Jueves, 31 ago (RV).- Hoy celebramos la proclamación del Día Internacional de la Solidaridad,
fecha en la que se contribuye a promover y fortalecer los ideales de solidaridad como
valores fundamentales para las relaciones en y entre las naciones, los pueblos y las
personas.
El movimiento social “Solidaridad” fundado hace 20 años, cuya importancia
mundial fue reconocida, en particular con la concesión del Premio Nobel de la Paz
a su legendario dirigente Lech Walesa, y que se basó en los ideales de la solidaridad,
se convirtió en un importante impulsor del cambio, no sólo en Polonia, sino también
en un contexto más amplio al lograr finalmente derribar el muro de Berlín y desembocar
en el renacimiento de la democracia más allá del telón de acero. Este movimiento también
contribuyó a atraer la atención de los pueblos de todos los continentes hacia la importancia
creciente de la solidaridad como valor fundamental de las relaciones entre los individuos,
los pueblos y las naciones.
Y es que la solidaridad no sólo es un requisito
de carácter moral, sino también una condición previa para la eficacia de las políticas
de los países y los pueblos. Es una de las garantías de la paz mundial. Vivimos un
período de grandes diferencias entre los ricos y los pobres. El verdadero progreso
no se logrará sin la cooperación entre todas las naciones y los pueblos para acabar
con la pobreza y sin la solidaridad con los desposeídos. Debemos asumir la responsabilidad
ante los que no pueden obtener los recursos suficientes para el desarrollo, cuyos
derechos humanos y dignidad no se respetan. Todos ellos son nuestra preocupación común.
Por
consiguiente, debemos aspirar a que el siglo XXI sea la era de las naciones, los pueblos
y los individuos consagrados a la solidaridad. Un camino en solitario lleva inexorablemente
al aislamiento. Las estructuras supranacionales, fundadas precisamente en el principio
de la solidaridad con el debido respeto a las particularidades locales y la diversidad
cultural, ofrecen la posibilidad de un desarrollo pleno y estable.
La proclamación
del 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, para coincidir con el aniversario
del inicio del movimiento “Solidaridad” que inspiró y abrió camino a los cambios mencionados
anteriormente, contribuirá a promover y fortalecer los ideales de solidaridad como
valores fundamentales.
La solidaridad tiene dimensiones diversas y manifestaciones
en varios niveles, de ahí que el proyecto de resolución propuesto por la ONU señale
la posibilidad de conmemorar el día de formas diversas y por diversos medios con arreglo
a las necesidades locales, regionales e internacionales.
La labor de Solidaridad
la conocía bien Juan Pablo II quien un 19 de abril de 1989 daba gracias a Dios por
el trabajo de este sindicato encomendándolo a la solicitud materna de María. “Pienso,
queridos señores y señoras –expresó el predecesor de Benedicto XVI un 15 de enero
de 1981 que sois plenamente conscientes de los deberes que se os presentan. Son deberes
de enorme importancia. Se refieren a la necesidad de que queden plenamente garantizadas
la dignidad y la eficiencia del trabajo humano a través del respeto de todos los derechos
personales, familiares y sociales de cada hombre, el cual es agente del trabajo. En
este sentido –proseguía Juan Pablo II- dichos deberes tienen un significado fundamental
para la vida de toda la sociedad, de la nación entera, para su bien común. Pues el
bien común de la sociedad se reduce a estas preguntas: ¿Qué es la sociedad?; ¿Qué
es el hombre?; ¿Cómo vive?; ¿Cómo trabaja? Por ello vuestra actividad hace y debe
hacer siempre referencia a la moralidad en el campo del trabajo, a las relaciones
entre obrero y el que le proporciona el trabajo”.
Este empeño del sindicato
Solidaridad es el empeño que Naciones Unidas ha querido difundir a través del establecimiento
de un día dedicado a la solidaridad, para dar un verdadero significado a esta palabra
y para dar a conocer el increíble trabajo realizado por este sindicato polaco para
que sirva de ejemplo a otras naciones.