2006-11-03 14:52:01

Intención General del mes de noviembre: «Para que en el mundo entero se ponga fin a todas las formas de terrorismo»


Jueves, 2 nov (RV).- La Intención General del Papa para el Apostolado de la Oración en este mes de noviembre exhorta a rezar: «Para que en el mundo entero se ponga fin a todas las formas de terrorismo».

Hace tan solo unos días, el pasado 27 de octubre, se cumplió el XX aniversario del Encuentro Interreligioso de Oración por la Paz, convocado en Asís por Juan Pablo II. Y, en un mensaje con motivo de esta conmemoración -destacando la apremiante actualidad de la «iniciativa audaz y profética» de su predecesor, para derrotar el odio, el terrorismo y la violencia- Benedicto XVI insistía en la importancia de rezar por la paz en el mundo, impulsando el diálogo y la formación de los jóvenes a la paz, «a la luz de los eventos ocurridos en estos veinte años y de la situación presente que vive la humanidad».

El mensaje pontificio fue leído en la inauguración del encuentro organizado por la diócesis de Asís junto con la Comunidad de San Egidio, el primero de una serie de actos, conmemoraciones e iniciativas para evocar la histórica cita del 27 de octubre de 1986, cuando Juan Pablo II convocó en Asís «no sólo a los cristianos de las distintas confesiones sino también a exponentes de diversas religiones». Cuán numerosas son las veces en que Benedicto XVI hace hincapié en la necesidad de perseverar en el impulso «del diálogo, la oración y la formación a la paz para los jóvenes católicos y para las juventudes de otras religiones».

Tras lamentar que «el tercer milenio se ha abierto con escenarios de terrorismo y de violencia que parecen no tener fin», Benedicto XVI señaló el hecho de que «los conflictos armados que se desarrollan hoy, sobre todo, con el telón de fondo de tensiones geopolíticas que existen en muchas regiones, pueden favorecer la impresión de que no sólo las diversidades culturales, sino que también las mismas diferencias religiosas podrían constituir motivos de inestabilidad o de amenaza contra las perspectivas de paz».

Recordando la esperanza general de paz que se produjo a raíz de la caída de los regímenes de inspiración comunista en el Este europeo, el Santo Padre destacó que este significativo acontecimiento conllevó, a su vez, el cese de la ‘guerra fría’, que «había generado una especie de repartición del mundo en esferas de influencias contrapuestas, suscitando la acumulación de aterradores arsenales de armas y de ejércitos dispuestos a una guerra total».

Una vez más, el Papa hizo hincapié en el magisterio de la Iglesia católica y evoca la declaración del Concilio Vaticano II Nostra Aetate sobre las relaciones con las religiones no cristianas: «no podemos invocar a Dios como Padre de Todos si rehusamos actuar como hermanos hacia algunos hombres creados a imagen de Dios» (n. 5)… A nadie se le consiente pues asumir el motivo de la diferencia religiosa como supuesto o pretexto para una acción belicosa contra otros seres humanos, escribe Benedicto XVI, reiterando luego que, como destaca en su primera Encíclica, «Dios es Amor».

Ante los que objetan que la historia conoce el triste fenómeno de las guerras de religión, el Santo Padre recordó que todos sabemos que semejantes manifestaciones de violencia «no se pueden atribuir a la religión en cuanto tal, sino a los límites culturales con los cuales ésta se vive y se desarrolla en el tiempo». Tras destacar que en todas las grandes tradiciones religiosas se registran testimonios de los íntimos lazos que existen entre la relación con Dios y la ética del amor, Benedicto XVI puso de relieve la Palabra de Dios que ilumina a los cristianos y, en el Antiguo Testamento, la revelación del plan universal de amor que culmina en el misterio pascual de Cristo, «el Hijo de Dios encarnado que, en un sorprendente acto de solidaridad se ofrece en la cruz por toda la humanidad».

El Santo Padre recordó asimismo que «el encuentro convocado en Asís por el Siervo de Dios Juan Pablo II puso de relieve el valor de la oración en la construcción de la paz», que «en primer lugar, se debe construir en los corazones, como quiso señalar al mundo, precisamente, su amado predecesor, exhortando a la oración acompañada por el ayuno y la peregrinación, símbolo del camino que conduce a Dios». «De esta forma, los orantes de las distintas religiones testimoniaron que la oración no divide, sino que une y constituye un elemento determinante para una eficaz pedagogía de la paz, centrada en la amistad, en la acogida recíproca y en el diálogo entre los hombres de diversas culturas y religiones».

«Pedagogía que necesitamos hoy más que nunca, en especial ante las nuevas generaciones. Ante los numerosos jóvenes que en las zonas del mundo marcadas por conflictos, son educados a sentimientos de odio y de venganza, en contextos ideológicos en los que se cultivan las semillas de antiguos rencores y se prepararan los ánimos para violencias futuras», destacó asimismo Benedicto XVI, manifestando su profunda satisfacción ante las iniciativas que con tal motivo impulsa el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.

Tras recordar que se deben evitar interpretaciones sincretistas, fundadas en una concepción relativista, Benedicto XVI saludó a los exponentes de las distintas religiones que participan en las conmemoraciones de Asís y reitera que, para «evitar confusiones inoportunas», en los encuentros interreligiosos de oración por la paz «es necesario que la oración se desarrolle según aquellos caminos distintos que son propios de las diversas religiones». Pues «la convergencia de los que son diversos no debe dar la impresión de ceder ante aquel relativismo que niega el sentido mismo de la verdad y la posibilidad de alcanzarla».

Benedicto XVI finalizó su mensaje - para las conmemoraciones del vigésimo aniversario de la «iniciativa audaz y profética de Juan Pablo II» - recordando que su mismo predecesor eligió la ciudad de Asís, conocida universalmente gracias a san Francisco, que supo encarnar la bienaventuranza proclamada por Jesús en el Evangelio: «Dichosos los constructores de paz….». En este contexto, el Papa destacó que si no se quiere traicionar el mensaje franciscano «es importante recordar» que «fue la opción radical por Cristo la que le brindó la clave para comprender la fraternidad a la que todos los hombres están llamados y en la que también las criaturas inanimadas – desde el hermano sol a la hermana luna – participan de alguna manera».

El Pontífice destacó la coincidencia de la conmemoración de este vigésimo aniversario de la iniciativa de oración por la paz de Juan Pablo II con el octavo centenario de la conversión de san Francisco. Pues «ambas conmemoraciones se iluminan recíprocamente».







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