Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura
Jueves, 29 jun (RV).- La tortura es uno de los más grandes abusos en contra de los
Derechos Humanos. Sin embargo, hoy en día más de la mitad de los países del mundo
la siguen aplicando. La Declaración de Derechos Humanos en su artículo 5 dice que
nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Por este motivo Naciones Unidas estableció que cada 26 de junio se celebrara en todo
el mundo el Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura.
El Día
Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo a las Víctimas de Tortura es una ocasión
para elevar nuestras voces en defensa de la dignidad humana y el respeto por la vida.
En este Día recordamos a todas las víctimas de tortura: a quienes han sobrevivido,
que a menudo están marcados psicológica y físicamente, y quienes han sucumbido a ésta,
la más horrible de las muertes.
Dada la magnitud de los efectos psicológicos
que provoca en la víctima, el daño infligido por la tortura es irreparable, según
señala Walter Kälin profesor de derecho internacional en la Universidad de Berna,
Suiza y ex relator especial de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Según Kälin, la importancia de la prevención es, pues, primordial. El deber de impedir
los actos de tortura es muy importante, ya que, a menudo, las infracciones no salen
a la luz. La situación actual del derecho internacional muestra que, juntos, los instrumentos
de derecho humanitario y de derechos humanos ofrecen un conjunto exhaustivo de normas
y procedimientos para la prevención, la observancia de la prohibición y la represión
de todo acto de tortura, así como para la reparación de los mismos. Tradicionalmente,
ambos derechos se han influido recíprocamente de forma positiva. Hoy, las deficiencias
de uno de los dos derechos pueden compensarse recurriendo a instrumentos del otro.
La persistencia de la tortura en muchos países no se debe a vacíos jurídicos, sino
más bien a la falta de voluntad política de los Estados para cumplir las obligaciones
dimanantes del derecho internacional humanitario y del derecho relativo a los derechos
humanos.
La Iglesia ha trabajado muy de cerca con las personas víctimas de
la tortura, en este sentido, el amado predecesor de Benedicto XVI, Juan Pablo II,
invitaba siempre a recordar la celebración del Día contra la tortura, pidiendo para
“que el compromiso común de las instituciones y de los ciudadanos contribuya a erradicar
completamente esta intolerable violación de los derechos humanos, radicalmente contraria
a la dignidad del hombre”.
En el Catecismo de la Iglesia Católica, cuando se
habla del respeto de la dignidad de las personas, se pone de relieve que la tortura,
que usa de violencia física o moral, para arrancar confesiones, para castigar a los
culpables, intimidar a los que se oponen, satisfacer el odio, es contraria al respeto
de la persona y de la dignidad humana. Exceptuados los casos de prescripciones médicas
de orden estrictamente terapéutico, las amputaciones, mutilaciones o esterilizaciones
directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la ley moral (cf DS
3722).
A pesar de que se reconozca cómo en tiempos pasados, se recurriera de
modo ordinario a prácticas crueles por parte de autoridades legítimas para mantener
la ley y el orden, con frecuencia sin protesta de los pastores de la Iglesia, que
incluso adoptaron, en sus propios tribunales las prescripciones del derecho romano
sobre la tortura. Junto a estos hechos lamentables, la Iglesia ha enseñado siempre
el deber de clemencia y misericordia; prohibió a los clérigos derramar sangre. En
tiempos recientes se ha hecho evidente que estas prácticas crueles no eran ni necesarias
para el orden público ni conformes a los derechos legítimos de la persona humana.
Al contrario, estas prácticas conducen a las peores degradaciones. Es preciso esforzarse
por su abolición, y orar por las víctimas y sus verdugos.
Este es el Catecismo
de nuestra Iglesia, y que hoy les hemos querido recordar de modo particular para poder
conmemorar juntos la celebración del pasado 26 de junio del Día Internacional de Apoyo
a las Víctimas de la Tortura.