Miércoles, 8 nov (RV).- “L’Osservatore Romano: desde Roma al mundo” es el título de
la exposición, que se clausurará en Roma este viernes, dedicada a los 145 años de
historia de este periódico del Papa.
El primer número de L'Osservatore Romano
salió el 1 de julio de 1861, pocos meses después de la proclamación del Reino de Italia
(17 de marzo de 1861). La finalidad de la publicación era defender el Estado Pontificio,
y sus objetivos eran polémico-propagandísticos. El diario tomó el nombre de una hoja
privada anterior (5 de septiembre de 1849 - 2 de septiembre de 1852), dirigida por
el abad Francesco Battelli y financiada por un grupo católico.
El 22 de junio
de 1861, el Ministerio Pontificio de Interior, a cuya competencia estaba la Prensa,
recibió un manuscrito que solicitaba el permiso de publicación. Dos días después,
la propuesta se estaba ya discutiendo en EL Consejo de Ministros. Finalmente, el día
26, en la audiencia pontificia, Pío IX concedía su asentimiento al "Reglamento" de
L'Osservatore.
En su primer decenio de vida L'Osservatore Romano dedicó mucho
espacio a los asuntos de política internacional, incluida la "Cuestión romana". Casi
nunca se discutían problemas puramente políticos; más bien, se destacaban la justicia
o injusticia de actos públicos y sus consecuencias para la religión católica y para
la moral de la sociedad. También los temas de índole religiosa, eclesiástica y económico-social,
encontraban espacio en la primera página. De esta forma, pronto el diario se caracterizó
como "espejo leal y bastante completo no sólo de las opiniones y de los deseos de
la mayoría de los católicos romanos, sino también de las opiniones y deseos -al menos
en sus formas exteriores y públicas- del mismo Gobierno del Papa".
Juan XXIII
escribió, con ocasión del centenario de este rotativo, que L’Osservatore Romano “ha
afirmado la verdad, defendido la justicia, promovido la causa de la verdadera libertad,
tutelado la honradez y el honor de la condición y dignidad humanas. En los tiempos
tranquilos y en los agitados, entre los acontecimientos cambiantes, siempre ha mantenido
la misma constancia, la misma moderación y equidad, y el mismo sentimiento de piedad
hacia el género humano, alimentado por la caridad cristiana, pues no fundaba su modo
de pensar y actuar en las pasiones de los míseros mortales, sino en la verdad y la
justicia divinas –señalaba el Pontífice- De ese modo, se convertía en ejemplo excelso
de toda publicación análoga, dado que despreciar la religión, desviarse de la verdad
con falsas interpretaciones, burlarse de la virtud, exaltar los vicios y los delitos
es suma vergüenza, que resulta aún más nefasta cuando en nombre de la libertad se
actúa la licencia desenfrenada y se prepara así la ruina de la sociedad humana”.
En
los mismos términos se manifestaba treinta años después, con ocasión de la introducción
de las nuevas tecnologías informáticas en la elaboración del diario, Juan Pablo II:
“L’Osservatore Romano realiza un servicio a la humanidad entera, deseosa de hallar
‘canales de esperanza’ de los que se puedan sacar confianza y valentía evangélicas.
L’Osservatore Romano se ha ido acercando cada vez más a los fieles a través
de las versiones del periódico en varios idiomas. En castellano nació el 5 de enero
de 1969. Como escribió el Papa Juan Pablo II con ocasión del número 1.000 del semanario,
sirve de "vínculo de comunicación eclesial entre tantos agentes de pastoral y fieles
cristianos que en España y en América Latina viven y testimonian, con sus cotidianos
afanes misioneros, el mensaje de Jesucristo". El área principal de difusión abarca,
además de España, los diecinueve países americanos de habla castellana. Es significativo,
al respecto, el hecho de que al primer responsable de esta edición, don Cipriano Calderón,
nombrado obispo a fines de 1988, se le encomendó el encargo de vicepresidente de la
Pontificia Comisión para América Latina. A través de esta exposición dedicada al
periódico del Papa se homenajea a uno de los estandartes de la comunicación pontificia.