Llamamiento final del encuentro de Asís: “la paz es irrenunciable y la guerra no es
inevitable”
Jueves, 7 sep (RV).- Los hombres y mujeres de distintas religiones, reunidos en Asís,
en un “difícil momento del mundo”, han subrayado en su llamamiento final que “la paz
es irrenunciable... y que la guerra no es inevitable”. El documento resalta además
que “quien usa el nombre de Dios para destruir al prójimo se aleja de la religión
pura”.
Durante dos días los representantes religiosos se han reunido en la
Basílica inferior de San Francisco de Asís para reflexionar sobre el tema: “Por un
mundo de paz, religiones y culturas en diálogo”. Los participantes recogen en su llamamiento
final la iniciativa audaz y profética de Juan Pablo II, quien en 1986, en plena guerra
fría, invitó a Asís a los líderes religiosos del mundo para rezar por la paz.
Con
este nuevo encuentro los lideres religiosos pretenden subrayar que la oración no divide,
sino que une. Al mismo tiempo, el documento final, sin olvidar los numerosos problemas
del mundo, invita a no resignarse a la cultura del conflicto, según la cual el enfrentamiento
sería la consecuencia inevitable del futuro próximo de enteras comunidades religiosas,
de culturas y civilizaciones.
En este sentido el documento reivindica que “somos
hombres y mujeres creyentes, no somos ingenuos. El siglo apenas trascurrido nos ha
demostrado cómo guerras mundiales, el Holocausto, genocidios de dimensiones inimaginables,
opresiones de masas, ideologías totalitarias, han suprimido millones de vidas humanas
y no han renovado el mundo como prometían. Por esto insistimos en que ningún enfrentamiento
es un destino inevitable, ninguna guerra es un hecho natural”. Los líderes religiosos
se dirigen a quienes detentan la responsabilidad de los gobiernos para insistir en
que “la paz es irrenunciable, incluso cuando parece imposible conseguirla”. En el
mismo sentido el llamamiento propone el diálogo como método de búsqueda de la paz
y para evitar los abismos que dividen a culturas y pueblos y preparan graves conflictos.
Al
mismo tiempo que se subraya con contundencia que la guerra no es inevitable, se reafirma
que “las religiones no justifican jamás el odio y la violencia”, porque “quien usa
el nombre de Dios para destruir al prójimo se aleja de la religión pura. Quien siembre
terror, muerte, violencia, en nombre de Dios, tiene que recordar que la paz es el
nombre de Dios. Dios es más fuerte que quien quiere la guerra, de quien cultiva el
odio, de quien vive de violencia”.