2006-08-24 15:17:27

Mensaje a favor de la vida de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina


Jueves, 24 ago (RV).- Los obispos de Argentina han hecho pública una declaración debido al debate que se está llevando a cabo en el país ante la posibilidad de legalizar el aborto. La declaración se extrae de la 144º reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina y en ella los obispos aseguran que el único móvil que les ha impulsado a dirigirse a las autoridades, a los representantes y a todo el pueblo, tratando de apostar por la vida e impedir la legalización del aborto, ha sido “el profundo amor de Dios por todos nosotros. Sólo nos mueve el deseo de valorar cada una de las vidas que se engendran y que ya son un ser constituido en el vientre de la madre”.

Los obispos argentinos ponen como ejemplo el trabajo de Madre Teresa ayudando a los más pobres, una labor valorada por todos. Ante este reconocimiento, los prelados se preguntan el porqué de que se acepte y valore el trabajo de la Iglesia en favor de los pobres, pero se les descalifique cuando defienden el derecho a la vida. “La Ley de Dios y el sentido común –prosigue la nota- nos han enseñado que la vida es un gran bien que debemos preservar desde el momento que comienza”.

Asimismo la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina señala que “cada uno en su conciencia debe discernir si quiere una sociedad que respete la vida de todos los seres engendrados. Los que creemos en Dios debemos darle ante todo a Él la propia respuesta. A los que no creen –prosigue el mensaje- los invitamos a que consideren qué les dice el sentido común frente a un ser ya engendrado que es verdadero sujeto de derechos humanos”. A todos ellos los prelados ruegan que asuman este tema con la seriedad que se merece.

“Los cristianos, como nos enseña san Pablo, no entristezcamos a Dios –finaliza la declaración de los obispos argentinos- no sembremos la cultura de la muerte en nuestra sociedad. Por el contrario, sembremos la esperanza y la alegría que provienen del amor de Dios por sus criaturas. Así nos lo enseñó Jesús, quien pidió al Padre que no se pierda ninguno de los hermanos”.







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