IV Encuentro nacional de la Iglesia en Italia: el Papa insta, en Verona, a afrontar
el riesgo de elecciones políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales
y principios antropológicos y éticos del ser humano
Jueves, 19 oct (RV).- Benedicto XVI ha viajado este jueves a Verona, cumpliendo así
una visita Pastoral con motivo del IV Encuentro nacional de la Iglesia en Italia.
Esta mañana, en la Feria de esta histórica ciudad italiana, el Obispo de Roma ha
pronunciado un denso discurso, que ha durado más de una hora, en el que ha sido interrumpido
varias veces por los aplausos de los participantes en esta asamblea que, como ha señalado
el Papa, «es una nueva etapa del camino de actuación del Concilio Vaticano II».
Benedicto
XVI ha hecho hincapié en el valor universal de la libertad religiosa, tan necesaria
en el mundo de hoy. Recordando luego la importancia de la doctrina social de la Iglesia
y la tutela de la dignidad humana y de la de cada persona, en cada momento de su
existencia. Entre los importantes desafíos presentes en el mundo de hoy, el Santo
Padre ha puesto de relieve los más apremiantes que ponen en peligro a la familia humana:
«Las guerras y el terrorismo, el hambre y la sed, algunas terribles epidemias. Pero
hay que afrontar con igual firmeza y claramente también el riesgo de elecciones políticas
y legislativas que contradicen fundamentales valores y principios antropológicos y
éticos arraigados en la naturaleza del ser humano, en particular en lo que se refiere
a la tutela de la vida humana en todas sus fases, desde la concepción a la muerte
natural, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir
en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla,
oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible papel social de la familia y
del matrimonio.
Ante estos desafíos Benedicto XVI ha exhortado a la Iglesia
y a los católicos en Italia a perseverar en un testimonio firme y valiente que será
ejemplo también para otros países: «El testimonio abierto y valiente que la Iglesia
y los católicos italianos han dado y están dando en este contexto son un servicio
precioso para Italia y también útil y estimulante para muchas otras naciones. Este
compromiso y este testimonio forman parte de ese gran sí que como creyentes en Cristo
decimos al hombre amado por Dios».
Benedicto XVI ha concluido su discurso
señalando el ejemplo de la Virgen Maria Madre de Dios y Madre de la Iglesia «para
aprender de ella a resistir también a la secularización interna que insidia a la misma
Iglesia de nuestro tiempo, como consecuencia de los procesos de secularización que
han marcado tan profundamente a la civilización europea»
Tras evocar a sus
predecesores los Siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II, el Santo Padre ha destacado
el tema de este Encuentro eclesial italiano centrado en la resurrección de Jesucristo
«explosión de luz y de amor que disuelve las cadenas del pecado y de la muerte». Señalando
que nuestra vocación y nuestra tarea como cristianos es la de ser mujeres y hombres
nuevos, para poder ser verdaderos testigos del Resucitado y, de este modo, portadores
de la alegría y de la esperanza cristiana en el mundo... Benedicto XVI ha reflexionado
sobre el servicio que la Iglesia en Italia ofrece a esta nación, a Europa y al mundo.
Refiriéndose a la Italia de hoy, que se presenta como un terreno profundamente
necesitado y al mismo tiempo favorable al testimonio cristiano, el Papa ha reiterado
el preocupante predominio en Occidente de una cultura que pretende presentarse como
«universal y autosuficiente, generando nuevas costumbres de vida». Nuevas oleadas
de iluminismo y laicismo, que excluyen a Dios de la esfera pública, dejándolo como
algo superfluo y extraño. Fenómeno estrechamente relacionado con la reducción del
ser humano, considerado como cualquier otro animal.
Poniendo en guardia contra
las corrientes del relativismo y del utilitarismo, el Papa ha recordado que «este
tipo de cultura representa una ruptura radical y profunda no sólo con el cristianismo,
sino también con las tradiciones religiosas y morales de la humanidad», siendo incapaz
así de «instaurar un verdadero diálogo con las demás culturas, en las cuales la dimensión
religiosa está firmemente presente». Y también incapaz de «responder a las preguntas
fundamentales sobre el sentido y la dirección de nuestra vida». En fin una cultura
marcada por una profunda carencia, pero también por una gran e inútilmente escondida
necesidad de esperanza.
