Mensaje del Pontífice al presidente de Hungría en el 50 aniversario de la insurrección
de Budapest contra el régimen soviético-comunista
Lunes, 23 oct (RV).- Con un mensaje al presidente de la República de Hungría, Laszlo
Sólyom, Benedicto XVI se suma a las conmemoraciones del 50 aniversario de la insurrección
de Budapest contra el régimen soviético-comunista, que perseguía fines opuestos a
la libertad y a los valores de la nación húngara. Tras destacar el recuerdo de los
trágicos eventos del 23 de octubre de 1956, que, «en pocos días, provocaron miles
de víctimas mortales y heridos, causando gran pesar en todo el mundo», el Papa evoca
las firmes y apremiantes palabras de Pío XII.
Esos cuatro llamamientos en
los que su venerado predecesor pidió con insistencia a la Comunidad Internacional
«el reconocimiento de los derechos de Hungría a la autodeterminación». Además de hacer
hincapié en la importancia de este evento para la historia del pueblo húngaro y para
la de toda Europa, Benedicto XVI señala que participa en estas celebraciones por medio
del Decano del Colegio Cardenalicio, cardenal Angelo Sodano. Purpurado que hasta hace
poco tiempo fue su Secretario de Estado.
Asimismo, después de poner de relieve
«el milenario entendimiento que anima las relaciones entre la Sede Apostólica y el
noble pueblo húngaro», el Papa expresa su satisfacción por la justa valoración de
la relación entre estado y ciudadano, que caracteriza a este mismo pueblo. «A pesar
de las opresiones padecidas a lo largo de siglos» y «más allá de cualquier ideología».
«Según
la visión cristiana, en la que se inspiraron los pueblos que dieron vida a la nación
húngara» - reitera Benedicto XVI - «la persona con sus legítimas aspiraciones morales,
éticas y sociales precede al Estado». Así como «la estructura legal del estado y su
justa laicidad se conciben siempre en el respeto de la ley natural, traducida a los
auténticos valores nacionales, y - para los creyentes - enriquecida por la Revelación».
Benedicto
XVI termina su mensaje reiterando su anhelo de que «Hungría pueda construir un futuro
libre de toda opresión y condicionamiento ideológico». Que esta importante conmemoración
histórica sirva para reflexionar sobre «los ideales y valores morales, éticos y espirituales
que han construido a Europa, de la que forma parte Hungría». Y que este mismo país
siga impulsando una «civilización fundada en el respeto de la persona y sobre la primacía
de sus destinos elevados».