2006-10-06 16:55:46

Inauguración del Año Académico del Instituto Católico de París


Viernes, 6 oct.- “La luz del Evangelio es todavía el principal motor para el desarrollo humano, no sólo de las relaciones personales y sociales, sino también a nivel internacional y mundial”. Esta es la convicción expresada por el presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, cardenal Martino, durante la inauguración, esta semana, del Año Académico del Instituto Católico de París.

En su intervención ante la Facultad de Ciencias Sociales, el purpurado trató el tema de las “Lecturas e interpretaciones de las relaciones internacionales contemporáneas” a la luz de la doctrina social de la Iglesia. Refiriéndose, en concreto, al Compendio de la doctrina social de la Iglesia, el cardenal Martino recordó los cuatro principios fundamentales: dignidad y libertad del ser humano, bien común, subsidiariedad y solidaridad. En este contexto el purpurado se detuvo en tres conceptos innovativos de tal doctrina haciendo referencias particulares al actual panorama internacional.

En primer lugar el presidente de “Justicia y Paz” abordó el concepto de ciudadanía mundial, que viene antes de cualquier otra ciudadanía legal o nacional y constituye un patrimonio de derechos y deberes de cada persona en función de su simple pertenencia a la familia humana. Para el cardenal Martino, la condena del racismo, la tutela de las minorías, la asistencia a los prófugos y refugiados, la movilización de la solidaridad internacional en favor de los necesitados, independientemente del hecho de que sean o no ciudadanos de un Estado, son ejemplos de aplicación del principio de la ciudadanía mundial.

También se refirió el purpurado al capital social global, entendido como la confianza recíproca, la colaboración, la solidaridad, compartir los valores comunes y la reciprocidad en las relaciones, que constituyen el principal recurso de una comunidad. El presidente de Justicia y Paz sostuvo que el concepto de capital social se tiene que extender a nivel global como el principal recurso de la comunidad mundial.

En este sentido el purpurado citó como ejemplos la Corte Penal Internacional, el proceso de consolidación de un derecho europeo, los numerosos casos de leyes de un Estado que adquieren valor en otra nación, normas y sanciones impuestas por los Organismos internacionales, el aumento de Tratados firmados por muchos estados. Todos ellos ejemplos de un recorrido que sostiene y se dirige hacia una colaboración regulada por el derecho y orientada al bien común.

Finalmente el cardenal corroboró de forma especial la necesidad de una autoridad política mundial, porque ningún poder nacional, por fuerte que sea, puede poner sólo las bases para la paz mundial y el bien común universal. No se trata de escribir la constitución de un super-estado mundial o de interpretar erróneamente el papel de la ONU en este sentido. Para el purpurado se trata de continuar profundizando en un proceso de construcción participativa de niveles trasparentes y subsidiarios de autoridad.








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