Ángelus: Benedicto XVI recuerda a la misionera asesinada en Somalia y a los numerosos
cristianos artesanos de paz en el mundo
Domingo, 24 sep (RV).- «‘Perdón’: he aquí el testimonio cristiano más auténtico, signo
pacífico de contradicción que demuestra la victoria del amor sobre el odio y sobre
el mal». Invocando la ayuda de la Virgen para abrir nuestro corazón al amor de Dios,
misterio de alegría y de santidad, Benedicto XVI ha recordado este domingo a la misionera
asesinada en Somalia y a los numerosos cristianos artesanos de paz en el mundo.
«Que
María, que hoy invocamos como Bienaventurada Virgen de la Merced, nos ayude a abrir
cada vez más nuestro corazón al amor de Dios, misterio de alegría y de santidad».
nCon esta invocación, Benedicto XVI ha introducido la oración mariana del Ángelus
dominical, en cuya meditación previa ha hecho hincapié en las palabras de Jesús -
«Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc
9,35) con las cuales Cristo explica «con paciencia su lógica» a sus Apóstoles. «La
lógica del amor que se hace servicio hasta el don de sí mismo».
«Ésta es la
lógica del cristianismo, que responde a la verdad del hombre creado a imagen de Dios,
pero al mismo tiempo contrasta con su egoísmo, consecuencia del pecado original. Todo
ser humano está atraído por el amor – que en los últimos tiempos es Dios mismo – pero
a menudo se equivoca en los modos concretos de amar, y así de una tendencia en su
origen positiva, contaminada sin embargo por el pecado, se pueden derivar intenciones
y acciones malas».
«Nos lo recuerda, en la liturgia de este domingo, también
la Carta de Santiago: ‘Donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto
y toda clase de maldad. En cambio la sabiduría que viene de lo alto es, en primer
lugar, pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos,
imparcial, sin hipocresía», ha enfatizado el Santo Padre, añadiendo luego la conclusión
del Apóstol: «Frutos de justicia se siembran en la paz para los que obran la paz»
(3, 16-18).
Palabras, ha destacado asimismo Benedicto XVI que «evocan el testimonio
de tantos cristianos que, con humildad y en el silencio, entregan su vida al servicio
de los demás a causa del Señor Jesús, obrando concretamente como siervo del amor y,
por lo tanto, como ‘artesanos de paz».
En este contexto, el Papa ha recordado
a la misionera de la Consolata bárbaramente asesinada el domingo pasado, en Mogadiscio,
Somalia, cuyas últimas palabras fueron de perdón para sus asesinos. Esta evocación
ha sido acogida con visible conmoción, que estalló en un largo aplauso: «A algunos
se les pide algunas veces el supremo testimonio de la sangre, como ocurrió hace pocos
días a la religiosa italiana Sor Leonella Sgorbati, que murió víctima de la violencia.
Esta religiosa, que desde hacía muchos años servía a los pobres y a los pequeños en
Somalia, murió pronunciando la palabra ‘perdón’: he aquí el testimonio cristiano más
auténtico, signo pacífico de contradicción que demuestra la victoria del amor sobre
el odio y sobre el mal».
Tras recordar que no hay duda de que seguir a Cristo
puede ser difícil, pero, como Él dice, sólo el que pierde su propia vida por causa
suya y del Evangelio la salvará, dando sentido pleno a la propia existencia, Benedicto
XVI ha reiterado que «no hay otro camino para ser sus discípulos, no hay otro camino
para testimoniar su amor y tender a la perfección evangélica».
Como es tradicional,
después de la oración mariana, Benedicto XVI ha saludado en varias lenguas a los numerosos
peregrinos que han acudido a Castel Gandolfo. Éstas han sido sus palabras en lengua
española, acogidas con cantos, aplausos y cariño:
Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española aquí presentes, especialmente a los miembros de
las Academias del Ejército de Chile y al grupo de Barquisimeto, Venezuela, acompañado
de su Arzobispo, Mons. Tulio Manuel Chirivella Varela, así como a los que participan
a través de los medios de comunicación en esta oración mariana. Que el Señor, por
la intercesión maternal de la Virgen María, que hoy festejamos bajo la advocación
de Nuestra Señora de la Merced, os colme de sus dones. ¡Feliz domingo!
También
después del Ángelus, hablando en inglés, el Papa ha recordado que el próximo jueves
se celebra el Día mundial de la gente del mar, invitando a rezar por los marítimos
y sus familiares y manifestando su gratitud al Señor por la misión que desarrolla
el Apostolado del Mar, que desde hace largos años ofrece apoyo humano y espiritual
a todos los que conocen las dificultades y desafíos de esta vida. En particular, Benedicto
XVI ha destacado las «recientes iniciativas impulsadas por la Organización Marítima
Internacional para contribuir en la lucha contra la pobreza y el hambre».
En
sus palabras en polaco, el Papa ha encomendado a María, Madre de Dios, a todos aquellos
que se dedican al cuidado de los niños, a las familias que los adoptan y a los hogares
que acogen a los menores necesitados. Benedicto XVI ha recordado asimismo que la liturgia
de hoy evoca también las palabras de Jesús: «El que acoge a uno de estos pequeños
en mi nombre, me acoge a mí».