Audiencia general: El Papa reitera su gran respeto por el Islam y lamenta que se haya
malentendido su reflexión, en Ratisbona, que afirmaba que “la religión no puede ir
unida a la violencia, sino a la razón”
Miércoles, 20 sep (RV).- «Lamentablemente, se ha producido un malentendido, al explicar
que la religión no va unida a la violencia, sino a la razón». Benedicto XVI ha reiterado
su «gran respeto por las grandes religiones del mundo, también por los musulmanes»
y «la importancia de respetar lo sagrado» y «del diálogo interreligioso y la colaboración
en favor del bien común, la justicia social y los valores morales».
Como había
anunciado él mismo, el pasado domingo, Benedicto XVI ha dedicado su alocución, en
la audiencia general de este miércoles, a evocar el viaje pastoral que cumplió la
semana pasada a su Baviera, «cuyo objetivo era - en el recuerdo de cuantos han contribuido
a formar su personalidad – reafirmar y confirmar, como Sucesor del apóstol Pedro,
los estrechos lazos que unen a la Sede de Roma con la Iglesia en Alemania». Éstas
han sido las palabras en español, con las que el Papa ha compartido las intensas emociones
de su viaje y que han sido acogidas con grandes aplausos:
Queridos hermanos
y hermanas: Deseo compartir hoy algunos aspectos de mi reciente viaje a Baviera,
mi país natal, para dar gracias a Dios por lo que en ella me ha concedido y para infundir
esperanza en el porvenir, según el lema: “Quien cree nunca está solo”. Después de
Munich, donde fui Arzobispo, he implorado la bendición de la Virgen María en su Santuario
de Altötting. En Regensburg he encontrado a los estudiantes y profesores de la universidad,
reflexionando sobre la relación entre la fe y la razón. Lamentablemente, en este contexto
se ha producido un malentendido, al explicar que la religión no va unida a la violencia,
sino a la razón. Mi verdadero pensamiento se desprende claramente también de otros
pasajes, como cuando en Munich, con gran respeto por las grandes religiones del mundo,
también por los musulmanes - que “adoran a un único Dios”-, he subrayado la importancia
de respetar lo sagrado y la importancia del diálogo interreligioso y la colaboración
común en favor del bien común, la justicia social y los valores morales. Finalmente,
he encontrado a los sacerdotes y diáconos en la catedral de Freising, donde también
yo fui ordenado presbítero.
En su alocución central en italiano, el Santo Padre
ha evocado la primera etapa de su viaje, Múnich, haciendo hincapié en que quiso comenzar
su estancia bávara con un homenaje a la Virgen María, «para implorar la intercesión
y la bendición de la Madre de Dios no sólo para la ciudad de Múnich y la Baviera,
sino para toda la Iglesia y el mundo entero».
En la actualidad, «en un mundo
secularizado, nosotros los cristianos, tenemos la tarea de proclamar y testimoniar
a todos el mensaje de esperanza que la fe nos brinda: en Jesús crucificado Dios,
Padre misericordioso, nos llama a ser hijos suyos y a superar toda forma de odio y
de violencia para contribuir al triunfo definitivo del amor», ha reiterado, una vez
más, Benedicto XVI, sintetizando su homilía del domingo 10 de septiembre en Múnich.
Día
en cuya tarde tuvo una cita con los niños de primera comunión, sus familiares, catequistas,
agentes pastorales y cuantos cooperan en la evangelización en la diócesis de Múnich.
Momento en el que recordó «a niños y adultos» que «Dios no está lejos de nosotros,
en algún lugar inalcanzable del universo; todo lo contrario, en Jesús, Él se ha acercado
para establecer con cada uno una relación de amistad».
El lunes 11, en el santuario
mariano de Altötting, el Pontífice reflexionó sobre el papel de María en la obra de
la salvación, pues «María nos conduce a Jesús», ha reiterado también Benedicto XVI,
recordando luego las vísperas marianas que cerraron esa jornada, con la participación
de religiosos y seminaristas de Baviera.
