Ángelus: la Cruz y el Icono mariano de las JMJ viajan por primera vez a África para
manifestar la cercanía de Cristo y de su Madre a las poblaciones del continente, probadas
por tantos sufrimientos
Domingo, 9 abr (RV).- La Cruz y el Icono mariano de las Jornadas Mundiales de la Juventud
viajan por primera vez a África para manifestar la cercanía de Cristo y de su Madre
a las poblaciones de ese continente, probadas por tantos sufrimientos. El Santo Padre
ha descrito este itinerario, durante el rezo de la oración mariana del Ángelus, en
el Domingo de Ramos y Jornada Mundial de la Juventud, en el que se ha realizado el
traspaso de la Cruz de los jóvenes alemanes a los australianos.
Una Cruz confiada
por Juan Pablo II a los jóvenes en 1984 para que la llevasen por el mundo como signo
del amor de Cristo por la humanidad. En esta significativa ocasión han estado presentes
los cardenales Joachim Meisner y Georges Pell, respectivamente arzobispos de Colonia
y Sydney.
“El traspaso de la Cruz, tras cada encuentro mundial -ha dicho el
Papa- se ha convertido en una tradición, una entrega altamente simbólica, de vivir
con gran fe, comprometiéndose a recorrer un camino de conversión tras las huellas
de Jesús. Una fe que nos enseña María Santísima, la primera que creyó y llevó su cruz
junto al Hijo”. Ésta es la razón de que la Cruz de los jóvenes vaya acompañada de
un incono de la Virgen, que representa a María Salus Populi Romani, venerada en la
Basílica de Santa María la Mayor, la basílica más antigua dedicada a la Virgen en
Occidente.
Benedicto XVI ha saludado en distintas lenguas a los miles de fieles
que esta mañana han asistido también al tradicional rezo del Ángelus. Estas han sido
sus palabras en español.
Saludo a
los peregrinos de lengua española, particularmente a los jóvenes. Que la Cruz de la
Jornada Mundial de la Juventud sea siempre signo del amor de Cristo por la humanidad.
Llevadla en vuestros corazones y mostradla a todos, especialmente a vuestros compañeros,
como instrumento de salvación. Que la Virgen María os acompañe en este camino de conversión
y esperanza.
Antes del rezo mariano del Ángelus, los jóvenes alemanes
de Colonia, sede de la última Jornada Mundial de la Juventud, han entregado la Cruz
de las Jornadas a sus coetáneos australianos de Sydney, donde en 2008 tendrá lugar
el próximo encuentro.
La Cruz llegará a Sydney, próxima sede de las Jornadas
Mundiales de la Juventud, en julio de 2008. Desde que inició su camino, la Cruz ha
visitado decenas de países, numerosos lugares de la historia y del dolor de los hombres.
Desde los países del este europeo, justo después de la caída del muro de Berlín, a
la zona cero en Nueva York, desde los lugares de los desaparecidos, millones de personas
han reavivado su fe ante este símbolo poderosamente expresivo. Pero la alegría de
su presencia todavía no ha tocado el continente que, más que ninguno, tiene necesidad
de su consolación y esperanza: nos referimos a África.
Donada a los jóvenes
el 22 de abril de 1984, en la clausura del Año Santo de la Redención, la Cruz de los
jóvenes ha sido protagonista estos años de una peregrinación alrededor del mundo que
ha evidenciado la presencia viva de Cristo en medio de su pueblo, suscitando un impulso
misionero. La Cruz estuvo por primera vez en América en 1986, en Buenos Aires; en
Asia en 1986, en Seúl; en Australia en 1992, precisamente en Sydney. Ahora es el turno
de África, que por primera vez acogerá su presencia silenciosa y fecunda.
Mañana
lunes, 10 de abril, la Cruz de los jóvenes viaja a Dakar, en Senegal, donde permanecerá
durante todas las celebraciones pascuales. Y ésta es sólo la primera etapa de un largo
recorrido por una veintena de países del continente africano que concluirá en febrero
de 2007.
Desde hace dos años el Pontificio Consejo para los Laicos se ocupa
de este complejo proyecto, en el que algunos países han sido eliminados del itinerario
a causa de las guerras. Otros se han ido añadiendo paulatinamente en un recorrido
que seguirá la costa atlántica de norte a sur, para proseguir después por el corazón
del continente, en los martirizados Burundi y Rwanda, y retomar el camino a lo largo
de la costa del Océano Indico hasta el extremo sur del continente.