Idoneidad de las Universidades católicas para desarrollar la dimensión interdisciplinar
de la Doctrina social de la Iglesia
Viernes, 17 nov (RV)- Las Universidades católicas son los lugares idóneos donde desarrollar
la dimensión interdisciplinar de la Doctrina social de la Iglesia, con la finalidad
de que el Evangelio penetre cada vez más en el tejido social y se consiga la plena
realización de la dignidad humana, el bien común, la solidaridad, la justicia y la
paz.
De esta forma se expresa el comunicado de la Conferencia Internacional
inaugurada esta mañana en Roma patrocinada por la Congregación para la Educación Católica
y el Consejo Pontificio Justicia y Paz y en la que participan más de 150 representantes
de ateneos pontificios de los cinco continentes.
En el discurso de inauguración,
el cardenal Renato Martino ha solicitado un encuentro y colaboración más íntima e
intensa entre las universidades católicas y la doctrina social de la Iglesia para
lograr el objetivo común de un humanismo integral y solidario. El purpurado ha auspiciado
que “la luz del Evangelio, que es al mismo tiempo luz de caridad e inteligencia, fecunde
el saber humano y, en la legítima autonomía de los métodos y lenguajes y sin perder
nunca de vista la necesaria unidad del saber, anime también la construcción de una
convivencia social de justicia y de paz”.
Por su parte, el prefecto de la Congregación
para le Educación Católica, cardenal Zenon Grocholewski, se ha detenido en la necesidad
de que la doctrina social de la Iglesia no se enseñe sólo, sino que se viva y se enriquezca
en el seno de las universidades católicas, especialmente a través de los instrumentos
de la investigación.
En su intervención el vicario del Papa para la ciudad
de Roma, cardenal Camilo Ruini, ha sostenido que “la cuestión antropológica asume
cada vez más una dimensión planetaria y por lo tanto en sus trayecto influyen todas
las grandes tradiciones culturales y espirituales de la humanidad. El purpurado ha
subrayado que no se podrá emprender un camino que respete el carácter específico y
la dignidad humana si el empuje en este sentido no proviene del Cristianismo, según
el cual quien quiera que tenga rostro humano posee como tal la dignidad y el destino
de ser hombre, criatura a imagen y semejanza de Dios.