Retomando el lema de su visita pastoral,
«El que cree nunca está solo», Benedicto XVI se ha referido a tres citas importantes
que tuvo el martes, 11 de septiembre, en Ratisbona. La misa multitudinaria de la mañana,
en la que reflexionó sobre el «contenido del Símbolo de la fe: Dios, que es Padre,
quiere reunir, mediante Jesucristo, a toda la humanidad en una única familia, la Iglesia».
Y por la tarde, en la catedral de Ratisbona - cuyo coro dirigió durante treinta años
su hermano Georg - la celebración ecuménica de las vísperas.
En la que participaron
numerosos representantes de varias Iglesias y Comunidades eclesiales de Baviera y
los miembros de la Comisión Ecuménica de la Conferencia Episcopal Alemana. Y que «fue
una providencial ocasión para rezar juntos, rogando que llegue pronto la unidad plena
de todos los discípulos de Cristo y para reiterar el deber de proclamar nuestra fe
en Jesucristo sin atenuaciones, sino de forma integral y clara».
Una experiencia
particularmente bella para el Pontífice, como él mismo ha dicho, fue el discurso que
por la tarde pronunció a estudiantes y profesores en la Universidad de Ratisbona,
donde durante un largo período de su vida fue la “patria espiritual” de Joseph Ratzinger,
al ser uno de los profesores docentes.
Como tema el Papa escogió la cuestión
de la relación entre fe y razón. Para introducir al auditorio en el dramatismo y en
la actualidad del argumento, el Santo Padre citó las palabras de un diálogo medieval
del siglo XIV en el cual el emperador bizantino Manuel II Paleólogo “de una manera
brusca, presenta a su interlocutor islámico el problema de la relación entre religión
y violencia”. Una cita ha explicado Benedicto XVI, como ya hemos escuchado, “que ha
sido mal interpretada”.
“Para un lector atento a mi texto, en cambio, está
claro que de ninguna de las maneras quería hacer mías las palabras negativas pronunciadas
por el emperador medieval en este diálogo, cuyo contenido polémico no expresa mi
convicción personal”.
La intención del Papa era bien distinta: quería explicar
que la religión no puede ir unida a la violencia, sino a la razón. Siguiendo el tema
de su conferencia (la relación entre razón y fe) en su discurso el Pontífice quería
invitar al diálogo de la fe cristiana con el mundo moderno y al diálogo con todas
las culturas y religiones.
Luego, el Papa ha resaltado que en distintas ocasiones
durante su visita a Baviera apareció con claridad el respeto profundo que tiene por
las grandes religiones y en particular por los musulmanes que “adoran el único Dios”
y “con los cuales colaboramos en defensa de los hombres, la justicia social, los valores
morales, la paz y la libertad. Una frase esta que ha sido largamente aplaudida.
El
itinerario del Papa en Ratisbona estuvo dedicado la mañana del miércoles a la visita
a la Vieja Capilla de Ratisbona en la que se custodia una imagen milagrosa de la Virgen.
El Papa no ha hablado en cambio del resto de la jornada que tuvo un matiz personalmente
privado. La última etapa, el 14 de septiembre, se desarrolló en Freising, en cuya
catedral fue ordenado sacerdote el Pontífice. Precisamente en la catedral, dedicada
a María Santísima y a san Corbiniano, el evangelizador de Baviera, tuvo lugar el último
encuentro del programa del Papa con los sacerdotes y diáconos permanentes. “Reviviendo
las emociones de mi ordenación sacerdotal –ha afirmado Benedicto XVI- recordé a los
presentes “el deber de colaborar con el Señor en el suscitar nuevas vocaciones al
servicio de las “mieses” que también hoy son muchas”.
Tras su alocución,
Benedicto XVI ha saludado en distintas lenguas a los fieles y peregrinos en la plaza
de san Pedro. Este ha sido su saludo en español.
Saludo a los
peregrinos de lengua española, en particular a las Carmelitas Misioneras que celebran
su Capítulo General: que el Espíritu inspire en ellas el mejor modo de vivir su propio
carisma. También a los grupos de las diócesis de Teruel-Albarracín y Huesca, acompañados
de sus respectivos Obispos, así como a los Cadetes de la Armada Nacional de la Marina
colombiana. Que la fe en el Dios de Jesucristo dé renovado vigor y esperanza a vuestras
vidas.