2006-04-19 17:05:22

I aniversario del pontificado de Benedicto XVI


Miércoles, 19 abr (RV).- Ha pasado ya un año de la elección de Benedicto XVI y hoy podemos decir que conocemos mejor sus rasgos: el rostro sonriente y luminoso, la sobriedad de sus gestos, la claridad de pensamiento, la dulzura afectuosa de la palabra, la atención delicada con las personas que encuentra. Un hombre que deja entrever una paz profunda, una religiosidad monástica, la serenidad de quien ha encontrado a Aquel que es la verdadera paz.

Un día antes de la elección, presidiendo en calidad de decano del colegio cardenalicio la misa “pro eligendo pontefice”, el 18 de abril del año pasado rezaba así: Oremos con insistencia al Señor para que después del gran don del Papa Juan Pablo II nos dé de nuevo un pastor que tenga su mismo corazón. Un pastor que nos guíe al conocimiento de Cristo, a su amor, a la verdadera alegría.

Cristo, amor, alegría se han convertido en las palabras-clave de su pontificado, que empezaba un día después: “Queridos hermanos y hermanas, después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor”.

A distancia de un año, si queremos encontrar el mensaje más importante que el Papa ha querido comunicar al mundo éste es seguramente el que se encuentra en su primera encíclica “Deus caritas est”, Dios es amor. Sólo Dios puede dar al mundo la alegría, la belleza, la plenitud de la vida, la verdadera libertad. “Ser cristiano -escribe el Pontífice- no es una decisión ética o una gran idea, sino el encuentro con un Evento y una Persona que transforma nuestras vidas: Cristo.

“Quién ha descubierto a Cristo debe llevar a otros hacia Él. Una gran alegría no se puede tener par uno mismo…es necesario transmitirla. En amplias partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo vaya bien igualmente sin Él, pero existe al mismo tiempo un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Y vienen ganas de exclamar: “no es posible que esto sea la vida”. Y no es así verdaderamente. Ayudar a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo”.

“Convertirnos en amigos de Jesús”. Esta es otra exhortación recurrente del Papa. Entrar en contacto vivo, personal con Cristo. Sobre todo a través de la oración y la lectura de las Sagradas Escrituras: “Quien hace entrar a Cristo no pierde nada, nada, absolutamente nada de aquello que hace la vida libre, bella y grande. No. Sólo en esta amistad se abren de par en par las puertas de la vida. Sólo en esta amistad se abre realmente las grandes potencialidades de la condición humana”.

En la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia recordó a los jóvenes que sólo de Dios vine la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo. No son las ideologías las que salvan, sino la entrega total a Dios que es amor eterno.

La Iglesia frente al espectáculo del hombre que sufre defiende la verdad de la paz y de la justicia, promoviendo la dignidad del hombre, denunciado el escándalo de la miseria y el aumento de los gastos militares. Tres son las emergencias que señala Benedicto XVI: la tutela de la vida; la defensa de la familia; y la libertad en la educación. Se trata de la denominada cuestión antropológica, puesta hoy en juego, porque peligra el mismo concepto de hombre.







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