Lunes, 21 ago (RV).- Giuseppe Sarto, nació en 1935 en Riese, un pequeño pueblo cerca
de Venecia, en el seno de una familia humilde. Siendo niño perdió a su padre por lo
que pensó en abandonar sus estudios para ayudar a su madre a sacar a su familia adelante,
pero ella no se lo permitió y años más tarde ingresó en el seminario gracias a la
ayuda de un amigo de la familia.
Ya desde el inicio de su sacerdocio, dio señas
de ser un verdadero hombre de Dios. Sentía el fuerte deseo de hacer del Señor el centro
de su propia vida y de acercarle a aquellos que habían sido puestos a su cargo pastoral.
En 1884 fue nombrado obispo de Mantua y en 1893 cardenal de Venecia.
En 1903
al morir León XIII fue convocado a Roma para elegir al nuevo Pontífice. Cuando los
cardenales comenzaron a inclinarse por el nombre de Giuseppe Sarto, él suplicó que
no le eligieran pues se consideraba indigno para el cargo. Muchos de los que no le
conocían bien, comprendieron que detrás de su sincera humildad y sencillez se hallaba
un hombre de gran potencial y acabaron por darle su voto. Finalmente, aceptó el cargo
y Giuseppe ocupó la cátedra de san Pedro con el nombre de Pio X.
Tres eran
sus grandes características: La pobreza, fue un Papa pobre que nunca fue servido más
que por sus hermanas, para las que luego tuvo que solicitar una pensión para que no
quedaran en la miseria en el momento de su muerte; La humildad, Pio X siempre se sintió
indigno del cargo de Papa y no permitió ningún lujo excesivo en sus recámaras; y la
bondad, Pío X era un hombre de trato fácil pues siempre estaba de buen humor y dispuesto
a servir a quien le necesitase.
Dentro de sus obras destaca su preocupación
por la correcta formación de los sacerdotes y de la labor de los seminarios en saber
distinguir quienes estaban preparados para convertirse en discípulos de Cristo.
Combatió
durante su pontificado dos herejías en boga en esa época: El Modernismo, la cual combatió
en un documento llamado Pascendi en el que establecía que los dogmas son inmutables
y la Iglesia tiene autoridad para dar normas de moral. La otra herejía contra la que
luchó fue el Jansenismo que propagaba que la Primera Comunión se debía retrasar lo
máximo posible.
En contraposición, Pío X decretó la autorización a que los
niños pudieses recibir la comunión en el mismo momento en que fueses concientes de
que quien estaba en la Santa forma consagrada. Este decreto le valió ser llamado el
Papa de la Eucaristía”.
Fundó el Instituto Bíblico para perfeccionar las traducciones
de la Biblia y nombró una comisión encargada de ordenar y actualizar el Derecho Canónico.
Además fue férreo defensor del estudio del catecismo. Murió, después de 11 años de
pontificado, el 21 de agosto de 1914 justo antes del estallido de la Primera Guerra
Mundial, después de una intensa lucha en defensa de la Paz.
Lo cierto es que
en vida se le atribuyeron muchos milagros e incluso se le llamaba Papa Santo, a lo
que él respondía “No Santo, sino Papa Sarto”. Asimismo son numerosos los testimonios
que afirman que tenía el don de penetrar en los corazones humanos y ver lo que en
ellos se escondía. Finalmente, San Pío X fue elevado a los altares en 1954 por Pió
XII.