El Papa y el arzobispo de Grecia firman una Declaración conjunta en la que piden el
respeto de la vida en todas sus fases y la defensa de las raíces cristianas en Europa
Miércoles, 14 dic (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana a Su Beatitud Christodoulos,
Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, en la primera visita al Papa y a la Iglesia
de Roma, que realiza el primado ortodoxo griego.
El pontífice y el arzobispo
de Atenas han firmado una declaración conjunta donde piden el respeto de la vida en
todas sus fases y la defensa de las raíces cristianas en Europa. Otros puntos fundamentales
de la Declaración han sido los derechos humanos, una mayor atención de los países
ricos hacia los pobres, la difusión de un espíritu de solidaridad que acompañe los
progresos de la tecnología y de la economía.
Los derechos humanos, una mayor
atención de los países ricos hacia los pobres, la difusión de un espíritu de solidaridad
que acompañe los progresos de la tecnología y de la economía. Son algunos de los puntos
principales de la declaración común firmada esta mañana por Benedicto XVI y el primado
ortodoxo griego Chistodoulos. Europa ocupa un lugar particular en esta declaración,
a quien se pide una mayor sensibilidad en la protección eficaz de los derechos fundamentales
del hombre. “Confiamos en una colaboración fecunda –se lee en esta Declaración común-
para hacer que nuestros contemporáneos redescubran las raíces cristianas que han forjado
las distintas naciones de Europa”.
Ampliando esta situación al panorama mundial
el obispo de Roma y el arzobispo de Atenas invitan a los países ricos a prestar una
mayor atención a los países pobres y en el mismo contexto denuncian la explotación
abusiva de la Creación. En función de estas “convicciones comunes” Benedicto XVI y
Christodoulos subrayan “el deseo de colaborar para el desarrollo de la sociedad, colaborando
de forma constructiva al servicio de los pueblos y del hombre”.
Benedicto XVI
y el arzobispo de Atenas han dirigido también un llamamiento a los científicos para
que respeten en sus investigaciones el carácter sagrado del ser humano. En su declaración
común el Papa y Christodoulos han elogiado los impresionantes progresos realizados
en todos los campos de la ciencia, en particular en los relacionados con el hombre.
No obstante invitan a las autoridades y a los científicos a respetar el carácter sagrado
del ser humano y de su dignidad, porque la vida es un don divino.
El Papa y
el arzobispo de Atenas expresan asimismo su inquietud ante los “experimentos con seres
humanos que se están llevando a cabo, que no respetan ni la dignidad ni la integridad
de la persona en todas las fases de su existencia, desde la concepción hasta su fin
natural”.
Otro de los puntos principales de la declaración común es la voluntad
de “recorrer juntos el arduo camino del dialogo en la verdad en vista del restablecimiento
de la plena comunión de la fe en la unión del amor”. En la Declaración se afirma de
forma unánime “la necesidad de perseverar en el camino de un diálogo ecuménico constructivo,
porque no obstante las dificultades constatadas, este camino es uno de los esenciales
de los que disponemos para restablecer la unidad tan deseada del cuerpo eclesial.
La necesidad de perseverar en esta dirección viene motivada también para “reforzar
la credibilidad del mensaje cristiano en un periodo de cambios en la sociedad, y en
un momento en el que un gran número de nuestros contemporáneos se encuentran en un
momento de búsqueda espiritual frente a la creciente globalización, que amenaza incluso
la existencia del hombre y su relación con Dios y con el mundo”.
Antes de la
firma de la Declaración común el Papa ha dirigido un discurso al arzobispo de Grecia
donde le ha instado a "afrontar juntos los desafíos que se presentan a la fe cristiana"
como la "secularización creciente, el relativismo y el nihilismo" que ponen en peligro
"instituciones fundamentales como el matrimonio". “Unos retos -ha dicho el Papa
en su discurso- que conducen a leyes contrarias a la dignidad inalienable de las personas”.
“Los distintos países de Europa están trabajando para la creación de una nueva Europa,
que sin embargo no puede ser sólo una realidad exclusivamente económica. Católicos
y ortodoxos –ha proseguido el Santo Padre- están llamados a ofrecer su propia contribución
cultural pero sobre todo espiritual.
El Pontífice ha señalado como campos que
requieren el compromiso de las Iglesias hermanas los de la defensa de la dignidad
humana, la libertad religiosa y el respeto de las minorías, pero sin llegar a la homogeneidad
cultural que podría hacer perder una gran riqueza cultural. “Es urgente –ha dicho
el Papa- emprender acciones pastorales comunes que constituirán para nuestros contemporáneos
un testimonio común”.
Benedicto XVI ha hablado de la histórica presencia en
Roma del arzobispo de Grecia y de cómo ésta es el signo de un compromiso común. El
Papa ha asegurado la profunda voluntad de la Iglesia católica de hacer todo lo posible
para alcanzar la plena comunión entre católicos y ortodoxos y por colaborar pastoralmente
a todos los niveles para anunciar el Evangelio.
El Santo Padre ha recordado
también la importancia, en Grecia y Roma y en las distintas tradiciones cristianas
que corresponden al este y al oeste de Europa, de una colaboración que contribuya
a la acción evangelizadora de la Iglesia. En este sentido Benedicto XVI ha recordado
que un compromiso común es el de la defensa de las raíces cristianas del continente
“en un momento en el que las distintas naciones de Europa trabajan en la creación
de una nueva Europa”.