Benedicto XVI comparte con los Obispos de Gana sus reflexiones sobre las principales
metas y desafíos de la Iglesia en ese país africano
Lunes, 24 abr (RV).- Benedicto XVI ha recibido, al final de esta mañana, a los Obispos
de la Conferencia Episcopal de Gana –entre ellos el Card. Peter Poreku Dery, creado
por el Santo Padre en el primer Consistorio de su Pontificado-, quienes han finalizado
su visita “ad Limina Apostolorum”. Como es tradicional en estas ocasiones, el Papa
les ha dirigido un discurso en el que ha reflexionado sobre las principales metas
y desafíos de la Iglesia en este país africano.
“Que el espíritu del Resucitado
traiga consuelo y seguridad, particularmente, a África...”, deseaba hace unos días
Benedicto XVI en su Mensaje del Domingo de Resurrección. Y con este mismo anhelo,
el Santo Padre ha analizado la realidad del amado pueblo de Gana, con especial referencia
al flagelo de la pobreza; la sacralidad de la vida humana; la familia, basada en el
sacramento del matrimonio, unión monógama e indisoluble entre hombre y mujer; la pastoral
de la juventud; la formación de los catequistas y el sacerdocio.
A pesar de
que quede aún mucho por hacer, el Papa ha expresado su satisfacción ante el progreso
alcanzado en la lucha contra la plaga de la pobreza extrema, que desemboca a menudo
en un declive moral generalizado, como el crimen, la corrupción, las amenazas contra
la sacralidad de la vida humana e incluso el retorno a las prácticas de superstición
del pasado. Situaciones que conducen a la desesperanza y ante las cuales la Iglesia
ofrece su ayuda, impulsando un conocimiento cada vez más profundo de las promesas
de Jesucristo, para que los católicos desempeñen como es debido su legítimo papel
tanto en la Iglesia de Cristo como en la sociedad.
Insistiendo luego en la
tarea de la Iglesia en la pastoral familiar, Benedicto XVI ha reiterado la importancia
del sacramento del matrimonio, que es una de las mayores preocupaciones de los Obispos
de Gana. Y tras recordar que la Iglesia respeta las legítimas tradiciones y culturas
de los pueblos, el Papa ha señalado la necesidad de purificar aquellas prácticas que
son contrarias al Evangelio. “Por ello – ha indicado el Pontífice- es indispensable
que toda la comunidad católica siga impulsando la importancia de la unión indisoluble
y monógama entre hombre y mujer, consagrada en el sacramento del matrimonio. Para
los cristianos el sacramento matrimonial nunca podrá ser sustituido con otras formas
tradicionales locales de uniones”.
El Santo Padre ha alentado asimismo a los
Prelados de Gana ha perseverar en su misión pastoral dedicada a la juventud, ofreciendo
a los jóvenes –que constituyen casi la mitad de la población de este país africano-
la debida atención y ayuda espiritual y catequética y tendiéndoles la mano, de forma
franca y cariñosa, con el fin de que la misma juventud –reforzada en su identidad
católica- pueda afrontar los desafíos que se presentan en las realidades de la economía,
la globalización y la salud, saliendo al paso también de los peligros que representan
las sectas.
En lo que respecta a la importancia de la formación sacerdotal
y recordando su Encíclica, Dios es Amor, Benedicto XVI ha destacado una vez más que
el sacerdocio nunca puede ser visto como un modo de mejorar la propia categoría social
o nivel de vida, sino como servicio de entrega absoluta, fiel y dichosa a la voluntad
del Señor.