Audiencia general: el Papa encomienda a la Virgen su viaje a Polonia e invita a los
fieles a rezar por ''una renovada primavera de fe y de progreso civil'' en aquella
nación
Miércoles, 24 may (RV).- El Santo Padre ha encomendado a la Virgen María el viaje
apostólico a Polonia que comienza mañana e invita a los fieles a rezar para ''una
renovada primavera de fe y de civil progreso'' en aquella nación.
En su catequesis
de la Audiencia General Benedicto XVI ha proseguido su meditación sobre la figura
del Apóstol Pedro. “La escuela de fe no es una marcha triunfal, sino un camino de
sufrimientos y de amor, de pruebas y de fidelidad, que hay que renovar cada día.
Un
miércoles más Benedicto XVI ha presidido esta mañana la Audiencia General en la plaza
de san Pedro ante más de 40 mil peregrinos llegados de todo el mundo. Se trata de
la vigésima audiencia general desde el principio de año, y de la última antes de su
primer viaje pastoral a Polonia. Y precisamente el Pontífice ha invitado a los fieles
presentes en la Audiencia General, así como a todos aquellos que lo han podido ver
o escuchar por medio de la radio o la televisión, a rezar por su inminente viaje apostólico
a Polonia: “Mañana me trasladaré Polonia, patria de mi amado Papa Juan Pablo II; recorreré
los lugares de su vida y de su ministerio sacerdotal y episcopal. Agradezco al Señor
por la oportunidad que me ofrece de realizar un deseo que desde hace mucho tiempo
llevaba en el corazón. Queridos hermanos, os invito a acompañarme en este Viaje apostólico,
que me dispongo a realizar con gran esperanza y que encomiendo a la Virgen Santa,
tan venerada en Polonia. Que sea Ella quién guíe mis pasos para que confirme en la
fe la querida comunidad católica polaca a animarla y a afrontar, con una incisiva
acción evangelizadora, los desafíos del momento presente. Que sea María quién obtenga
para toda esta Nación una renovada primavera de fe y de progreso civil, conservando
siempre viva la memoria de mi gran Predecesor”.
También Benedicto XVI saludando
a los fieles de lengua polaca les ha recordado el lema de su inminente viaje Apostólico
a la Patria del Siervo de Dios Juan Pablo II: “Queridos peregrinos polacos, hoy recordamos
a san Pedro Apóstol, testigo de la pasión y de la resurrección de Jesucristo. En el
espíritu de de su testimonio, me trasladaré mañana en peregrinación a vuestra Patria.
Quiero infundir, en todos, esta certeza: “Permaneced firmes en la fe”. Este es un
mensaje importante para toda la Iglesia. Os pido ayuda en la oración. Alabado sea
Jesucristo”.
El Santo Padre ha centrado su catequesis de nuevo en la figura
del apóstol Pedro, en su vida cotidiana al lado del Maestro compartiendo la suerte
junto a sus otros once compañeros. Lentamente, Pedro se introduce en el modo de pensar
del Jesús, escucha sus palabras, observa su comportamiento, admira sus prodigios.
Particular entusiasmo suscitó en Pedro -ha dicho el Papa- la multiplicación de los
panes y de los peces. Sucesivamente cuando la gente quiere coronarlo rey, el Maestro
se retira, solo, a la montaña. Un día después en la sinagoga de Cafarnaún interpreta
el milagro: “el pan que yo daré es mi carne para la salvación del mundo”. Jesús anuncia
la cruz, con la cruz el pan eucarístico pero sobre todo anuncia su manera absolutamente
nueva de ser rey.
Benedicto XVI ha explicado que para la gente, e incluso para
los discípulos aquellas palabras del maestro y su comportamiento resultaban difíciles
de entender. Era un discurso duro y muchos se echaron hacia atrás. Sin embargo, Pedro
reaccionó con el impulso de su corazón generoso, guiado por el Espíritu Santo: “Tú
tienes palabras de vida eterna; nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo
Dios”. Con sus palabras Pedro inicia la confesión de la fe cristologica de la Iglesia
y se convierte en portavoz de los otros Apóstoles.
Sin embargo, la generosidad
impetuosa de Pedro no lo salvaguarda de los riesgos relacionados con la debilidad
humana y llega el momento en que cede al miedo y traiciona al Maestro. Pedro, que
le había prometido fidelidad absoluta -afirma el Papa- reniega de Él y cuando finalmente
comprende la verdad de su corazón débil de pecador creyente, se arrepiente entre lágrimas.
A partir de entonces seguirá a Jesús consciente de su propia fragilidad. Y esto no
lo desanima porque sabe que puede contar con la presencia del Resucitado.
Este
ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los
peregrinos de nuestra lengua presentes en la Audiencia General:
Queridos
hermanos y hermanas:
Pedro, así como los otros apóstoles,
tuvo que recorrer un camino lento, no exento de dificultades, para seguir al Maestro.
Con su respuesta de fe superó la prueba que la predicación de Cristo sobre la Eucaristía
supuso para muchos de los discípulos. Sin duda la suya era una fe inicial, que llegaría
a su plenitud en el momento de la Pascua. Sin embargo, el camino de la fe está lleno
de sufrimientos y de amor, de pruebas y de fidelidades. Incluso Pedro llegó a conocer
la amargura y la humillación de la negación, llegando a la conversión a través del
arrepentimiento.
Junto al lago de Tiberíades Pedro
descubre cómo Cristo resucitado se adapta a su pobre capacidad de amar y cómo podrá
contar siempre con su presencia. De esto nace la esperanza y la confianza que le permitirán
seguirlo hasta el final de su vida, que sellará con el martirio. Y así, él será capaz
de describir la verdadera alegría e indicar la fuente dónde se puede conseguir, que
es Cristo, creído y amado.
Saludo con afecto a los
visitantes de lengua española, en especial a las Hermanas Hospitalarias del Sagrado
Corazón de Jesús, que celebran su Capítulo General. Saludo también a los diversos
grupos parroquiales y asociaciones de España, así como a los peregrinos de Argentina,
Colombia, México y a los dominicanos de Santiago de los Caballeros, con su Arzobispo
Mons. Ramón de la Rosa y Carpio. Confiad siempre en Cristo, que os ama y está presente
en vuestra vida. ¡Muchas gracias!
Como siempre el Santo Padre ha saludado
a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Hoy mi pensamiento va espontáneamente
a María Santísima, que invocamos con el título de “Auxiliadora”, ha señalado Benedicto
XVI, con el anhelo de que «sea Ella la estrella luminosa de nuestro camino cristiano,
que sea Ella la que nos inspire y sostenga en cada momento, en la peregrinación cotidiana
hacia la Patria eterna».