Audiencia general: Benedicto XVI destaca la personalidad del apóstol Tomas, caracterizada
por su determinación en seguir a Jesús y querer compartir con Él la prueba de la muerte
Miércoles, 27 sep (RV).- Benedicto XVI ha dedicado la catequesis de la Audiencia General
de hoy en la plaza de san Pedro al apóstol Tomás. Su personalidad se caracteriza
por su determinación en seguir a Jesús, “Camino, Verdad y Vida”, ha dicho el Papa.
“Su ejemplo nos conforta en nuestras inseguridades y nos demuestra que toda duda puede
aportar luz”.
Benedicto XVI un miércoles más, ha presidido esta mañana en
la plaza de san Pedro la Audiencia General ante miles de fieles y peregrinos provenientes
de todo el mundo. Prosiguiendo la galería de retratos sobre los encuentros con los
doce apóstoles elegidos directamente por Jesús, el Papa ha dedicado la catequesis
de hoy para hablar directamente del apóstol Tomás.
Siempre presente en las
cuatro listas compiladas por el Nuevo Testamento, Santo Tomás, ha explicado el Pontífice,
aparece nombrado en los tres primeros Evangelios junto a San Mateo, mientras en los
Hechos de los Apóstoles se encuentra al lado del apóstol Felipe. Pero es sobre todo
el Cuarto Evangelio el que nos ofrece algunas noticias importantes que describen ciertas
características significativas de su personalidad.
La primera cita se refiere
a la exhortación que Tomás hizo a los otros Apóstoles, cuando Jesús, en un momento
crítico de su vida, decidió viajar a Betania para resucitar a Lázaro, acercándose
de esa manera peligrosamente a Jerusalén. En aquella ocasión Tomás dijo a sus condiscípulos:
“Vayamos también nosotros y muramos con el”. Esta determinación suya en seguir al
Maestro -ha subrayado el Papa- es realmente ejemplar y nos ofrece una preciosa enseñanza:
revela la total disposición a estar junto a Jesús, hasta el punto de identificar su
propia suerte a la de Él y a querer compartir con el Maestro la prueba suprema de
la muerte.
Una segunda intervención de Tomás está registrada en la Última Cena.
En aquella ocasión Jesús, prediciendo la propia inminente muerte, anuncia que va a
preparar un lugar para los apóstoles para que ellos también estén donde se encuentra
Él, precisando: “al lugar donde yo voy, vosotros conocéis el camino”. Pero Tomás interviene
diciendo: “Señor, no sabemos donde vas, ¿cómo podemos conocer el camino?”. Estas palabras
-ha dicho el Santo Padre- ofrecen a Jesús la ocasión para poder pronunciar la celebre
definición: “yo soy el camino, la verdad y la vida”.
Es a Tomás a quien por
primera vez le viene hecha esta revelación, pero en realidad -ha señalado el Papa-
vale para todos. Al mismo tiempo la pregunta de Tomás nos confiere también a nosotros
el derecho de pedir explicaciones a Jesús. De esta manera expresamos la pequeñez de
nuestra capacidad de comprensión, pero al mismo tiempo nos situamos en la postura
confiada de los que esperan que les llegue “luz y fuerza de quien es capaz de poder
darlas”.
Muy conocida y proverbial es también la escena de la incredulidad
de Tomás, ocurrida ocho días después de Pascua. El apóstol al principio no cree que
Jesús se haya manifestado durante su ausencia y dice: “Si no veo en sus manos el signo
de los clavos, y no pongo el dedo en su costado, no lo creeré”.
Como sabemos,
poco después Jesús se apareció ante sus discípulos y esta vez estaba presente también
Tomás. Jesús le dijo: “pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y ponla
en mi costado; y no seas más incrédulo sino creyente”. Y Tomás reaccionó con la más
espléndida profesión de fe de todo el Nuevo Testamento: “Señor mío y Dios mío”. A
este propósito San Agustín comentaba que Tomás “veía y tocaba al hombre, pero confesaba
su fe al Dios, que no veía y que no tocaba.