Destacando luego que Italia es también un terreno fértil
para el testimonio cristiano Benedicto XVI ha exhortado a la Iglesia italiana a perseverar
en la tarea evangelizadora, salvaguardando las raíces cristianas ante los numerosos
riesgos que se presentan.
«Si sabremos hacerlo, - ha afirmado textualmente
el Papa - la Iglesia en Italia brindará un gran servicio no sólo a esta nación, sino
también a Europa y al mundo, porque está presente por doquier la insidia del secularismo,
así como también es universal la necesidad de una fe vivida en relación con los desafíos
de nuestro tiempo».
Benedicto XVI ha exhortado también a «hacer visible el
gran sí de la fe». Con testimonios cristianos concretos y activos en la vida de cada
día, en las familias, en el trabajo, en la educación y en la cultura, ante las situaciones
de pobreza y enfermedad, ante los deberes y responsabilidades de la vida social y
política. Destacando luego la necesidad de «dar un nuevo impulso a la cultura de nuestro
tiempo, devolviendo en ella plena ciudadanía a la fe cristiana», el Papa se ha detenido
también sobre la inalienable dignidad humana de la persona, que no es sólo razón e
inteligencia, sino que también lleva en lo más profundo de su ser «la necesidad de
amor, de ser amada y de amar».
En esta época nuestra, «ante el mal que existe
en el mundo y que parece tan fuerte y, al mismo tiempo, radicalmente sin sentido»,
ante los intentos de esconder al mal, que no está vencido aún, Benedicto XVI ha insistido
en que Dios es Amor. El Amor que perdona que alcanza su forma extrema, inaudita y
dramática en Jesucristo.
Citando nuevamente a Juan Pablo II, el Santo Padre
ha recordado el Amor Misericordioso de Dios, que respeta y salva nuestra libertad.
Y, señalando que no es fácil el seguimiento de Cristo, el Papa ha exhortado a no desanimarse
ante las dificultades y a mantener la unidad y la comunión de la Iglesia, contando
con la guía del Señor para «vivir esta unidad entre verdad y amor en las condiciones
propias de nuestro tiempo en el camino maestro para la evangelización de Italia y
del mundo de hoy».
Sin olvidar la importancia de la educación para el desarrollo
integral de la persona, Benedicto XVI ha alentado a contemplar la formación de la
inteligencia, sin olvidar la libertad y la capacidad de amar de los seres humanos,
con la ayuda de la gracia divina. El Papa ha puesto en guardia contra los peligros
que se presentan ante la familia humana: «Para ello es necesario recurrir también
a la ayuda de la Gracia. Sólo así se podrá contrastar eficazmente el riesgo que atenta
contra la familia humana y que está constituido por el desequilibrio entre el crecimiento
tan rápido de nuestro poder técnico y el crecimiento más débil de nuestros recursos
morales».
«De estas preocupaciones por el ser humano y su formación se derivan
nuestros no’ a formas débiles y desviadas de amor y a la falsificación de la libertad,
así como a la reducción de la razón solamente a lo que se puede calcular y manipular.
En realidad – ha afirmado una vez más Benedicto XVI – estos ‘no’ son ‘sí’ al amor
auténtico y a la realidad del hombre como ha sido creado por Dios. Expresando su satisfacción
por la gran labor educativa de la Iglesia en Italia, el Papa ha citado en particular
la importancia de las escuelas católicas.
«La caridad de la Iglesia hace visible
el amor de Dios en el mundo», ha enfatizado asimismo el Pontífice, evocando las palabras
de Jesús y la importancia de manifestar nuestra adhesión a Cristo mediante acciones
de caridad activa hacia los más débiles. El Papa ha puesto de relieve también su satisfacción
por la extraordinaria solidaridad de la Iglesia italiana en favor de los pobres en
tantas partes del mundo y ha recordado la importancia de mantenerse alejados de sugestiones
ideológicas’ y de ‘simpatías partidistas’.
Antes de finalizar su densa alocución,
el Papa ha reflexionado asimismo sobre las responsabilidades civiles y políticas de
los católicos. Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo que abrió el camino hacia un
mundo más humano y más libre, por medio de la distinción y la autonomía recíproca
entre el Estado y la Iglesia: «entre lo que es del César y lo que es de Dios».