Audiencia al nuevo embajador de Chile: Benedicto XVI recuerda el bicentenario de la
República y subraya la consolidación de las Instituciones y el clima de pacífica convivencia
Viernes, 8 sep (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana al nuevo embajador de
Chile ante la Santa Sede quien le ha presentado sus cartas credenciales. En su discurso
al diplomático el Papa ha querido recordar cómo “Chile se aproxima a su bicentenario
como República con las esperanzas que nacen de un periodo particularmente significativo,
en el cual se han logrado metas de desarrollo notables, se han ido consolidando las
Instituciones y parece prosperar el clima de una convivencia pacífica”.
Citando
la Constitución conciliar Gaudium et spes, el Papa ha subrayado que, «la fe lo ilumina
todo con luz nueva y manifiesta el plan divino sobre la vocación integral del hombre,
y por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas» (Gaudium et spes,
11). “En este sentido, -ha proseguido el Papa- comparte los anhelos de una justicia
que no se vea mermada por el insuficiente respeto de la dignidad del hombre y los
derechos inalienables que de ella se derivan”.
Unos derechos inalienables que
no están al servicio de otros intereses, como ha dicho el Pontífice. Y entre ellos
ha mencionado el derecho a la vida en todas las fases de su desarrollo y el derecho
a formar una familia, basada en los vínculos de amor y fidelidad establecidos en el
matrimonio entre un hombre y una mujer, y que ha de ser protegida y ayudada para cumplir
su incomparable misión de ser fuente de convivencia y célula básica de toda sociedad.
En ella, como institución natural, reside, además, el derecho primario a educar a
los hijos según los ideales con los que los padres desean enriquecerlos tras haberles
acogido con gozo en sus vidas.
El Papa puso también de relieve la trayectoria
económica favorable que ha propiciado también avances en campos como el de la educación
o la salud, así como en iniciativas sociales encaminadas a conseguir que todos los
ciudadanos puedan vivir plenamente de acuerdo con su dignidad. Precisamente este fue
el tema del diálogo mantenido entre Benedicto XVI y el nuevo embajador de Chile ante
la Santa Sede. De este modo nos lo quiso recordar el propio Pedro Pablo Cabrera Gaeta.
Por último,
y antes de impartir su bendición apostólica, el Papa recordó los abundantes recursos
históricos y espirituales de la nación chilena necesarios para afrontar el futuro
con fundadas esperanzas de alcanzar nuevas metas de humanidad, contribuyendo así a
favorecer también en el concierto de las naciones vínculos de cooperación y convivencia
pacífica. En este sentido recordó las figuras de los Santos, como Teresa de los andes
o el Padre Alberto Hurtado. Precisamente el nuevo embajador de Chile ante la Santa
Sede quiso comentarnos también la evolución experimentada por el pueblo chileno en
los últimos años.
Discurso
completo Señor Embajador: 1. Me complace recibirle en esta Audiencia
en la que me presenta las Cartas Credenciales que lo acreditan como Embajador Extraordinario
y Plenipotenciario de la República de Chile ante la Santa Sede. Le doy la bienvenida
al asumir la alta responsabilidad que su Gobierno le ha confiado, y le expreso los
mejores deseos de que su misión sea fructuosa para continuar y fortalecer las buenas
relaciones diplomáticas existentes entre su País y esta Sede Apostólica. Le agradezco
las amables palabras que me ha dirigido, así como el deferente saludo que la Señora
Presidenta de la República, doña Michelle Bachelet, ha querido hacerme llegar por
medio de Vuestra Excelencia, expresión de la cercanía espiritual del pueblo chileno
al Sucesor de Pedro, labrada a lo largo de la historia en concomitancia con la continua
labor de la Iglesia a través de sus miembros e instituciones.
2. Chile se
aproxima a su bicentenario como República con las esperanzas que nacen de un periodo
particularmente significativo, en el cual se han logrado metas de desarrollo notables,
se han ido consolidando las Instituciones y parece prosperar el clima de una convivencia
pacífica. La trayectoria económica favorable ha propiciado también avances en campos
como el de la educación o la salud, así como en iniciativas sociales encaminadas a
conseguir que todos los ciudadanos puedan vivir plenamente de acuerdo con su dignidad. Estos
factores, así como la apertura a horizontes que van más allá de los propios confines,
son ciertamente motivo de satisfacción, y también un nuevo llamado al sentido de responsabilidad,
para mantener vigorosos los más altos ideales que dan vida a todo verdadero progreso
y, a la larga, lo hacen posible. Como Vuestra Excelencia ha recordado con sus palabras,
el desarrollo perenne de los valores, que han de inspirar las realizaciones técnicas,
es una dimensión en la que debe crecer tanto la comunidad nacional como internacional
para promover el bien común.
3. A este respecto, la Iglesia cumple su misión
anunciando el Evangelio de Cristo, proyectando su luz sobre las realidades del mundo
y del ser humano, proclamando por ello su más alta dignidad. En efecto, «la fe lo
ilumina todo con luz nueva y manifiesta el plan divino sobre la vocación integral
del hombre, y por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas» (Gaudium
et spes, 11). En este sentido, comparte los anhelos de una justicia que no se vea
mermada por el insuficiente respeto de la dignidad del hombre y los derechos inalienables
que de ella se derivan. Estos derechos son inalienables precisamente porque el
hombre los posee por su propia naturaleza y, por tanto, no están al servicio de otros
intereses. Entre ellos cabe mencionar, ante todo, el derecho a la vida en todas las
fases de su desarrollo o en cualquier situación en que se encuentre. También el derecho
a formar una familia, basada en los vínculos de amor y fidelidad establecidos en el
matrimonio entre un hombre y una mujer, y que ha de ser protegida y ayudada para cumplir
su incomparable misión de ser fuente de convivencia y célula básica de toda sociedad.
En ella, como institución natural, reside, además, el derecho primario a educar a
los hijos según los ideales con los que los padres desean enriquecerlos tras haberles
acogido con gozo en sus vidas.
4. Vuestra Excelencia sabe bien que la querida
Patria chilena cuenta con abundantes recursos históricos y espirituales para afrontar
el futuro con fundadas esperanzas de alcanzar nuevas metas de humanidad, contribuyendo
así a favorecer también en el concierto de las naciones vínculos de cooperación y
convivencia pacífica. Muestra de ello son los Santos, que tanto renombre han adquirido
por doquier, como Teresa de los Andes o el Padre Alberto Hurtado. Los muchos dones
que el Creador ha otorgado en la naturaleza a los hijos e hijas de Chile han de seguir
dando frutos que abran un futuro más próspero a las nuevas generaciones, y sean amantes
de la paz y tengan un sentido trascendente de la vida, acorde con las seculares raíces
cristianas del País. Al terminar este encuentro, le renuevo mi saludo y bienvenida.
Le deseo una feliz estancia en Roma, no solamente rica de experiencias profesionales,
sino también personales. Esta es una ciudad que ofrece tantas posibilidades en sí
misma y, en cierto modo, una atalaya privilegiada para comprender los avatares del
orbe. Con estos sentimientos, invoco la maternal protección de la Santísima Virgen
María que, bajo la advocación del Carmelo, es Patrona de los chilenos, e imparto de
corazón a usted, a su distinguida familia y demás seres queridos, así como a sus colaboradores
en la Embajada, la Bendición Apostólica.