la protección eficaz de los derechos fundamentales del hombre. “Confiamos en una colaboración fecunda –se lee en esta Declaración común- para hacer que nuestros contemporáneos redescubran las raíces cristianas que han forjado las distintas naciones de Europa”.

Ampliando esta situación al panorama mundial el obispo de Roma y el arzobispo de Atenas invitan a los países ricos a prestar una mayor atención a los países pobres y en el mismo contexto denuncian la explotación abusiva de la Creación. En función de estas “convicciones comunes” Benedicto XVI y Christodoulos subrayan “el deseo de colaborar para el desarrollo de la sociedad, colaborando de forma constructiva al servicio de los pueblos y del hombre”.

Benedicto XVI y el arzobispo de Atenas han dirigido también un llamamiento a los científicos para que respeten en sus investigaciones el carácter sagrado del ser humano. En su declaración común el Papa y Christodoulos han elogiado los impresionantes progresos realizados en todos los campos de la ciencia, en particular en los relacionados con el hombre. No obstante invitan a las autoridades y a los científicos a respetar el carácter sagrado del ser humano y de su dignidad, porque la vida es un don divino.

El Papa y el arzobispo de Atenas expresan asimismo su inquietud ante los “experimentos con seres humanos que se están llevando a cabo, que no respetan ni la dignidad ni la integridad de la persona en todas las fases de su existencia, desde la concepción hasta su fin natural”.

Otro de los puntos principales de la declaración común es la voluntad de “recorrer juntos el arduo camino del dialogo en la verdad en vista del restablecimiento de la plena comunión de la fe en la unión del amor”. En la Declaración se afirma de forma unánime “la necesidad de perseverar en el camino de un diálogo ecuménico constructivo, porque no obstante las dificultades constatadas, este camino es uno de los esenciales de los que disponemos para restablecer la unidad tan deseada del cuerpo eclesial. La necesidad de perseverar en esta dirección viene motivada también para “reforzar la credibilidad del mensaje cristiano en un periodo de cambios en la sociedad, y en un momento en el que un gran número de nuestros contemporáneos se encuentran en un momento de búsqueda espiritual frente a la creciente globalización, que amenaza incluso la existencia del hombre y su relación con Dios y con el mundo”.

Antes de la firma de la Declaración común el Papa ha dirigido un discurso al arzobispo de Grecia donde le ha instado a "afrontar juntos los desafíos que se presentan a la fe cristiana" como la "secularización creciente, el relativismo y el nihilismo" que ponen en peligro "instituciones fundamentales como el matrimonio".
“Unos retos -ha dicho el Papa en su discurso- que conducen a leyes contrarias a la dignidad inalienable de las personas”. “Los distintos países de Europa están trabajando para la creación de una nueva Europa, que sin embargo no puede ser sólo una realidad exclusivamente económica. Católicos y ortodoxos –ha proseguido el Santo Padre- están llamados a ofrecer su propia contribución cultural pero sobre todo espiritual.

El Pontífice ha señalado como campos que requieren el compromiso de las Iglesias hermanas los de la defensa de la dignidad humana, la libertad religiosa y el respeto de las minorías, pero sin llegar a la homogeneidad cultural que podría hacer perder una gran riqueza cultural. “Es urgente –ha dicho el Papa- emprender acciones pastorales comunes que constituirán para nuestros contemporáneos un testimonio común”.

Benedicto XVI ha hablado de la histórica presencia en Roma del arzobispo de Grecia y de cómo ésta es el signo de un compromiso común. El Papa ha asegurado la profunda voluntad de la Iglesia católica de hacer todo lo posible para alcanzar la plena comunión entre católicos y ortodoxos y por colaborar pastoralmente a todos los niveles para anunciar el Evangelio.

El Santo Padre ha recordado también la importancia, en Grecia y Roma y en las distintas tradiciones cristianas que corresponden al este y al oeste de Europa, de una colaboración que contribuya a la acción evangelizadora de la Iglesia. En este sentido Benedicto XVI ha recordado que un compromiso común es el de la defensa de las raíces cristianas del continente “en un momento en el que las distintas naciones de Europa trabajan en la creación de una nueva Europa”.








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