2006-08-09 15:18:16

Audiencia General: Nuevo llamamiento del Papa por la paz en Oriente Medio recordando los mensajes, de gran actualidad, lanzados por Pablo VI y Juan Pablo II


Miércoles, 9 ago (RV).- Benedicto XVI ha celebrado este miércoles la Audiencia General en el aula Pablo VI del Vaticano para los peregrinos presentes en Roma. Una vez más el Santo Padre ha mostrado su preocupación por el conflicto en Oriente Medio, recordando en referencia al trágico conflicto en curso, las palabras que Papa Pablo VI dirigió a la ONU en octubre de 1965: “¡No más los unos contra los otros, no más, jamás!... Si queréis ser hermanos, dejad caer las armas de vuestras manos. De este modo vemos que Pablo VI sigue siendo de gran actualidad”.

En este sentido el Obispo de Roma ha proseguido su llamamiento por la paz, invitando a razonar y a poner buena voluntad para conseguir un alto el fuego. “Frente a los esfuerzos que se están llevando a cabo para alcanzar finalmente el cese el fuego y una solución justa y duradera al conflicto –ha señalado el Papa- repito, recordando las palabras de mi inmediato predecesor el gran Papa Juan Pablo II, que ‘es posible cambiar el curso de los acontecimientos cuando prevalecen la razón, la buena voluntad, la confianza en el otro, la actuación de los compromisos asumidos y la cooperación entre los responsables’. Así dijo un 13 de enero de 2003, y estas palabras valen, como vemos, también hoy (cfr Discurso al Cuerpo Diplomático, 13 de enero de 2003)”.

Benedicto XVI ha finalizado su llamamiento a la paz, invitando a todos a “intensificar la oración para obtener el deseado don de la paz”. Asimismo durante esta audiencia, como aludió la semana pasada, el Santo Padre ha continuado profundizando en la figura de los Apóstoles. Hoy el Papa ha reflexionado sobre el contenido de las enseñanzas del apóstol Juan, exactamente sobre el Evangelio y sus Cartas. “Existe un argumento característico que emerge en los escritos de Juan, se trata del amor. Por eso he querido, ha subrayado el Obispo de Roma, iniciar mi primera carta encíclica con las palabras de este Apóstol: “Dios es amor” (Deus caritas est). Es muy difícil encontrar este tipo de textos en otras religiones. Pero ciertamente Juan no es el único autor de origen cristiano que habla del amor.

El Papa confiándose a los escritos de san Juan ha manifestado: “Una cosa es cierta: él no realiza un desarrollo abstracto, como podría ocurrir cuando se afronta un argumento de carácter doctrinal y teórico. El verdadero amor en efecto, por su naturaleza, no es jamás puramente especulativo, hay referencias directas, concretas y verificables en personas reales. Pues bien –ha proseguido el Papa- Juan nos hace ver cuales son los componentes o mejor, las fases del amor cristiano, un movimiento caracterizado por tres momentos”.

El primero de estos momentos, según ha subrayado Benedicto XVI, corresponde a la misma Fuente del amor, que el Apóstol coloca en Dios, llegando a afirmar que “Dios es amor” (1 Jn 4,8.16). Juan es el único autor del Nuevo Testamento a darnos definiciones de Dios. Dice, por ejemplo, que “Dios es Espíritu” (Jn 4,24) o que “Dios es luz” (1 Jn 1,5). Aquí proclama con fulgurante intuición que “Dios es amor”. Hay que señalar –explica el Santo Padre- que no se afirma simplemente que “Dios ama” y mucho menos que “el amor es Dios”. Con otras palabras, Juan no se limita a describir el actuar divino, sino que procede hasta sus raíces. Con ello Juan quiere decir que lo constitutivo esencial de Dios es el amor: “todo aquello que Dios hace, lo hace por amor”.

Llegados a este punto, ha proseguido el Papa, es indispensable dar un paso adelante y precisar que Dios ha demostrado concretamente su amor entrando en la historia humana mediante la persona de Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado por nosotros. Este es el segundo momento constitutivo del amor de Dios. Él no se ha limitado a declaraciones verbales, se ha comprometido verdaderamente y ha “pagado” en primera persona. Como escribe Juan, “Dios ha amado tanto al mundo (es decir: a todos nosotros) hasta dar a su Hijo unigénito” (Jn 3,16). Hasta aquí ha llegado el amor de Jesús por nosotros. ¡Hasta la efusión de su propia sangre por nuestra salvación! El cristiano, deteniéndose en contemplación ante este “exceso” de amor, tiene que preguntarse sobre cuál debe ser la respuesta debida.

Esta pregunta nos introduce en el tercer momento de la dinámica del amor: de destinatarios receptivos de un amor que nos precede y sobrepasa, estamos llamados a un compromiso de una respuesta activa, que para ser adecuada tiene que ser una respuesta de amor. Juan habla de un “mandamiento”. Hace referencia en efecto a las palabras de Jesús: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado, así amaos también unos a otros” (Jn 13,34).

“¿Dónde está la novedad a la que Jesús se refiere?”, se ha preguntado el Papa. Está, ha afirmado Benedicto XVI, en el hecho de que él no se contenta repitiendo aquello que se pedía en el Antiguo Testamento y que leemos también en otros Evangelios: “ama al prójimo como a ti mismo”. En el antiguo precepto el criterio normativo estaba separado del hombre (como a ti mismo), mientras que en el precepto referido por Juan, Jesús presenta como motivo y norma de nuestro amor su misma persona, es de esta manera en la que el amor se convierte verdaderamente en cristiano.

Este áureo texto de espiritualidad que es la Imitación de Cristo escribe al respecto: “El noble amor de Jesús nos empuja a obrar cosas grandes y nos incita a desear cada vez cosas más perfectas. El amor quiere estar en alto y no entretenerse en ninguna bajeza. El amor quiere ser libre y despegado de todo afecto mundano . . . el amor en efecto nace de Dios, y no puede reposar si no es en Dios más allá de todas las cosas creadas”.

A continuación les ofrecemos el saludo y el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español: RealAudioMP3 “Queridos hermanos y hermanas: El amor es un argumento característico en el Evangelio y Cartas del Apóstol Juan, cuyas líneas principales están caracterizadas por tres momentos. En primer lugar, afirma que “Dios es amor”, Él es su fuente, y todo lo hace por amor y con amor. Otro momento característico del amor consiste en que Dios, entregando a su propio Hijo, nos ha demostrado su amor de manera concreta. El amor de Dios por los hombres se manifiesta sobre todo en el amor de Jesús mismo, que llega hasta la efusión de su propia sangre por nosotros. Finalmente, este “exceso” de amor, por así decir, pide una respuesta adecuada por nuestra parte. Por eso Juan habla de un mandamiento nuevo: “que os améis unos a otros como yo os he amado”, en el que Jesús presenta su propia persona como motivo y norma de nuestro amor. Pidamos al Padre que podamos vivir este mandamiento tan intensamente que los demás se sientan atraídos hacia Él. Saludo cordialmente a los visitantes de lengua española, en especial al grupo de jóvenes de Orihuela-Alicante, a los fieles de distintas parroquias y asociaciones de España. Saludo también a la Estudiantina Real Santiago, de Querétaro, México, así como a los demás peregrinos de Latinoamérica. Os invito a contemplar el amor inmenso de Dios manifestado en Cristo, y a corresponderle con la entrega generosa de la propia vida. ¡Muchas gracias!”.









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