2006-09-28 16:16:29

ONU: el arzobispo Lajolo destaca la necesidad promover la libertad religiosa para desarmar a los extremistas


Jueves, 28 sep (RV).- El compromiso de Benedicto XVI en favor del diálogo; el mundo de hoy y la ideología del poder; los viejos y nuevos desafíos de Naciones Unidas; el desarrollo camino para la paz; los derechos humanos, pilares para la paz y el diálogo entre las religiones, centraron la intervención, ayer, del presidente del Gobernatorato de la Ciudad del Vaticano, el Arzobispo Giovanni Lajolo, ante la Asamblea General de la ONU.

Mons. Lajolo destacó el inquebrantable compromiso de Benedicto XVI en el impulso inequívoco del diálogo interreligioso e intercultural, recordando que, el pasado miércoles 20 de septiembre, el Papa reiteró su esperanza de que sus palabras en la Universidad de Ratisbona pudiera «ser un nuevo impulso y estímulo para el diálogo positivo y también autocrítico, tanto entre las religiones como entre la razón moderna y la fe de los cristianos».

Haciendo hincapié en el pesar del Papa ante la mala interpretación de algunas partes de su discurso a los universitarios de Baviera, Mons. Lajolo puso de relieve - que como el mismo Pontífice había aclarado - la verdadera intención del Santo Padre era la de reiterar que «nunca se puede unir la religión a la violencia, y que las que sí deben caminar juntas son la religión y la razón. Ello en el contexto de una visión crítica de una sociedad que procura excluir a Dios de la vida pública».

El presidente del Gobernatorato de la Ciudad del Vaticano, se refirió asimismo a las palabras de Benedicto XVI al recibir a los embajadores de los países de mayoría musulmana acreditados ante la Santa Sede. Encuentro en el que el Santo Padre hizo hincapié en que «las lecciones del pasado deben ayudarnos a buscar los caminos de reconciliación, para vivir en el respeto de la identidad y la libertad de cada individuo, y colaborando en favor del verdadero y fructuoso servicio por el bien de toda la humanidad. Sin olvidar que el diálogo requiere «reciprocidad en todos los campos, sobre todo en lo que concierne a las libertades fundamentales, en particular, a la libertad religiosa».

En este contexto, Mons. Lajolo recordó la necesidad de rechazar firmemente cualquier justificación religiosa de la violencia, provenga de donde provenga, teniendo en cuenta, al mismo tiempo que no se puede prescindir ni olvidar la verdadera contribución de la visión religiosa del mundo y de humanidad. Pues, como el mismo Papa ha recordado el permanecer sordos ante lo divino y relegar a la religión en el ámbito de subculturas, provocaría automáticamente reacciones violentas, que son siempre una falsificación de la religión verdadera. El anhelo del Santo Padre es el de dar una aportación decisiva al diálogo entre las culturas, ayudando a abrir el pensamiento occidental a la riqueza del patrimonio de todas las religiones.

El Arzobispo Giovanni Lajolo destacó también ante la ONU la necesidad de que todas las partes interesadas – la sociedad civil y los responsables de los estados - «promuevan la libertad religiosa y una sana tolerancia social capaces de desarmar a los extremistas antes de que éstos puedan emponzoñar con el odio la vida y la libertad de los demás». Tarea esta que «será una contribución significativa para impulsar la paz entre los pueblos, porque la paz puede nacer sólo de los corazones de los seres humanos».

Ante la cínica explotación de la religión con fines políticos, Mons. Lajolo insistió en que la religión es una fuerza vital para impulsar el bien, la armonía y la paz entre los pueblos. Evocando las oraciones por la paz convocadas por Juan Pablo II y sus exhortaciones a los líderes religiosos a ser testimonios de paz - también durante la guerra de Bosnia y las trágicas consecuencias de los bárbaros atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington - el prelado recordó la reciente convocación, por parte de Benedicto XVI, de una jornada de oración y penitencia, para implorar de Dios el don de la paz en Tierra Santa y Oriente Medio.

Mons. Lajolo insistió en que las religiones del mundo, sus líderes y sus seguidores, deben ser testimonios de verdadera voluntad de diálogo, promoviendo también la armonía entre los pueblos. Juntas, las religiones deben ofrecer al mundo un verdadero ejemplo de servicio y diálogo sincero, analizando también de forma autocrítica las estancias sociales, políticas y económicas.

Mons. Lajolo comenzó su intervención, señalando que se debe trabajar sin desmayo para superar las divisiones que se presentan en el mundo de hoy, por razones de cultura, fe, desarrollo y afán de poder. Divisiones que ponen a dura prueba los esfuerzos de la Organización de las Naciones Unidas y de la comunidad internacional para mantener la paz, como ha demostrado trágicamente el reciente conflicto entre Israel y Hizbulá.

Tras destacar los peligros que se derivan de las acciones de los grupos terroristas, Mons. Lajolo se refirió también a la amenaza contra la humanidad que representan las armas nucleares. En este contexto, el presidente del Gobernatorato de la Ciudad del Vaticano recordó que en la actualidad ocho países – y son muchos más los que lo están intentado – poseen armas nucleares capaces de destruir nuestro planeta. Ante este panorama, Mons. Lajolo destacó la situación de estancamiento en que se encuentra el Tratado de No-proliferación de Armas Nucleares y el Tratado de prohibición de estas mismas armas.

Analizando los viejos y nuevos desafíos que tiene ante sí la ONU, Mons. Lajolo reiteró la necesidad de que esta Organización impulse la reforma de sus organismos para impulsar a su vez la construcción de la paz y la tutela de los derechos humanos de los pueblos. Puesto que demasiado a menudo las poblaciones civiles acaban siendo víctimas indefensas, cuyos inalienables derechos humanos son violados. Como demuestran los gravísimos y trágicos ejemplos que se han visto en Europa, Asia y África.

Haciendo hincapié en la apremiante necesidad de impulsar el desarrollo integral de los pueblos, desarraigando la pobreza e impulsando la justicia, Mons. Lajolo puso de relieve asimismo que los derechos humanos son pilares de la paz. Entre ellos, el presidente del Gobernatorato de la Ciudad del Vaticano destacó el derecho a la vida, el derecho a la libertad religiosa el de pensamiento y expresión.







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