2006-10-19 15:51:14

IV Encuentro nacional de la Iglesia en Italia: el Papa insta, en Verona, a afrontar el riesgo de elecciones políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales y principios antropológicos y éticos del ser humano


Jueves, 19 oct (RV).- Benedicto XVI ha viajado este jueves a Verona, cumpliendo así una visita Pastoral con motivo del IV Encuentro nacional de la Iglesia en Italia. Esta mañana, en la Feria de esta histórica ciudad italiana, el Obispo de Roma ha pronunciado un denso discurso, que ha durado más de una hora, en el que ha sido interrumpido varias veces por los aplausos de los participantes en esta asamblea que, como ha señalado el Papa, «es una nueva etapa del camino de actuación del Concilio Vaticano II».

Benedicto XVI ha hecho hincapié en el valor universal de la libertad religiosa, tan necesaria en el mundo de hoy. Recordando luego la importancia de la doctrina social de la Iglesia y la tutela de la dignidad humana y de la de cada persona, en cada momento de su existencia. Entre los importantes desafíos presentes en el mundo de hoy, el Santo Padre ha puesto de relieve los más apremiantes que ponen en peligro a la familia humana: «Las guerras y el terrorismo, el hambre y la sed, algunas terribles epidemias. Pero hay que afrontar con igual firmeza y claramente también el riesgo de elecciones políticas y legislativas que contradicen fundamentales valores y principios antropológicos y éticos arraigados en la naturaleza del ser humano, en particular en lo que se refiere a la tutela de la vida humana en todas sus fases, desde la concepción a la muerte natural, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla, oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible papel social de la familia y del matrimonio.

Ante estos desafíos Benedicto XVI ha exhortado a la Iglesia y a los católicos en Italia a perseverar en un testimonio firme y valiente que será ejemplo también para otros países: «El testimonio abierto y valiente que la Iglesia y los católicos italianos han dado y están dando en este contexto son un servicio precioso para Italia y también útil y estimulante para muchas otras naciones. Este compromiso y este testimonio forman parte de ese gran sí que como creyentes en Cristo decimos al hombre amado por Dios».

Benedicto XVI ha concluido su discurso señalando el ejemplo de la Virgen Maria Madre de Dios y Madre de la Iglesia «para aprender de ella a resistir también a la secularización interna que insidia a la misma Iglesia de nuestro tiempo, como consecuencia de los procesos de secularización que han marcado tan profundamente a la civilización europea»

Tras evocar a sus predecesores los Siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II, el Santo Padre ha destacado el tema de este Encuentro eclesial italiano centrado en la resurrección de Jesucristo «explosión de luz y de amor que disuelve las cadenas del pecado y de la muerte». Señalando que nuestra vocación y nuestra tarea como cristianos es la de ser mujeres y hombres nuevos, para poder ser verdaderos testigos del Resucitado y, de este modo, portadores de la alegría y de la esperanza cristiana en el mundo... Benedicto XVI ha reflexionado sobre el servicio que la Iglesia en Italia ofrece a esta nación, a Europa y al mundo.

Refiriéndose a la Italia de hoy, que se presenta como un terreno profundamente necesitado y al mismo tiempo favorable al testimonio cristiano, el Papa ha reiterado el preocupante predominio en Occidente de una cultura que pretende presentarse como «universal y autosuficiente, generando nuevas costumbres de vida». Nuevas oleadas de iluminismo y laicismo, que excluyen a Dios de la esfera pública, dejándolo como algo superfluo y extraño. Fenómeno estrechamente relacionado con la reducción del ser humano, considerado como cualquier otro animal.

Poniendo en guardia contra las corrientes del relativismo y del utilitarismo, el Papa ha recordado que «este tipo de cultura representa una ruptura radical y profunda no sólo con el cristianismo, sino también con las tradiciones religiosas y morales de la humanidad», siendo incapaz así de «instaurar un verdadero diálogo con las demás culturas, en las cuales la dimensión religiosa está firmemente presente». Y también incapaz de «responder a las preguntas fundamentales sobre el sentido y la dirección de nuestra vida». En fin una cultura marcada por una profunda carencia, pero también por una gran e inútilmente escondida necesidad de esperanza.

