2006-08-01 15:28:26

El superior general de los jesuitas recuerda que “la responsabilidad cristiana pasa inevitablemente por el ‘sí’ personal al Señor”


Martes, 1 ago (RV).- El prepósito general de la Compañía de Jesús, el padre, Peter Hans Kolvenbach presidió, ayer por la tarde, la Santa Misa celebrada en la Iglesia del Gesù de Roma, con motivo del 450 aniversario de la muerte de san Ignacio de Loyola y por lo tanto memoria litúrgica del fundador de la Compañía de Jesús. En su homilía se refirió a las enseñanzas del padre fundador. El superior general comenzaba su homilía recordando el testimonio del hermano jesuita que dormía en la habitación contigua a la del fundador que afirmaba no escuchar a Ignacio pronunciar otra palabra que no fuese aquella que resumía toda su vida: “Dios”.

En Loyola, recordaba el superior general de los jesuitas, “se dejó atrapar por Dios y trató de acercar a todos los que encontraba en su camino al Señor, a hablar con Él, con un corazón grande y generoso, ofreciéndole todo lo que quisiese ya fuese material o espiritualmente” y añadía “ en Manresa, a través de la lectura de los libros y de la conversación con su director espiritual, el peregrino Ignacio experimentó la medida en que todo conduce al encuentro de la persona sola con Dios”. Ignacio, lo aprendió especialmente contemplando el misterio de la anunciación hecha a Nuestra Señora: en su “sí”, María de Nazaret estuvo sola, sin ser solitaria porque Dios estaba con ella.

El padre Kolvenbach se refirió además a la importancia de sus ejercicios espirituales, en los que san Ignacio, “nos invita a asumir nuestras responsabilidades personales delante de Dios por todo aquello que va mal”. Todos tenemos una responsabilidad personal en la vida de la Iglesia, en la construcción de una familia o en el desarrollo cristiano de una comunidad religiosa. “Es aquí donde san Ignacio con su vida y muerte -afirmó el superior general de los jesuitas- nos recuerda que esta responsabilidad cristiana de cada uno de nosotros pasa inevitablemente por el ‘sí’ personal al Señor”.

A modo de conclusión, el padre Peter- Hans Kolvenbach rogaba que todos pudiésemos alcanzar la mayor gloria de Dios con la misma pasión con la que San Ignacio se entregó a Él el día en que llamó a su puerta para hacerle partícipe del gran banquete de su Reino.







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