Los retos del secularismo que ocultan a Dios y niegan al hombre la esperanza, en el
discurso del Papa a los obispos canadienses
Sábado, 20 may (RV).- Los grandes desafíos del secularismo en Canadá, han centrado
esta mañana el discurso del Papa a los obispos de este País del área atlántica, en
visita ad Limina Apostolorum. Un Estado – ha subrayado Benedicto XVI – orgulloso de
una “grandiosa herencia” que se manifiesta “en la rica diversidad social”, y que contempla
en el centro de su alma cultural “el don inestimable de la fe en Cristo”, recibido
y celebrado en el curso de los siglos con profunda alegría” por los pueblos de esta
Nación.
También es un país “como muchos otros” – ha observado Benedicto XVI
– “víctima de los efectos dañinos del secularismo”. El mismo Canadá con una extensión
inmensa, un poco más grande que la de Estados Unidos, cuenta con una población exigua
de unos 32 millones de personas, de las cuales 13 millones son católicos; país bilingüe
anglófono y francófono, mosaico de pueblos y culturas estratificadas en los siglos,
pero en evolución rápida en los últimos decenios – también en el plano confesional
– por el incremento masivo de inmigrantes.
En este complejo escenario, el Papa
estigmatiza la tentación de promover una visión de la humanidad separada de Dios e
indiferente a la Palabra de Cristo, que “arranca del hombre y de la mujer la experiencia
común de una esperanza genuina”. Y uno de los síntomas más dramáticos de esta mentalidad,
claramente evidente – ha dicho el Papa a los prelados canadienses – en vuestra región,
es la tasa de natalidad, que está precipitando.
Frente a los “muchos males
sociales y a la ambigüedad” consecuencia de una ideología secularizada, el Santo Padre
solicita a los pastores de la iglesia canadiense que sean “hombres de esperanza”,
que recen y enseñen con pasión “la verdad de Cristo que dispersa las tinieblas e
ilumina el camino para renovar la vida eclesial y cívica”, educando las conciencias
y afirmando “la dignidad de la persona y de la sociedad humana”; “en particular en
las áreas que sufren las penosas consecuencias de la recesión económica, como la desocupación
la emigración no querida, las autoridades eclesiales – observa el Papa- ofrecen muchos
frutos, cuando en el ámbito del bien común buscan generosamente dar su aportación
a la autoridad civil”, en su tarea de regeneración de la comunidad.