2006-04-12 15:22:27

Audiencia general: el sacramento de la Penitencia nos convierte en apóstoles de paz en un mundo, incapaz de reconciliarse, donde continúan las divisiones, los sufrimientos y los dramas de la injusticia, del odio y la violencia


Miércoles, 12 abr (RV).- Benedicto XVI ha dedicado la Audiencia General en la plaza de San Pedro, al Triduo Pascual que comienza mañana y que “es el fulcro de todo el año litúrgico”. La Pascua empeña a los cristianos “a trabajar por un mundo más justo” y nosotros sabemos -ha dicho el Papa en su catequesis- que “el mal no tiene la última palabra, porque el vencedor es Cristo crucificado y resucitado y su triunfo se manifiesta con la fuerza del amor misericordioso”.

Más de 40 mi personas participaron esta mañana en la plaza de san Pedro en la Audiencia General del Papa, la última antes de Pascua. Y Benedicto XVI ha tenido a bien precisamente dedicar la catequesis al Triduo Pascual que comienza mañana y que “es el fulcro -como ha dicho- de todo el año litúrgico. Ayudados por los sagrados ritos del Jueves Santo, del Viernes Santo y de la solemne Vigilia Pascual, reviviremos el misterio de la pasión, de la muerte y de la resurrección del Señor. Estos son días idóneos para despertar en nosotros un deseo más vivo de adherir a Cristo y de seguirle generosamente, concientes del hecho de que Él nos ha amado hasta dar su vida por todos nosotros”.

“Los eventos que el Triduo santo nos propone son la manifestación sublime de este amor de Dios por el hombre”. “Aprestémonos por tanto -ha exhortado el Papa a los fieles- a celebrar el Triduo Pascual acogiendo las palabras de san Agustín”, que decía que de estos tres días santos de la crucifixión, de la sepultura y de la resurrección del Señor, de estos tres misterios, “cumplimos en la vida presente aquello de los que es símbolo la cruz, mientras cumplimos a través de la fe y de la esperanza, aquello de que es símbolo la sepultura y la resurrección”.

Luego, el Santo Padre ha explicado que el Triduo pascual se abre mañana, Jueves santo, con la misa vespertina “in Cena Domini”, aunque por la mañana normalmente se celebra también otra significativa celebración litúrgica, la Misa Crismal, durante la cual, recogidos en torno al obispo, todo el presbiterio, en cada diócesis, renueva las promesas sacerdotales y participa a la bendición de los óleos de los catecúmenos, de los enfermos y del Crisma. En este día santo se conmemora también la ofrenda total que Cristo ha hecho de Sí mismo a la humanidad en el sacramento de la Eucaristía.

Y en la misma noche en que fue traicionado, Cristo nos ha dejado - ha explicado Benedicto XVI -, el nuevo mandamiento del amor fraterno, cumpliendo el gesto del lavatorio de los pies que recuerda el humilde servicio de los esclavos. Y esta jornada singular, evocadora de tantos misterios, se cierra con la Adoración eucarística, en recuerdo de la agonía del Señor en el huerto de Getsemaní.

El Viernes Santo, día de ayuno y de penitencia, está centrado en el misterio de la Pasión. Todo está orientado a la contemplación de Cristo en la Cruz. En las iglesias viene proclamado el relato de la Pasión y resuenan las palabras del profeta Zacarías: “Mirarán al que atravesaron”. En el corazón atravesado del Redentor -escribe san Pablo- están “escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia”. La Cruz de Cristo, escribe san León Magno, “es manantial de todas las bendiciones, y causa de todas las gracias”.

El Sábado Santo, la Iglesia uniéndose espiritualmente a María, permanece en oración junto al sepulcro, donde el cuerpo del Hijo de Dios yace inerte, como en reposo, después de la obra creativa de la redención, realizada con su muerte. Por la noche iniciará la solemne Vigilia pascual, con la que cada Iglesia entonará el canto dichoso del ‘Gloria’ y el de la ‘Aleluya’ pascual, feliz porque Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte.

Finalmente, el Santo Padre ha explicado a los fieles que para una proficua celebración de la Pascua la Iglesia aconseja en estos días acercarse al sacramento de la Penitencia, porque “preparase a la Pascua con una buena confesión -ha dicho el Pontífice- tiene un gran valor. Concientes de ser pecadores, pero confiados en la misericordia divina, dejémonos reconciliar por Cristo para gustar más intensamente la dicha que Él nos comunica con su resurrección.

“Su perdón, que nos viene donado por el sacramento de la Penitencia, es manantial de paz interior y exterior y nos convierte en apóstoles de paz en un mundo donde continúan desagraciadamente las divisiones, los sufrimientos y los dramas de la injusticia, del odio y de la violencia, por la incapacidad de reconciliarse, de comenzar de nuevo con perdón sincero. Nosotros sabemos, sin embargo, que el mal no tiene la última palabra, porque el vencedor es Cristo crucificado y resucitado y su triunfo se manifiesta con la fuerza del amor misericordioso, su resurrección nos da esta certeza que a pesar de la oscuridad del mal en el mundo, el mal no tiene la última palabra y sustentados por esta certeza podremos con más valor y entusiasmo empeñarnos para ayudar, para que nazca un mundo más justo aquí”.

Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en española para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la Audiencia: RealAudioMP3

Queridos hermanos y hermanas:
Mañana comienza el Triduo pascual. Ayudados por los ritos sagrados reviviremos el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor, reavivando en nosotros el deseo de seguirlo generosamente.
En la Misa vespertina “in Cena Domini” del Jueves Santo se conmemora el ofrecimiento total que Cristo ha realizado de sí mismo a la humanidad en el sacramento de la Eucaristía, dejándonos el “mandatum novum” del amor fraterno, significado en el lavatorio de los pies. La jornada concluye con la Adoración eucarística, en recuerdo de la agonía del Señor en el Huerto. El Viernes Santo, centrado en la Pasión, es un día de ayuno y penitencia orientado a la contemplación de la Cruz, misterio en el que se cumple el amor en su forma más radical. El Sábado Santo, la Iglesia, que permanece en oración ante el sepulcro, elevará en la solemne Vigilia, el canto gozoso del Gloria y del Aleluya, porque Cristo ha resucitado y vencido a la muerte.

 
Saludo a los peregrinos de España y América Latina, especialmente a los del apostolado de los Agustinos Recoletos y a los de la Obra de la Iglesia. También a los de Valladolid, León y Chile y a los estudiantes de Barcelona y Quito. Preparaos a las fiestas de Pascua con una buena confesión. Dejaos reconciliar por Cristo. Su perdón, es fuente de paz y os hace apóstoles de paz en el mundo. Que María Santísima, la cual siguió fielmente a su Hijo en su pasión y compartió la alegría de su resurrección, os acompañe.

Como siempre el Santo Padre al final de la audiencia se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados. Queridos amigos, les ha dicho el Papa, disponed vuestros corazones para celebrar con profunda participación el Misterio pascual, para extraer de la contemplación de la muerte y resurrección de Cristo la luz que os consienta caminar fielmente sobre las huellas del Redentor.








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