2006-08-22 12:59:32

Memoria litúrgica de san Roque


Miércoles, 16 ago (RV).- Nació en Montpellier y fue un peregrino que se desplazo a Roma. Formo parte de una familia cristiana acaudalada. Huérfano en su juventud, decidió vender sus pertenencias y donar el dinero a los necesitados. A fin de pasar inadvertido, vistió túnica burda, peregrinó a Italia y a Tierra Santa.

Se dice que predicaba el evangelio y detenía su viaje en los lugares donde había enfermos, a quienes curaba con solo orar por ellos y bendecirlos. Antes de llegar a Roma, se cuenta que paso por la ciudad italiana de Cesanea, donde curo a un cardenal que mas tarde le presentó al Papa. En la ciudad de Piacenza, el santo enfermo, y para no infectar a los vecinos de la ciudad se trasladó al bosque. La historia cuenta que cada día recibía la visita de un perro que le llevaba un panecillo. El animalito lo tomaba cada día de la mesa de su amo, un hombre bien acomodado llamado Gottardo Pallastrelli, el cual después de ver la escena repetidamente, decidió un día seguir a su mascota. De esta forma, entró en el bosque donde encontró al pobre moribundo. Ante la sorpresa se lo llevó a casa, lo alimentó y le curó.

El mismo Gottardo, después de comprobar la sencillez de aquel hombre y de haber escuchado las palabras del evangelio que le enseñó, decidió peregrinar como él. La curación definitiva de Roque fue gracias a un ángel que se le apareció. Existen otras versiones populares que afirman que fue el mismo perro quien le curo, después de lamerle la herida de su pierna varias veces cuando el santo estaba en el bosque. Una vez curado, Roque decidió volver definitivamente a Montpellier, pero en el norte de Italia, en el pueblo de Angera, a orillas del lago Maggiore, unos soldados, acusándole de espía, lo arrestaron. Fue encerrado y moriría en prisión entre los años 1376 y 1379. Algunos cuentan que tenía 32 años de edad.

San Roque había pertenecido a la Tercera Orden de los franciscanos, una rama de esta congregación reservada a las personas laicas que quieren vivir bajo la espiritualidad de san Francisco de Asís. Así lo reconoció el Papa Pío IV en 1547.







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