Declaración conjunta: Benedicto XVI y Bartolomé I piden una Europa ampliada a quien
respete los derechos de las minorías religiosas y un mundo donde nadie pueda “matar
en nombre de Dios”
Jueves, 30 nov (RV).- Benedicto XVI y el Patriarca Bartolomé II han pedido en la declaración
conjunta firmada esta mañana una Europa ampliada a quien respete los derechos de las
minorías religiosas y un mundo donde nadie pueda “matar en nombre de Dios”. Paz en
Oriente Medio y defensa de la Creación. Lo desean Benedicto XVI y el patriarca Bartolomé
I en la Declaración Conjunta firmada hoy: un paso más en el camino ecuménico de católicos
y ortodoxos.
Tras la solemne Liturgia bizantina de talante ecuménico en la
iglesia patriarcal ortodoxa de San Jorge, el Papa Benedicto XVI y el Patriarca Ecuménico
Bartolomé I, han subido juntos al segundo piso del edificio y desde el balcón han
bendecido respectivamente en latín y griego a los fieles reunidos en el pequeño patio
delante del templo. Acto seguido ambos, en la sala del Trono en el tercer piso de
la Iglesia de san Jorge han presidido el solemne acto de la lectura y de la firma
de la Declaración Conjunta, que representa un nuevo paso en la unidad de todas las
confesiones cristianas y que sin duda es el documento más importante que producirá
este viaje apostólico de Benedicto XVI en Turquía.
Un camino de reconciliación
que comenzó en 1965, antes de la sesión final del Concilio Vaticano II. El papa Pablo
VI y el Patriarca Atenágoras retiraron entonces las mutuas excomuniones que dieron
lugar al cisma en 1054. Precisamente este es uno de los puntos que recuerda la Declaración
Conjunta de hoy, que no olvida tampoco el intercambio de visitas entre el Papa Juan
Pablo II y su Santidad Demetrios I, que en 1979, decidían la creación de una Comisión
mixta para el diálogo teológico. Ambas partes nombraron a sus delegados antes de finalizar
aquel año. Hasta el presente se han reunido al menos en ocho ocasiones. Como fruto
de ese diálogo se han publicado cuatro documentos.
En la Declaración Conjunta
se habla del “fraterno encuentro” de hoy como “una obra y un don de Dios” con el que,
una vez más se quiere “a través de la oración y el intercambio, renovar el compromiso
común en vista de la plena comunión. Una unidad plena que se realizará con la ayuda
del Espíritu Santo “cuando y como Dios querrá”.
“Como pastores nuestra misión
es anunciar el Evangelio al mundo de hoy, reforzando nuestra colaboración y nuestro
testimonio común”, se lee en el texto. Una misión hoy más que nunca actual y necesaria,
también en los países tradicionalmente cristianos “donde no se puede ignorar el crecimiento
de la secularización, del relativismo y del nihilismo sobre todo en el mundo occidental”.
En
el Documento se evalúa positivamente el camino hacia la formación de la Unidad Europea
considerando “inalienables los derechos de la libertad religiosa y la protección de
las minorías”. Ambas partes también unen esfuerzos para que se “preserven las raíces,
las tradiciones y los valores cristianos, asegurando así el respeto de la historia”.
En este contexto se evoca el mensaje del Evangelio con la cultura helénica, “un vínculo
que ha contribuido a preservar la herencia cristiana”.
La Declaración Conjunta
dedica otro punto a los males que afectan el mundo de hoy donde viven los cristianos,
y a las dificultades que deben afrontar: la pobreza, la guerra, el terrorismo, las
distintas caras de la explotación. “Católicos y ortodoxos están llamados a emprender
acciones en favor del respeto de los derechos del hombres”. “Queremos afirmar que
matar a inocentes en nombre de Dios es una ofensa hacia Él y hacia la dignidad humana”.
Asimismo
católicos y ortodoxos desean ardientemente que sea restablecida la paz en Oriente
Medio, la tierra donde “nuestro Señor ha vivido, sufrido, muerto y resucitado”. La
protección y la salvaguarda de la Creación, en una época de grandes peligros para
el ambiente, y un saludo a todos los cristianos del mundo completan el contenido de
este importante documento ecuménico.