El evangelista prosigue con una
ultima palabra que Jesús dirige a Tomás: “porque me has visto has creído; bienaventurados
aquellos que sin verme creerán”. Y aquí Jesús anuncia un principio fundamental para
los cristianos que vendrán después de Tomás. Otro célebre Tomás, el teólogo medieval,
Tomás de Aquino subraya que “tiene mucho más mérito creer sin ver, que viendo”. Y
define la fe como “fundamento de las cosas que se esperan y prueba de aquellas que
no se ven”.
El caso del apóstol Tomás, ha dicho finalmente el Santo Padre,
es importante para nosotros al menos por tres motivos: “primero, porque nos conforta
en nuestras inseguridades; segundo, porque demuestra que cualquier duda nos puede
llevar a alcanzar una salida luminosa, más allá de cualquier incertidumbre; y finalmente,
porque las palabras dirigidas por Jesús a Tomás nos recuerdan el verdadero sentido
de la fe madura y nos anima a proseguir, a pesar de las dificultades, nuestro camino
de adhesión al Padre”.
Pero escuchemos a continuación, el resumen que de su
catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los fieles y peregrinos de nuestra
lengua presentes en la plaza de san Pedro.
Queridos hermanos
y hermanas:
Hoy dedicamos la catequesis al apóstol Tomás. Su personalidad se
caracteriza por su determinación en seguir a Jesús, “Camino, Verdad y Vida”, hasta
identificarse con la suerte del Maestro y querer compartir con Él la prueba de la
muerte. Su ejemplo nos conforta en nuestras inseguridades y nos demuestra que toda
duda puede aportar luz. Así, después de la Pascua, ante la reaparición de Jesús en
su presencia, Tomás reacciona con la más espléndida profesión de fe: ¡Señor mío y
Dios mío!, subrayando así que los signos de la identidad de Jesús son sus llagas,
las cuales nos revelan hasta que punto Él nos ha amado. Jesús anuncia de este modo
un principio fundamental para los cristianos de todos los tiempos: “Bienaventurados
aquellos que creen sin ver”.
Los Hechos y el Evangelio de Tomás, ambos apócrifos
pero importantes para el estudio de los orígenes del cristianismo, demuestran la
notoriedad de este Apóstol que, según una antigua tradición evangelizó en Siria y
Persia, y más tarde en India. Esta impronta misionera nos debe ayudar a profesar más
nuestra fe en Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
Saludo a los peregrinos de
España y Latinoamérica, especialmente a los Sacerdotes del Pontificio Colegio Mexicano,
a los grupos parroquiales de España y Argentina, así como a los miembros del Movimiento
de Schönstatt. Que Dios os ayude a aprender la gran lección de fe del apóstol Tomás,
que tocando al Señor resucitado “veía y tocaba al hombre, pero confesaba su fe en
Dios, a quien no veía ni tocaba”.
En su alocución en italiano, el Papa ha recordado
al final de la Audiencia que hoy se celebra la Jornada Mundial del Turismo, fenómeno
social importante en el mundo contemporáneo. “Deseo -ha dicho el Santo Padre - que
el turismo promueva cada vez más el diálogo y el recíproco respeto de las culturas,
convirtiéndose así en una puerta abierta a la paz y a la convivencia armoniosa.
Y
como es ya tradicional, Benedicto XVI antes de finalizar la audiencia general de
los miércoles ha dedicado un pensamiento especial a los jóvenes, a los enfermos y
a los recién casados.
“El ejemplo de caridad de San Vicente de Paúl, cuya memoria
recordamos hoy, os ayude a vosotros queridos jóvenes a llevar adelante los proyectos
de vuestro futuro a través de un dichoso y desinteresado servicio al prójimo”.
“Os
ayude a vosotros, queridos enfermos, a afrontar el sufrimiento como una particular
vocación de amor, y a vosotros queridos recién casados, os ayude a construir una
familia siempre abierta al don de la vida y a los pobres”.