Audiencia general: Benedicto XVI destaca la importancia de Santiago de Compostela,
meta de gran veneración y de peregrinaciones en la tradición de la Iglesia católica
Miércoles, 21 jun (RV).- Benedicto XVI siguiendo su galería de retratos de los Apóstoles
elegidos directamente por Jesús, ha hablado hoy en la Audiencia General de la figura
del apóstol Santiago. En este sentido, el Papa ha recordado durante su catequesis
la importancia de la ciudad de Santiago de Compostela, meta de gran veneración y de
peregrinaciones en la tradición de la Iglesia católica.
Prosiguiendo la galería
de retratos de los Apóstoles elegidos directamente por Jesús, Benedicto XVI ha dedicado
la catequesis de su Audiencia General esta mañana en la plaza de san Pedro, ante más
de 30 mil peregrinos, para hablar de la figura del apóstol Santiago. Las listas bíblicas
que hacen referencia a los Doce mencionan dos personas con este nombre: Santiago,
hijo de Zebedeo y Santiago hijo de Alfeo, que vienen comúnmente distinguidos con los
apelativos de Santiago el Mayor y Santiago el Menor. Designaciones que no quieren
ciertamente medir su santidad, sino marcar el distinto relieve que reciben en las
escrituras del Nuevo Testamento, en particular en el marco de la vida terrena de Jesús.
Y
el Papa ha empezado hablando hoy de la figura de Santiago el Mayor. El nombre ‘Santiago”
es la traducción de ‘Iákobos’ forma griega del nombre del celebre patriarca Jacob.
De ahí la forma ‘sant Iákobos’, Santiago, el nombre con el que también se conoce
a Jaime, especialmente en España. El apóstol así llamado era hermano de Juan, y en
las listas de los Doce ocupa el segundo lugar, después de Pedro, como en el evangelio
de Marco; o el tercer lugar, después de Pedro y Andrés, en los evangelios de Lucas
y Mateo, mientras en los Hechos de los Apóstoles el nombre de Santiago viene después
del de Pedro y de Juan.
En otros pasajes, Santiago es repetidamente nombrado
en segundo lugar después de Pedro y antes de Juan, cuando viene indicado como uno
de los tres discípulos privilegiados que participaron de cerca en los momentos importantes
de la vida de Jesús. “Una cosa resulta muy clara -ha afirmado el Santo Padre recordando
distintos momentos del apóstol en las escrituras- y es que Santiago el Mayor gozó
de gran autoridad dentro de la primitiva Iglesia de Jerusalén, donde tuvo responsabilidades
pastorales, junto a Pedro”.
Y como Pedro, Santiago también era pescador. A
la llamada de Jesús, respondió con gran prontitud. Junto a su hermano, dejó la barca,
y se marchó con el Maestro. Los dos hijos de Zebedeo fueron llamados por Jesús con
un curioso sobrenombre: “boanerghés”, es decir, ‘hijos del trueno’, probablemente
en referencia a su celo impetuoso. Benedicto XVI ha recordado dos momentos evangélicos
significativos protagonizados por Santiago: la transfiguración de Jesús en el monte
Tabor; y la agonía en el huerto de los Olivos. En ambos casos, Santiago viene elegido
junto a Pedro y a Juan como testigo del evento.
Es seguramente un signo de
especial predilección por parte de Jesús. Se trata de situaciones muy distintas una
de otra. En un caso Santiago vive, junto a los otros dos Apóstoles, la gloria y el
éxtasis; en el otro, en cambio, experimenta el sufrimiento y la humillación. “Seguramente
la segunda experiencia -ha dicho el Pontífice- fue la ocasión para corregir la interpretación,
probablemente errónea, de la primera: debió entender que el Mesías, esperado por el
pueblo judío como un triunfador, en realidad no estaba tocado sólo de honor y de gloria,
sino también de sufrimientos y de debilidades. Santiago pudo así madurar su propia
fe discerniendo sobre la verdadera identidad mesiánica del Maestro.
Esta maduración
fue llevada a cumplimiento por el Espíritu Santo en Pentecostés. Santiago, cuando
llegó el momento, no se echó hacia atrás. A principios de los años 40 del siglo I
el rey Herodes Agripa, como nos informa Lucas, inició una persecución e “hizo matar
con una espada a Santiago hermano de Juan”. La noticia, concisa, no tiene otros detalles
narrativos pero revela por una parte la normalidad con la que los cristianos testimoniaban
su fe con la propia vida, y por otra, revela la importancia que Santiago tenía en
la Iglesia de Jerusalén.
Una tradición sucesiva de la época de San Isidoro
de Sevilla, habla del paso de Santiago por España para evangelizar aquella importante
región del imperio romano. Según otra tradición, su cuerpo fue trasladado a España
a la ciudad de Santiago de Compostela. Un lugar que desde entonces se convirtió en
meta de gran veneración y de numerosas peregrinaciones no sólo de Europa, sino de
todo el mundo.
De Santiago, el apóstol itinerante, con el bastón de peregrino,
anunciador de la buena noticia, podemos aprender muchas cosas, ha indicado finalmente
el Papa: la “prontitud” con la que acoge la llamada del Señor; el entusiasmo” con
el que le sigue por los caminos; y “la disposición” de testimonio y valentía, que
le lleva hasta el sacrificio supremo de la vida. “Santiago el Mayor se presenta pues,
a nosotros como ejemplo elocuente de generosa adhesión a Cristo”.
Este ha sido
el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos
de nuestra lengua presentes en la Plaza de San Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas: Santiago el Mayor, hermano de Juan, es uno de los
tres discípulos que participan de cerca en momentos importantes de la vida de Jesús.
La experiencia del sufrimiento de Cristo en el huerto de los Olivos, en contraste
con la gloria manifestada en el Tabor, le ayudaría a madurar su fe, corrigiendo la
posible imagen errónea de Jesús como un Mesías temporal. Después de Pentecostés, una
tradición nos habla de su evangelización en España, así como del traslado de su cuerpo
a la ciudad de Santiago de Compostela, que desde entonces es meta de numerosos peregrinos
de todo el mundo.
Del Apóstol Santiago podemos aprender
la prontitud en responder a la llamada del Señor; el entusiasmo en seguirlo por los
caminos que Él nos indica; la disponibilidad para dar testimonio de Él con valentía.
Así, Santiago se presenta como ejemplo elocuente de generosa adhesión a Cristo, siendo
el primero de los apóstoles en sufrir el martirio.
Saludo
cordialmente a los visitantes de lengua española, en especial a la Federación Española
de Belenistas, a las asociaciones y grupos escolares españoles, a los peregrinos de
México, de Argentina y de otros Países latinoamericanos. Os animo a responder siempre
con prontitud a la llamada de Cristo, como el Apóstol Santiago, dando un testimonio
coherente de fe y de amor en la familia y en la sociedad. ¡Gracias por vuestra atención!
Como
siempre el Santo Padre al final se ha dirigido a los jóvenes, a los enfermos y a
los recién casados. Que el ejemplo y la intercesión de San Luis Gonzaga, al que hoy
litúrgicamente recordamos, solicite en vosotros, queridos jóvenes, valorar la virtud
de la pureza evangélica; que a vosotros, queridos enfermos os ayude a afrontar el
sufrimiento encontrando consuelo en Cristo crucificado; y, a vosotros, queridos recién
casados os conduzca a un amor cada vez más profundo hacia Dios y entre vosotros.
Después
de la Audiencia General, el Santo Padre se ha trasladado a un estudio del Aula Pablo
VI del Vaticano donde ha sido nombrado ciudadano honorario de la ciudad alemana de
Ratisbona.