2006-09-07 16:07:48

Llamamiento final del encuentro de Asís: “la paz es irrenunciable y la guerra no es inevitable”


Jueves, 7 sep (RV).- Los hombres y mujeres de distintas religiones, reunidos en Asís, en un “difícil momento del mundo”, han subrayado en su llamamiento final que “la paz es irrenunciable... y que la guerra no es inevitable”. El documento resalta además que “quien usa el nombre de Dios para destruir al prójimo se aleja de la religión pura”.

Durante dos días los representantes religiosos se han reunido en la Basílica inferior de San Francisco de Asís para reflexionar sobre el tema: “Por un mundo de paz, religiones y culturas en diálogo”. Los participantes recogen en su llamamiento final la iniciativa audaz y profética de Juan Pablo II, quien en 1986, en plena guerra fría, invitó a Asís a los líderes religiosos del mundo para rezar por la paz.

Con este nuevo encuentro los lideres religiosos pretenden subrayar que la oración no divide, sino que une. Al mismo tiempo, el documento final, sin olvidar los numerosos problemas del mundo, invita a no resignarse a la cultura del conflicto, según la cual el enfrentamiento sería la consecuencia inevitable del futuro próximo de enteras comunidades religiosas, de culturas y civilizaciones.

En este sentido el documento reivindica que “somos hombres y mujeres creyentes, no somos ingenuos. El siglo apenas trascurrido nos ha demostrado cómo guerras mundiales, el Holocausto, genocidios de dimensiones inimaginables, opresiones de masas, ideologías totalitarias, han suprimido millones de vidas humanas y no han renovado el mundo como prometían. Por esto insistimos en que ningún enfrentamiento es un destino inevitable, ninguna guerra es un hecho natural”.
Los líderes religiosos se dirigen a quienes detentan la responsabilidad de los gobiernos para insistir en que “la paz es irrenunciable, incluso cuando parece imposible conseguirla”. En el mismo sentido el llamamiento propone el diálogo como método de búsqueda de la paz y para evitar los abismos que dividen a culturas y pueblos y preparan graves conflictos.

Al mismo tiempo que se subraya con contundencia que la guerra no es inevitable, se reafirma que “las religiones no justifican jamás el odio y la violencia”, porque “quien usa el nombre de Dios para destruir al prójimo se aleja de la religión pura. Quien siembre terror, muerte, violencia, en nombre de Dios, tiene que recordar que la paz es el nombre de Dios. Dios es más fuerte que quien quiere la guerra, de quien cultiva el odio, de quien vive de violencia”.







All the contents on this site are copyrighted ©.