2006-08-22 11:48:44

Ángelus: Reflexionando sobre la figura de san Bernardo, Benedicto XVI invoca a la Virgen para que obtenga el don de la paz verdadera y duradera para el mundo entero


Domingo, 20 ago (RV).- Como cada domingo el Santo Padre se ha reunido, en el patio del palacio apostólico de Castelgandolfo, para rezar el Ángelus con los fieles presentes en esta pequeña ciudad lacial. Benedicto XVI ha comenzado su alocución previa a la oración mariana aludiendo a los santos de hoy, en particular a san Bernardo de Claraval, gran Doctor de la Iglesia, que vivió entre los siglos XI y XII. Su ejemplo y sus enseñanzas, ha manifestado el Papa, nos demuestran cuan útiles son también en nuestro tiempo. Retirándose del mundo después de un periodo de tribulación interior, fue elegido abad del monasterio cisterciense de Claraval cuando tenía 25 años, guiándolo durante 38 años, hasta su muerte. La dedicación y el silencio no le impidieron desarrollar una intensa actividad apostólica.

El Santo Padre ha recordado también de este Santo su esfuerzo por dominar su impetuoso temperamento, así como su humildad reconociendo sus limitaciones. “La riqueza y el prestigio de su teología –ha proseguido el Papa- se encuentran en el haber conseguido proponer la verdad de la fe con un estilo claro e incisivo capaz de fascinar al que escucha y de disponer el ánimo al recogimiento y a la oración”.
Se detecta en cada uno de sus escritos el eco de una rica experiencia interior, que san Bernardo conseguía comunicar a los demás con sorprendente capacidad persuasiva. Para él la fuerza más grande de la vida espiritual es el amor. Dios, que es Amor, crea al hombre por amor, y por amor lo rescata; la salvación de todos los seres humanos, mortalmente heridos por la culpa original y agravados por los pecados personales, consiste en la adhesión firme a la divina caridad, revelándose plenamente en Cristo crucificado y resucitado.

Con su amor Dios resana nuestra voluntad y nuestra inteligencia enfermas elevándolas al más alto grado de unión con Él, es decir a la santidad y a la unión mística. De esto san Bernardo, ha recordado el Papa, se ocupa entre otras cosas, en el breve pero sustancioso “Liber de diligendo Deo”. Tiene también otro escrito, ha querido señalar Benedicto XVI, el “De cosideratione”, dirigido al Papa Eugenio III. Aquí el tema dominante es la importancia del recogimiento interior, elemento esencial de la piedad. Es menester guardarse, observa el santo, de los peligros de una actividad excesiva, cualquiera que sea la condición y el oficio que se desempeña, porque las muchas ocupaciones conducen muchas veces a la “dureza del corazón”, “son sufrimientos del espíritu, dispersión de al inteligencia, y de la gracia”.

La admonición, ha subrayado Benedicto XVI vale para todo tipo de ocupación, incluidas las ingerentes al gobierno de la Iglesia. La palabra que, a este respecto, Bernardo dirige al Pontífice, discípulo suyo en Claraval, es provocativa: “”Mira -le escribe– donde te pueden arrastrar estas malditas ocupaciones, si continuas a perderte en ellas . . . no reservando tiempo para ti mismo”. ¡Cuán útil es también para nosotros esta llamada a la oración! Que nos ayude a concretar en nuestra experiencia san Bernardo, que supo armonizar la aspiración del monje a la soledad y a la quietud del claustro con la urgencia de misiones importantes y complejas al servicio de la Iglesia. Encomendemos este deseo a la intercesión de la Virgen, que desde muchacho amó con ternura y filial devoción hasta merecer el título de “Doctor mariano”.”Invoquémosla para que obtenga el don de la paz verdadera y duradera para el mundo entero”.

Tras el rezo del Ángelus y del responso de los fieles difuntos el Papa ha saludado en varias lenguas. Este ha sido su saludo en español: RealAudioMP3 “Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española aquí presentes en Castelgandolfo, en especial al Grupo Asociación Pro-vida, de Mairena del Alcor, Sevilla; así como a quienes participan en esta oración mariana en la Plaza de San Pedro y a través de la radio o la televisión. Queridos hermanos: que la devoción a la Virgen María os ayude a recibir cada día con más fe y amor el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, fuente de la verdadera vida y prenda de la gloria del cielo. ¡Que Dios os bendiga!”







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