2006-08-04 15:54:21

Reflexiones en familia


Escuchar el programa RealAudioMP3


Viernes, 4 ago (RV).- Hoy hablaremos del miedo, una emoción que se puede moldear a través de la educación, la cultura e incluso el medio ambiente que nos rodea. El miedo puede ir desde el terror intenso, que inmoviliza o paraliza emocional y físicamente, hasta una ligera aprensión.
El miedo tiene como función la de alertarnos, ponernos en guardia y hasta llega a protegernos de algún peligro real. Gracias a él sobrevivimos como especie. Nos permite reconocer situaciones que nos pueden poner en peligro. Nuestro cuerpo sufre cambios a nivel físico y hormonal al encontrarnos en una situación de miedo: nuestro corazón palpita más fuerte, nos sudan las manos y a nivel hormonal producimos, entre algunas hormonas, la adrenalina.
Sentimos miedo frente al fracaso, al rechazo, a las pérdidas y mucho miedo frente a los cambios. Con todos estos ejemplos nos damos cuenta que el miedo nos acompaña a través de nuestra vida y madurez manifestándose en ocasiones cuando tenemos incertidumbres sobre nuestras relaciones, nuestra vida futura; es decir cuando sentimos inseguridad.
Esa sensación hace que evitemos a toda consta los cambios, que evitemos las confrontaciones, que huyamos de los compromisos, que nos encerremos como en urnas de cristal para no arriesgarnos frente a lo desconocido, que incluso al amor le cerremos la puerta por el miedo al fracaso o la frustración. El miedo, así como nos previene y alerta del peligro, a veces se convierte en un límite a lo que somos y deseamos ser.
Para manejar el miedo es importante reconocer y aceptar que se tiene miedo a algo, a una situación o a veces es una persona la que nos produce miedo. Una vez reconocidos los síntomas –físicos y psicológicos-, pasamos entonces a reconocer a qué le tememos. La mayoría de las veces nos cuesta mucho reconocer exactamente a qué le tememos miedo, porque se juntan varias situaciones y circunstancias. Pero es muy importante tratar de analizarlo para poder resolver esa situación. Incluso nuestra mente nos ayuda a hacer más difícil la situación de lo que en realidad es. Si sentimos que estamos frente a una posible amenaza es mejor estar claros qué es lo peor que nos puede pasar en esa situación, ello nos va preparando para manejar la situación y sus consecuencias de una manera más productiva e inteligente. Cuando tenemos miedo nuestro sistema se bloquea y no podremos pensar ni actuar con lo mejor que tenemos.
La incertidumbre es la experiencia más común que experimentamos con respecto al miedo, y este sentimiento se presenta de manera cotidiana, lo sentimos cuando nos cruzamos en la calle con un desconocido, cuando no tenemos todos los elementos para tomar una decisión, cuando nos sentimos presionados por el tiempo, por la cantidad de información y de acontecimientos que no permiten que con claridad pensemos y decidamos.
La familia está llamada a atender conjuntamente estas situaciones, particularmente frente a los adolescentes y los niños, para que ellos no sólo aprendan a controlar y dominar sus temores, sino que puedan enfrentarlos de la mejor manera. Desde una pesadilla, hasta el no querer asistir a la escuela, son síntomas de que algo puede estar pasando. Para los adolescentes el miedo a los cambios, a las nuevas situaciones, puede ocasionar temor expresado de muchas maneras.
La comunicación permanente y abierta es el mejor antídoto frente al miedo, porque en ella se expresan y reconocen los temores, pero también la solidaridad de la familia, el acompañamiento, y la orientación. Y esto es importante cuando se es niño, pero también cuando pasamos por la adolescencia, y más aún en la edad adulta.








All the contents on this site are copyrighted ©.