2006-10-11 16:31:14

Audiencia general: el Papa subraya con el Concilio la vía de la tolerancia y del diálogo, sin eludir el deber de manifestar la propia identidad cristiana


Miércoles, 11 oct (RV).- Benedicto XVI ha presidido esta mañana en la plaza de san Pedro, ante 35 mil fieles y peregrinos provenientes de todo el mundo, la habitual Audiencia General. En su catequesis el Papa, siguiendo la galería de retratos de los Apóstoles llamados por Jesús durante su vida terrena, ha hablado hoy de las figuras de Simón y de Judas Tadeo, y ha recordado algunas frases de la carta de éste último, en la que usa palabras fuertes “contra quienes provocan divisiones en el interior de la Iglesia”.

El Santo Padre ha puesto sobre aviso a los cristianos frente ''a los que bajo el pretexto de la gracia de Dios, excusan sus propios desenfrenos y extravían a los demás con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones en el seno de la Iglesia, bajo el empuje de sus sueños”.

“Judas los llega a comparar -ha dicho Benedicto XVI- con los ángeles caídos, como aquellos “que se encaminaron por el camino de Caín”. El apóstol los define: ''impíos, impostores, sin Espíritu”. “Hoy no estamos acostumbrados a usar un lenguaje tan polémico, dice el Papa, y sin embargo hay que manifestar claramente lo que distingue al cristianismo como tal, de lo que es incompatible con él”.

El Concilio ha enseñado a los católicos ''la vía de la indulgencia y del dialogo'', “camino que hay que perseguir sin duda con firme constancia''. Pero esto ''no debe hacer olvidar el deber de perseguir también y poner en evidencia siempre con la misma firmeza, las líneas maestras e irrenunciables de nuestra identidad cristiana'', dice el Pontífice. Identidad cristiana, que no es sólo cultural, sino que requiere la fuerza, la claridad y el coraje de la provocación propias de la fe.

Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la Plaza de San Pedro: RealAudioMP3

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy dedicamos la catequesis a Simón el Cananeo y Judas Tadeo. A Simón se le llama también “zelota”, por su ardiente celo por la Ley divina y su pueblo. El sobrenombre de Judas, Tadeo, significa “magnánimo”. Sus caracteres tan diferentes son un signo evidente de que Jesús, a quien le interesan más las personas que las categorías, llama a sus discípulos de estratos muy diversos. Pero todos vivían íntimamente unidos al Maestro.

La pregunta de Judas Tadeo en la Última Cena, da lugar a una afirmación importante: la plena manifestación de Jesús no es exterior, sino interior y está condicionada al amor del discípulo.
A este apóstol se le ha atribuido una de las Cartas del Nuevo Testamento. En ella, usando palabras fuertes y polémicas a las que hoy no estamos acostumbrados, alerta a los cristianos frente los que tratan de excusar sus propios desenfrenos y extraviar con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia. El Concilio Vaticano II subraya especialmente la vía de la tolerancia y el diálogo. Pero ello no debe hacernos olvidar el deber de manifestar nuestra propia identidad cristiana, que no es sólo cultural, sino que requiere la fuerza, la claridad y el coraje de la provocación propias de la fe.

Saludo a los peregrinos de España y Latinoamérica, especialmente a las Hijas de Cristo Rey y de María Auxiliadora. Que los apóstoles Simón Cananeo y Judas Tadeo nos ayuden a vivir en profunda comunión con Jesús y entre nosotros, y a redescubrir la belleza de la fe cristiana, sabiendo dar testimonio fuerte y sereno de ella.

Como siempre el Papa, al final de la audiencia, ha saludado a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “Hoy la liturgia recuerda al beato Juan XXIII, ha dicho el Santo Padre, mi venerado predecesor, que sirvió con ejemplar dedicación a Cristo y a la Iglesia, trabajando con constante solicitud por la salvación de las almas. Que su protección os sostenga a vosotros, queridos jóvenes, en el esfuerzo cotidiano de fidelidad a Cristo; que os anime a vosotros, queridos enfermos, a no perder la confianza en la hora de la prueba y del sufrimiento; y que os ayude a vosotros, queridos recién casados, a hacer de vuestras familias una escuela de crecimiento en el amor de Dios y de los hermanos”.







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