Vienes, 28 abr (RV).- Hoy en estas reflexiones queremos llamar la atención acerca
de la forma como una actitud mental –positiva o negativa- puede ayudarnos a tener
no sólo una vida más sana, sino además mejores relaciones interpersonales, actitudes
tal vez más propositivas y coherentes en nuestro día a día.
Sin lugar a dudas,
la mente es el lugar donde guardamos los recuerdos y proyectamos el futuro. Es allí
de donde emergen nuestras pasiones y las motivaciones que impulsan nuestras decisiones;
es ella la que diseña nuestra realidad. Por lo tanto, nunca hay que subestimar el
papel determinante que desempeña en la manera como vivimos, en la felicidad que disfrutamos,
las penas que sufrimos y hasta las enfermedades que padecemos.
En 1993,
el científico Richard Davidson, profesor de sicología en la Universidad de Madison,
en el estado de Wisconsin, Estados Unidos, realizó una serie de experimentos con el
fin de medir el poder de la mente y las características neuronales, estableciendo
que si llegamos a conocer o tener conciencia del funcionamiento de las redes neuronales,
ello permite analizar las conexiones e interacciones de los centros nerviosos que
definen nuestras acciones.
Momentos de mal humor, depresión, incluso estrés
pueden ser controlados gracias a la actitud mental que tengamos frente a las cosas
diarias que nos afectan. Estudios recientes demuestran que los mensajes que mandamos
a estos centros nerviosos determinan la manera como actuamos. Por consiguiente, si
mandamos mensajes negativos, destructores, actuaremos en pos de ello, para realizar
lo que hemos establecido como objetivo.
De igual forma, mediante investigaciones
que han profundizado en la relación mente-cuerpo, ha quedado establecido que el estrés,
ya sea crónico o sicológico, puede obstaculizar la sanación de heridas, debilitar
el sistema inmunológico y hasta evitar que las vacunas tengan el resultado deseado.
Al verbalizar pensamientos derrotistas e irracionales, estamos enviando un mensaje
que impacta nuestro comportamiento, resquebrajando nuestra salud: mental y física.
Claro, en la mayoría de los casos esto sucede en el inconsciente, donde la imagen
creada casi adquiere autonomía.
Por el contrario, si una actitud mental
optimista rige nuestras vidas manteniéndonos enfocados en lo positivo, potenciamos
grandes logros. Quizá esto suena a dicho popular, e incluso a los mensajes que tantas
veces circulan por Internet en las conocidas cadenas. O tal vez sea una moda de vincular
nuevas prácticas o terapias no convencionales frente a nuevos males sociales como
el estrés y los altos niveles de agresividad cotidiana que en muchas sociedades se
viene presentando.
Lo cierto es que estamos presenciando una fuerte tendencia
a buscar en el control de la mente la respuesta a muchos de nuestros males cotidianos,
que no solo afectan la salud mental y física, sino sobre todo nuestras interacciones
familiares y sociales en el día a día.
Son muchos los sitios que hoy en día
han implementado como alternativas a los ritmos frenéticos que muchas personas tienen
diariamente, cursos de relajación, terapias para respirar mejor, conocer mejor nuestros
cuerpos, todo ello como solución a los males cotidianos de la rutina, la agitación
urbana, la velocidad de las grandes ciudades, e incluso las múltiples actividades
y roles que cumplimos diariamente.
Esta tendencia demuestra la necesidad que
tenemos de volver hacia la naturaleza humana, y desde sí misma, desde el reconocimiento
de nuestras fortalezas y debilidades, buscar un equilibrio de las emociones con el
entorno en el que vivimos, sin dejar arrastrarnos por las múltiples presiones que
tenemos, que sin duda deterioran nuestra calidad de vida.