La Santa Sede garantiza su ayuda en la búsqueda de “una base común en la que las naciones
puedan construir una estrategia eficaz contra el terrorismo”
Viernes, 12 may (RV).- Ninguna causa “puede justificar o legitimar” el terrorismo;
así lo ha confirmado con fuerza el arzobispo Celestino Migliore que, en su intervención
en el Palacio de Cristal de la ONU, ha garantizado la ayuda de la Santa Sede en la
búsqueda de “una base común en la que las naciones puedan construir una estrategia
eficaz contra el terrorismo”.
El prelado ha recordado el llamamiento de Benedicto
XVI dirigido a todos los hombres de buena voluntad para que intensifiquen los esfuerzos
“de reflexión, cooperación, diálogo y oración” para derrotar el terrorismo para poder
construir una “pacífica coexistencia en la familia humana”. Cuando se analiza el fenómeno
del terrorismo, ha afirmado el observador vaticano, no hay que detenerse en los motivos
de carácter político y social. Es menester mirar a las “más profundas motivaciones
culturales, religiosas e ideológicas”.
No hay duda, ha constatado el arzobispo,
de “que la religión tiene una potencialidad positiva enorme, y hay que darle la posibilidad”.
La Santa Sede sostiene por ello “aquellas iniciativas que hacen de los creyentes operadores
de paz”. Cuando las religiones se comprenden verdaderamente, ha manifestado, entonces
“se pueden convertir en parte de la solución del problema, más bien que el problema
mismo”.
La verdadera naturaleza de la religión, ha advertido, está en el “respeto
de la dignidad humana”. Un principio, ha proseguido, al que se une “el concepto de
reciprocidad” en el derecho internacional. Mons. Migliore ha acentuado la importancia
de las medidas interpuestas para combatir con vigor a cuantos “financian el odio religioso,
étnico y la intolerancia”.
Por otra parte, el arzobispo Migliore, ha subrayado
que el antiterrorismo no debe jamás rebajarse al nivel de aquellos a quien quiere
combatir. “Por esto – ha declarado – el tratamiento del terrorismo y de sus sospechas
debe estar de acuerdo con las normas humanitarias internacionales”. Se trata, en
efecto, “en última instancia de una batalla por la conquista de los corazones y de
las mentes”.
Por lo tanto, ha señalado el prelado, que si también la frustración
de los jóvenes inmigrantes ha comportado en algunos casos la violación del orden,
“la pregunta a una solución justa” a las cuestiones sociales y económicas “permanece
legítima”. Resolviendo estas cuestiones “de manera justa y rápida”, ha añadido, “las
naciones pueden arrancar a los terroristas el oxígeno del odio”.
También el
arzobispo ha manifestado su preocupación por la posibilidad de que los terroristas
puedan poseer armas de destrucción masiva, advirtiendo que la amenaza bioterrorista
está todavía subestimada.