Profundo malestar del Papa por las ordenaciones episcopales en China que constituyen
una "grave violación de la libertad religiosa" y añade nuevos obstáculos diálogo entre
la Santa Sede y Pekín
Jueves, 4 may (RV).- Benedicto XVI ha recibido con profundo malestar la noticia de
dos ordenaciones episcopales en China sin respetar las exigencias de la comunión con
el Papa. La Santa Sede considera este deplorable episodio como una "grave violación
de la libertad religiosa" que añade nuevos obstáculos al deseado diálogo entre la
Iglesia de Roma y las autoridades de Pekín.
Benedicto XVI ha recibido la noticia
de dos ordenaciones episcopales en China con profundo malestar, ya que un acto tan
importante para la vida de la Iglesia se ha llevado a cabo, en ambos casos sin respetar
las exigencias de la comunión con el Papa. Una declaración de la Oficina de Prensa
de la Santa Sede ha informado esta mañana de la contrariedad del Santo Padre ante
las ordenaciones episcopales de los sacerdotes Giuseppe Ma Yinglin y Giuseppe Liu
Xinhong los pasados 30 de abril y tres de mayo en China, y las califica de grave herida
para la unidad de la Iglesia para las que están previstas severas sanciones canónicas.
Según
informaciones a las que alude la Oficina de Prensa en su declaración, obispos y sacerdotes
han estado sometidos a presiones y amenazas, protagonizadas por organismos externos
a la Iglesia, para que participasen en las ordenaciones episcopales que, sin el mandato
pontificio, son ilegales y contrarias a sus conciencias. La declaración califica
este episodio como una grave violación de la libertad religiosa, a pesar de que se
haya intentado disfrazar las ordenaciones episcopales como una necesidad para dar
un pastor a las diócesis vacantes.
La Santa Sede expresa además su temor a
que, según se anuncia, en fechas próximas se realicen nuevas ordenaciones episcopales
con las mismas modalidades y ante esa eventualidad reitera la necesidad de que se
respete "la libertad de la Iglesia y de la autonomía de sus instituciones de cualquier
injerencia externa". La Santa Sede espera que “no se repitan tales inaceptables actos
de violenta e inadmisible constricción".
La Santa Sede, que sigue con atención
el atormentado camino de la Iglesia católica en China y es consciente las peculiaridades
del mismo, pensaba y esperaba que deplorables episodios como éste pertenecieran ya
al pasado. Por último se muestra disponible, como ya hiciera en repetidas ocasiones
en el pasado, al diálogo honesto y constructivo con las autoridades chinas para encontrar
soluciones que satisfagan las legítimas exigencias de ambas partes. “Porque iniciativas
como ésta –finaliza la declaración- no sólo no favorecen el diálogo sino que además
crean obstáculos nuevos”.