2006-09-16 18:56:59

Benedicto XVI alienta la investigación científica por el bien de la humanidad, en el respeto de los derechos fundamentales del ser humano en todos los estadios de su existencia


Sábado, 16 sep (RV).- «Cuando la ciencia se aplica en el alivio del sufrimiento y cuando, por este camino, descubre nuevos recursos, se demuestra dos veces rica en humanidad». Lo ha reiterado Benedicto XVI, destacando asimismo que la investigación sobre las células estaminales somáticas - es decir adultas - «merece aprobación y aliento cuando conjuga felizmente el saber científico, la tecnología más avanzada en ámbito biológico y la ética que postula el respeto del ser humano en cada estadio de su existencia».

En su discurso a los participantes en el Congreso Internacional sobre el interrogante que plantean las células estaminales en el futuro de la medicina, organizado por la Pontificia Academia para la Vida, el Papa ha manifestado su alegría por este encuentro y su apoyo a todos los científicos que se dedican a la investigación científica, con el fin de lograr terapias contra las enfermedades que afligen a la humanidad.

«Las perspectivas abiertas por este nuevo capítulo de la investigación son, en sí mismas, fascinadoras, porque dejan percibir la posibilidad de curar enfermedades que conllevan la degeneración de los tejidos, con los consiguientes riegos de invalidez y de muerte para los que las padecen ¿Cómo no sentir el deber de alabar a cuantos se aplican en esta investigación y a cuantos sostienen su organización y costes?».

Además de exhortar a las estructuras científicas que comparten los principios de la Iglesia católica «a incrementar este tipo de investigación y a fortalecer sus relaciones entre ellas y con cuantos persiguen, como es debido el alivio del sufrimiento humano», Benedicto XVI se ha referido a algunas acusaciones injustas contra la misma Iglesia:

«Permitidme también reivindicar - ante algunas frecuentes e injustas acusaciones de insensibilidad dirigidas en contra de la Iglesia - el constante apoyo que la misma ha dado en el curso de su bimilenaria historia a la investigación que se propone curar las enfermedades y el bien de la humanidad. Si ha habido alguna resistencia – y todavía la hay – ésta se refiere a aquellas formas de investigación que prevén la programada supresión de seres humanos ya existentes, aunque todavía no hayan nacido».

«En estos casos, la investigación, prescindiendo de los resultados de utilidad terapéutica, no se pone verdaderamente al servicio de la humanidad», ha enfatizado el Santo Padre reiterando luego lo que ya escribió antes de su elección pontificia: «... nadie puede disponer de la vida humana. Se debe establecer un límite insuperable a las posibilidades que tenemos de obrar y experimentar. El hombre no es un objeto del que podemos disponer, sino que cada individuo representa la presencia de Dios en el mundo» (J. Ratzinger, Dio e il mondo, pag. 119).

Benedicto XVI ha hecho hincapié en el respeto de los fundamentales derechos del ser humano también en el sector de la investigación científica, pues «los fines buenos nunca pueden justificar medios intrínsecamente ilícitos»: «Ante la supresión directa del ser humano no puede haber pactos ni tergiversaciones; no se puede pensar que una sociedad pueda combatir eficazmente el crimen cuando la misma legaliza el delito contra la vida naciente».







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