2006-11-03 15:45:22

En su discurso en la Pontificia Universidad Gregoriana, el Papa ha vuelto a afrontar el tema de la relación que subsiste entre lo divino y lo humano


Viernes, 3 nov (RV).- Benedicto XVI ha visitado esta mañana la Pontificia Universidad Gregoriana. En el ateneo romano el Santo Padre ha dirigido un discurso a los docentes y estudiantes del centro académico fundado en 1551 por san Ignacio de Loyola y encomendado a los jesuitas. Han acogido, entre otros, al Pontífice el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica y Gran Canciller de la Universidad, y el padre Peter-Hans Kolvenbach, prepósito general de la Compañía de Jesús.

En su discurso Benedicto XVI ha recordado de manera particular el año 1972 cuando fue invitado, por el entonces rector Hervé Carrier, a desarrollar un curso para los estudiantes de segundo ciclo de teología dogmática. “Con la familiaridad de entonces os digo, queridos profesores y estudiantes, que la fatiga del estudio y de la docencia, para que tengan sentido en relación con el Reino de Dios, han de estar sostenidos por las virtudes teologales –ha señalado el Pontífice- De hecho, el objeto inmediato de la ciencia teológica, en sus diversas especificaciones, es Dios mismo, Dios revelado en Jesucristo, Dios con este rostro humano”.

Cristo Resucitado efectivamente, ha dicho el Papa, está presente en su Iglesia, la guía a través de los tiempos hacia la plenitud escatológica, una meta hacia la que caminamos sostenidos por la esperanza. “No basta, sin embargo, conocer a Dios; para poder realmente encontrarlo, también se le tiene que amar”, ha enfatizado el Pontífice remarcando que “el estudio de la Teología, del Derecho Canónico y de la Historia de la Iglesia no es sólo conocimiento de las proposiciones de la fe, en su formulación histórica y en su aplicación práctica, sino que es siempre también inteligencia de estos mismos estudios en la fe, en la esperanza y en la caridad”.

La Universidad Gregoriana desde sus orígenes con el Colegio romano, se ha distinguido por el estudio de la filosofía y la teología. “Hoy no se puede ignorar -ha afirmado el Papa- el enfrentamiento con la cultura secular, que en muchas partes del mundo tiende siempre, cada vez más, no sólo a negar cualquier signo de la presencia de Dios en la vida social e individual, sino que con varios medios, que desorientan y ofuscan la recta conciencia del hombre, intenta corroer su capacidad de escucha de Dios”.

No se puede prescindir, ha dicho el Papa, de la relación con las otras religiones, que se revela constructiva, solamente “si se evita toda ambigüedad que de alguna manera debilite el contenido esencial de la fe cristiana”.

El Papa tampoco ha olvidad las otras ciencias humanas que se imparten en esta insigne universidad: las matemáticas, la física, la astronomía, la psicología, y las ciencias sociales. “El hombre en su interior y exterior -ha dicho- no puede comprenderse, sino se reconoce de manera abierta a la trascendencia”, porque “privado de su referencia con Dios, el hombre no puede responder a las preguntas fundamentales que siempre inquietan e inquietarán su corazón respecto al final y por lo tanto al sentido de su existencia”, ha enfatizado el Papa.

“El destino del hombre sin ninguna referencia a Dios no puede ser más que la desolación de la angustia que conduce a la desesperación”, ha subrayado el Papa, recordando que “sólo en referencia al Dios–Amor, que se ha revelado en Jesucristo, el hombre puede encontrar el sentido de su existencia y vivir en la esperanza. La esperanza hace posible que el hombre no se encierre en un nihilismo paralizante y estéril, sino que se abra al compromiso generoso en la sociedad en la que vive para poderla mejorar”.

Benedicto XVI ha recordado también que los profesores y docentes de la Gregoriana están llamados a la formación integral de los jóvenes estudiantes. Una misión fácil y difícil a la vez. “Fácil porque la identidad y la misión de la Gregoriana son claras desde sus orígenes, y difícil –ha finalizado el Papa- porque la misión supone al mismo tiempo fidelidad constante a la propia historia y tradición, para no perder las propias raíces históricas”.








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