2006-09-09 19:47:01

Benedicto XVI renueva el acto de entrega de Baviera a la Madre de Dios y pide a la Virgen ayuda para que “nos ayude a encontrar fuerzas para la reconciliación y el perdón”


Sábado, 9 sep (RV).- Benedicto XVI ha renovado el acto de entrega de Baviera a la Madre de Dios, en un momento de oración a las 5 y media de esta tarde, en la plaza de María, de Múnich, precisamente donde el cardenal Joseph Ratzinger fue arzobispo desde 1977 a 1982, año en el que, su predecesor, el siervo de Dios Juan Pablo II, le nombró Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Cuando llegó el Papa a la plaza, pudo ver una gran fiesta alzando todos los fieles presentes sus banderas vaticanas pero también de sus países de origen como banderas latinoamericanas, de Ecuador, colombianas, pero sobre todo fue recibido con una ovación y un fuerte cariño, ovaciones que siguieron incluso en las palabras de saludo del primer ministro bávaro, interrumpiendo varias veces su discurso con vivas. Edmundo Stoiber, sobre todo agradeció a todos por este magno evento espiritual, esta fiesta de la fe como dijo. Retomó el lema del viaje y dijo que con el Papa fieles orarán con él, y millones de personas del mundo por medio de los medios de comunicación acompañarán al Papa en los lugares que marcaron su vida. Le agradeció por haber cambiado el rostro cristiano de la Baviera. “Toda la Baviera le da la bienvenida con abrazos y corazón abiertos”. Estas últimas palabras fueron interrumpidas con una fuerte ovación.

Al momento del saludo del arzobispo de Munich-Freising, cardenal Friedrich Wetter, recordó que en 1977 tras su ordenación episcopal el Papa invocó a la patrona bávara la protección de este país y de esta diócesis. También recordó en 1982 cuando el entonces cardenal Ratzinger dejaba esta diócesis para trasladarse a Roma, y rezó a la Virgen pidiendo la protección de la Baviera, motivo por el cual ha sido este su primera cita en su tierra natal. Seguidamente, el Papa saludó a los presentes.

A todos dijo que era para él un motivo de particular emoción encontrarse de nuevo en esta bellísima plaza a los pies de la Mariensäule – un lugar, que ya otras dos veces, ha dicho, ha presenciado eventos decisivos en su vida. Hace 30 años, aquí dijo los fieles me acogieron con cordialidad y gozo como su nuevo arzobispo desde entonces comencé mi servicio con una oración a la Virgen. Aquí dijo también es cuando cinco años después al ser llamado por el Papa a Roma, me despedí de mi diócesis, dirigiendo una vez más una oración a la Patrona Bavariae, para confiar a su protección mi ciudad y mi patria. Hoy me encuentro de nuevo aquí esta vez como Sucesor de Pedro.

Tras saludar a las autoridades civiles y eclesiales, así como al clero, el Papa se dirigió a todos sus amigos y compatriotas y todos los que hicieron posible este viaje. También recordó el momento en que fue sucesor de San Corbiniano, y de su leyenda, que desde que era niño le encantó. Cuando un oso habría aniquilado el caballo del santo, como castigo el santo cargó su equipaje sobre el lomo del oso. El oso lo transportó hasta Roma, y sólo entonces lo dejó ir. Recordó que en 1977 tenía delante de él la difícil elección de aceptar o no su nombramiento como arzobispo de esta diócesis que lo habría alejado de su querida universidad.

Tras recordar la interpretación de san Agustín el salmo 22 y afirmar que el pensamiento del obispo de Ippona, y el oso de san Corbiniano lo alientan siempre a cumplir su servicio con gozo y confianza. Hace 30 años con su nuevo cargo, diciendo día a día Sí a Dios, y bromeó luego para decir que el oso de san Corbiniano fue dejado en libertad en su caso el dueño ha decidido diversamente. Me encuentro por tanto de nuevo a los pies de la Mariensäule para implorar la intercesión y la bendición de la Madre de Dios, esta vez no solo para la ciudad y la Baviera sino para la Iglesia universal y para todos los hombres de buena voluntad. Tras el canto mariano popular Ave Dulce María, el Papa, al pie de la columna de María dirigió una nueva oración pública.

La columna de la Virgen surge en medio de la plaza, está construida en mármol, la punta está embellecida por cuatro ángeles, del siglo XVII, estilo barroco, y se encuentra la estatua en bronce dorado de la Virgen, patrona de Baviera. Esta estatua fue erigida en 1638 por Maximiliano I, como signo de agradecimiento por el final de la ocupación sueca de la ciudad durante la guerra de los años 30.

Llegó el momento de la oración, donde el Papa pidió que todos aprendamos de Ella, cómo poder encontrar a Dios para hallar el acuerdo entre ellos. Asimismo le pidió que les enseñe a todos a vivir con humildad y servicio nuestra responsabilidad. Que nos ayude a encontrar la fuerza para la reconciliación y para el perdón. Ayúdanos a convertirnos pacientes y humildes, pero también libres y valientes como lo fuiste tú en la hora de la Cruz.

Tras la oración del Papa, se procedió a la bendición final. Antes de dejar la Marienplatz, saludaron al Santo Padre el alcalde y otras personalidades eclesiales y ortodoxas y luego firmó el libro de honor de la ciudad, un libro que firman todas las personalidades que pasan por esta ciudad, el Papa recibió también la estatua de un santo.








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