Destacando luego que Italia es también un terreno fértil para el testimonio cristiano Benedicto XVI ha exhortado a la Iglesia italiana a perseverar en la tarea evangelizadora, salvaguardando las raíces cristianas ante los numerosos riesgos que se presentan.


«Si sabremos hacerlo, - ha afirmado textualmente el Papa - la Iglesia en Italia brindará un gran servicio no sólo a esta nación, sino también a Europa y al mundo, porque está presente por doquier la insidia del secularismo, así como también es universal la necesidad de una fe vivida en relación con los desafíos de nuestro tiempo».

Benedicto XVI ha exhortado también a «hacer visible el gran sí de la fe». Con testimonios cristianos concretos y activos en la vida de cada día, en las familias, en el trabajo, en la educación y en la cultura, ante las situaciones de pobreza y enfermedad, ante los deberes y responsabilidades de la vida social y política. Destacando luego la necesidad de «dar un nuevo impulso a la cultura de nuestro tiempo, devolviendo en ella plena ciudadanía a la fe cristiana», el Papa se ha detenido también sobre la inalienable dignidad humana de la persona, que no es sólo razón e inteligencia, sino que también lleva en lo más profundo de su ser «la necesidad de amor, de ser amada y de amar».

En esta época nuestra, «ante el mal que existe en el mundo y que parece tan fuerte y, al mismo tiempo, radicalmente sin sentido», ante los intentos de esconder al mal, que no está vencido aún, Benedicto XVI ha insistido en que Dios es Amor. El Amor que perdona que alcanza su forma extrema, inaudita y dramática en Jesucristo.

Citando nuevamente a Juan Pablo II, el Santo Padre ha recordado el Amor Misericordioso de Dios, que respeta y salva nuestra libertad. Y, señalando que no es fácil el seguimiento de Cristo, el Papa ha exhortado a no desanimarse ante las dificultades y a mantener la unidad y la comunión de la Iglesia, contando con la guía del Señor para «vivir esta unidad entre verdad y amor en las condiciones propias de nuestro tiempo en el camino maestro para la evangelización de Italia y del mundo de hoy».

Sin olvidar la importancia de la educación para el desarrollo integral de la persona, Benedicto XVI ha alentado a contemplar la formación de la inteligencia, sin olvidar la libertad y la capacidad de amar de los seres humanos, con la ayuda de la gracia divina. El Papa ha puesto en guardia contra los peligros que se presentan ante la familia humana: «Para ello es necesario recurrir también a la ayuda de la Gracia. Sólo así se podrá contrastar eficazmente el riesgo que atenta contra la familia humana y que está constituido por el desequilibrio entre el crecimiento tan rápido de nuestro poder técnico y el crecimiento más débil de nuestros recursos morales».

«De estas preocupaciones por el ser humano y su formación se derivan nuestros no’ a formas débiles y desviadas de amor y a la falsificación de la libertad, así como a la reducción de la razón solamente a lo que se puede calcular y manipular. En realidad – ha afirmado una vez más Benedicto XVI – estos ‘no’ son ‘sí’ al amor auténtico y a la realidad del hombre como ha sido creado por Dios. Expresando su satisfacción por la gran labor educativa de la Iglesia en Italia, el Papa ha citado en particular la importancia de las escuelas católicas.

«La caridad de la Iglesia hace visible el amor de Dios en el mundo», ha enfatizado asimismo el Pontífice, evocando las palabras de Jesús y la importancia de manifestar nuestra adhesión a Cristo mediante acciones de caridad activa hacia los más débiles. El Papa ha puesto de relieve también su satisfacción por la extraordinaria solidaridad de la Iglesia italiana en favor de los pobres en tantas partes del mundo y ha recordado la importancia de mantenerse alejados de sugestiones ideológicas’ y de ‘simpatías partidistas’.

Antes de finalizar su densa alocución, el Papa ha reflexionado asimismo sobre las responsabilidades civiles y políticas de los católicos. Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo que abrió el camino hacia un mundo más humano y más libre, por medio de la distinción y la autonomía recíproca entre el Estado y la Iglesia: «entre lo que es del César y lo que es de Dios».







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