Lunes, 2 oct (RV).- La Asamblea General designó en 1990 que cada 1 de octubre se celebrara
el Día Internacional de las Personas de Edad, con el fin de solicitar contribuciones
destinadas al Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para el Envejecimiento, que
apoya proyectos en beneficio de los ancianos en países en desarrollo. El Fondo Fiduciario
se estableció como parte del Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento,
aprobado en la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento celebrada en Viena en 1982.
Nuestro
mundo es un mundo en el que cada vez hay más personas mayores, dado el aumento de
la calidad de vida, y los progresos en medicina. Se consideran 'personas de edad'
(sería más correcto decir 'personas mayores') a las personas de más de 65 años. Históricamente,
hasta el siglo XIX, llegar a esa edad era un privilegio con el que pocos contaban,
ya que la esperanza de vida, incluso en Europa, no superaba los 40 ó 50 años. Actualmente
la población mundial de más de 65 años crece rápidamente, más incluso que el crecimiento
general de la población. Es decir, hay muchas más personas mayores en total, y hay
más personas mayores en relación con el total de la población. En las naciones más
desarrolladas las personas de más de 65 años de edad eran en 1950 el 8% de la población,
ahora son el 14% y en el año 2050 serán casi el 25% de todos sus habitantes. Y una
tendencia parecida se da en el resto de los países del mundo aunque las proporciones
sean menores.
Todo este crecimiento se debe a la mejora general de la calidad
de vida, de la alimentación y de los avances de la medicina que hace que vivamos más
tiempo. Y aunque no en todos sitios estas condiciones son iguales, el crecimiento
es generalizado. Pero ante esta situación demográfica se platean nuevas cuestiones.
Al haber más personas mayores (un periodo de la vida en el que muchas no trabajan
y en el que empeora la salud) la sociedad debe emplear más recursos humanos y económicos
para su atención. Sin embargo, no siempre estos recursos se emplean o, simplemente,
no están disponibles; y se puede producir una extraña paradoja: que se viva más pero
la calidad de vida en los últimos años sea peor. Por eso Naciones Unidas ha propuesto
unas acciones a favor de las personas mayores que deben tener en cuenta los Gobiernos.
Dichas acciones contemplan el ayudar a los ancianos a tener una mejor calidad de vida
y a valerse por sí mismos; a crear condiciones para que puedan trabajar y vivir de
forma independiente tanto tiempo como deseen o les permita su salud; a reconocer las
contribuciones de las personas mayores a la sociedad y promover el voluntariado entre
ellas; o a establecer sistemas de pensiones basados en la solidaridad entre generaciones,
prestando especial atención a las necesidades de las mujeres.
En este día dedicado
por Naciones Unidas a las personas mayores no podemos no recordar a uno de los ancianos
más queridos por todos nosotros, hablamos de Juan Pablo II quien precisamente dirigió
a todos los ancianos una carta en 1999 en la que ponía de relieve la importancia de
las canas. “Ponte en pie ante las canas y honra el rostro del anciano" (Lv 19, 32),
decía en aquella ocasión, ya que honrar a los ancianos supone un triple deber hacia
ellos: acogerlos, asistirlos y valorar sus cualidades. Así es, esta iniciativa y esa
reverencia a las personas de más edad lleva a que se convierta en una actitud espontánea.
Pero, en otros casos, especialmente en las naciones más desarrolladas, parece obligado
un cambio de tendencia para que los que avanzan en años puedan envejecer con dignidad,
sin temor a quedar reducidos a personas que ya no cuenta nada. Por este motivo es
preciso convencerse de que es propio de una civilización plenamente humana respetar
y amar a los ancianos, porque ellos se sienten, a pesar del debilitamiento de las
fuerzas, parte viva de la sociedad. Ya observaba Cicerón que "el peso de la edad es
más leve para el que se siente respetado y amado por los jóvenes".