2006-09-02 19:04:53

Reflexiones en familia


Escuchar el programa RealAudioMP3
Viernes, 1 sep (RV).- Hoy hablaremos de las adicciones, esa tendencia que desarrollamos los seres humanos hacia el consumo compulsivo de diversas cosas: alcohol, sustancias tóxicas, e incluso productos comerciales.
Las adicciones pueden considerarse una enfermedad familiar y social en cuyo desarrollo juegan diferentes factores, desde lo biológico hasta lo existencial y lo espiritual pasando por lo emocional y lo mental, sin olvidar los valores y las creencias. Pero lo evidente es que el terreno en el que se desarrolla la vida adictiva es precisamente la cotidianidad. Es en el ámbito familiar en donde aprendemos que las penas se ahogan en el trago o se evaden con algo, y esta costumbre que comienza en la niñez se transmite de generación en generación.
Lo increíble es que los padres de familia y la sociedad en general no perciben cuál es su responsabilidad en el surgimiento del problema y miran la situación como si ella naciera por generación espontánea de un mundo que a ellos no les concierne y al que solo pertenecen los jóvenes; o aquellos adictos cuyos niveles de consumo ya los convirtieron en seres marginales.
De acuerdo con nuestro entendimiento, un adicto es solamente aquel ser humano que consume compulsivamente sustancias tóxicas, tabaco, alcohol, marihuana, pastillas etc., que ha perdido su autonomía y su voluntad, que organiza su vida exclusivamente alrededor del consumo y no alguien que sencillamente estaba borracho. ¿Estarán equivocadas las autoridades norteamericanas? ¿O será que nosotros pretendemos tapar el sol con las manos?
Y es que, aunque estamos alarmados al ver la cantidad de adolescentes, casi niños, que consideran adecuado, normal y hasta necesario para su crecimiento personal, pertenecer a grupos o parches en los que se consumen cigarrillos, alcohol, drogas, ropa de marca, video juegos, le restamos importancia al hecho de que ellos piensan que para pasarla bien hay que consumir, de lo contrario se es un tonto, un nerdo, o sencillamente no está en nada.
Según nuestras creencias culturales, podríamos pensar que las autoridades norteamericanas habrían actuado de manera excesiva al sentenciar al actor Mel Gibson a tres años de libertad provisional, a pagar una multa de 1.300 dólares y a asistir casi un año a las terapias de alcohólicos anónimos, por manejar en estado de ebriedad.
El asunto es que los adultos asumimos actitudes consumistas, adictas, que justificamos culturalmente, señalando como natural un estilo de vida donde se aprende con naturalidad que el consumo es una forma de ayuda para sentirnos mejor, superar una dificultad o incluso una tristeza. El consumo es una forma de evasión de la realidad.
Adicionalmente, muchos padres de familia consumen licor, pero se amparan en lo socialmente aceptable y no se reconocen a sí mismos como consumidores; se sienten, por ejemplo, bebedores sociales. En consecuencia no perciben que están construyendo el permiso para la familiaridad conde sus hijos con el alcohol.
Lo claro es que en muchos hogares se crean las condiciones para que los hijos se encaminen hacia las adicciones, cada vez que nuestros impulsos como padres nos llevan por caminos que no deseamos, cada vez que nos encontramos sintiendo que los obstáculos nos quedan grandes o que, para cumplir con nuestras obligaciones diarias, necesitamos la ayuda de un cigarrillo, de un trago, e incluso de un par de zapatos que nos estimule y disipe la depresión.
Para que las familias y la sociedad puedan salir de las adicciones, es necesario que el amor y la dignidad tomen el lugar que hoy día tiene el miedo al dolor, que la obsesión se reemplace por la tenacidad, la compulsión por la decisión, la codependencia por el cuidado de las propias responsabilidades, el consumo de las sustancias por el ejercicio de la autonomía y la pasión por libertad.
Sin embargo, esto sólo se logrará cuando tengamos el valor para acoger amorosamente las debilidades de nuestros hijos, si los guiamos con la certeza de que trascender el dolor es el mejor camino hacia la libertad.
Texto: Alma García
Locución: Alina Tufani








All the contents on this site are copyrighted ©.