“No habrá desarrollo autentico en Europa si se olvida el patrimonio común de valores
cristianos y espirituales”
Viernes, 28 abr (RV).- Nunca habrá un auténtico desarrollo en Europa si se olvida
el patrimonio común de valores cristianos y espirituales. Esta era la denuncia del
cardenal Renato Martino, en su discurso a la Academia Diplomática de Viena, sobre
la libertad religiosa en la nueva Europa en el marco de una correcta visión de la
laicidad del Estado.
El presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz advirtió
en la capital austriaca que “no se debe confundir la neutralidad ideológica del Estado
de derecho con su presunta neutralidad ética” porque la consecuencia sería el predominio
de los más fuertes sobre los débiles y de los intereses particulares sobre el bien
común. Este discurso en Viena ha sido el último acto de un itinerario que ha llevado
al cardenal Martino por las capitales de Croacia, Hungría y Austria para presentar
el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia publicado por el dicasterio que el
purpurado preside.
El cardenal Martino denunció que también en los países democráticos
y liberales el derecho a la libertad religiosa no siempre se respeta en la sustancia
y reafirmó que “la libertad de religión es la primera garantía para que los derechos
humanos no se coloquen en la arena de la convención, sino en la roca del fundamento
trascendente”. Por esta razón, el respeto por parte del Estado del derecho a la libertad
de religión es un signo del respeto de los demás derechos fundamentales.
El
purpurado ha rechazado una concepción de la laicidad que excluya la religión de la
vida pública relegándola como un asunto privado. En el mismo sentido el cardenal Martino
ha subrayado que “un régimen político auténticamente laico acepta que los cristianos
actúen como tales en una sociedad sin tener que camuflarse y que la Iglesia manifieste
sus propias opiniones sobre las grandes cuestiones éticas actuales. Es un interés
de la misma política en cuanto que si ésta pretende vivir como si Dios no existiese,
al final se vuelve árida y pierde la conciencia misma de la intangibilidad de la dignidad
humana”.